El objetivo: castigar a Al-Assad, pero no derrocarlo
Cualquier ataque de Estados Unidos y sus aliados sobre Siria probablemente tendría como objetivo dar al presidente Bashar al-Assad -y a Irán- una lección sobre los riesgos que implica desafiar a Occidente, pero no intentar cambiar el curso de la guerra civil.
Funcionarios estadounidenses y europeos insisten en que una ofensiva breve e intensa, quizás únicamente con misiles crucero, sería la respuesta más probable al ataque con armas químicas de la semana pasada que atribuyen a Al-Assad.
Si el ataque se produce, el gobierno de Barack Obama tendrá que elegir sus blancos con extremo cuidado en momentos en que intenta desalentar no sólo a Al-Assad, sino también al aliado de Siria, Irán, sobre su programa nuclear.
"El gobierno tiene que decidir cuál es su objetivo, un castigo para demostrar que existe un precio y restablecer un elemento disuasorio, o cambiar el equilibrio del poder en Siria", dijo Dennis Ross, ex asesor de la Casa Blanca sobre Medio Oriente. "Supongo que [el objetivo] estará orientado al primero", agregó.
Los ataques aéreos de la OTAN en 2011 ayudaron a cambiar el curso de la guerra en Libia al permitir a los rebeldes derrocar a Muammar Khadafy, pero es improbable que Obama opte por esa estrategia en Siria.
Funcionarios estadounidenses señalaron que el Pentágono le presentó a la Casa Blanca una serie de posibles planes de ataque para Siria, que según los analistas sería modesto.
"Creo que se producirá, pero será mínimo, sólo lo suficiente para demostrar al mundo que hicimos algo -dijo Hayat Alvi, de la Escuela de Guerra Naval de Estados Unidos-. El objetivo más amplio es que Estados Unidos no se involucre demasiado, y especialmente que no permita la entrada de soldados al terreno."
El secretario de Defensa, Chuck Hagel, afirmó que las fuerzas armadas están listas para actuar de inmediato si Obama ordena una acción.
Estados Unidos y sus aliados ya estaban fortaleciendo sus fuerzas en la región incluso antes de que cientos de personas perdieran la vida en suburbios de Damasco controlados por rebeldes la semana pasada.
Siria responsabilizó a los rebeldes, pero Washington, Londres y París dicen tener pocas dudas de que se trató de un ataque con armas químicas de fuerzas de Al-Assad.
Si no se actúa pronto, Occidente teme que Al-Assad sienta que puede recurrir a las armas químicas con impunidad, un año después de que Obama estableció una "línea roja" contra el uso de esas armas, que, si se cruzaba, requeriría una acción enérgica.
Los gobiernos occidentales también creen que descartar una acción sobre Siria sembraría dudas sobre otras "líneas rojas" fijadas por Estados Unidos, lo que alentaría a Irán a avanzar con un programa nuclear que según Teherán tiene fines pacíficos, pero que para Estados Unidos y sus aliados busca producir armas.
Cualquier fracaso en atacar Siria también podría llevar a Israel a tomar cartas en el asunto al atacar las instalaciones nucleares iraníes, desatando una mayor agitación en una región ya altamente inestable.
Elegir blancos conlleva muchos peligros. Los blancos más probables serían las instalaciones de comando y control de Al-Assad, las defensas aéreas y cualquier parte de su arsenal químico que consideren que puede ser atacado en forma segura.
Funcionarios occidentales sostienen que las sofisticadas defensas aéreas sirias y las preocupaciones por el riesgo de víctimas entre tripulaciones aliadas se traducen en que lo más probable sea un ataque con misiles crucero, que podrían lanzarse desde barcos de guerra o aviones, sin ingresar al espacio aéreo sirio.
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