El rey volvió a Barcelona y los separatistas le pasaron factura
MADRID.- Nuevo capítulo de tensión institucional en Cataluña. Líderes independentistas plantaron al rey Felipe VI en su visita a Barcelona, organizaron un cacerolazo contra su presencia y se negaron a acudir al acto con el que se le dio la bienvenida a la ciudad.
"El rey solo será bienvenido a la República de Cataluña cuando pida perdón", dijo, desde su refugio en Bélgica, el prófugo expresidente del gobierno autónomo Carles Puigdemont.
Ninguna autoridad local de signo independentista recibió al monarca a su llegada. Solo el jefe de los Mossos d'Esquadra -la policía regional catalana- le dio la mano. Ignorando el desplante, el Borbón le correspondió con una sonrisa y departió varios segundos con él, con tanta atención como si no existiera otro hombre en el mundo.
La misma impasividad demostró Felipe ante los silbidos y los cacerolazos que llegaban desde los alrededores del céntrico Palau de la Música, donde ofreció una cena de gala. "Hemos votado, somos república, basta de presos políticos", eran los gritos de protesta. La policía tuvo que cercar los alrededores.
Era la primera vez en seis meses que el rey pisaba Cataluña. También la primera desde que calificó de "irresponsable deslealtad" la fallida declaración de independencia de octubre pasado.
Pero, a la hora del brindis, optó por pasar por arriba de la tensión y celebrar "la cooperación institucional" entre Madrid y Barcelona para que el gran foro internacional cuya inauguración motivó el viaje "sea un éxito".
Previno, sin embargo, que "solo un compromiso firme" permitirá que la ciudad siga acogiendo al Congreso Mundial del Móvil (MWC, por sus siglas en inglés), el principal evento tecnológico de la telefonía celular, que, hasta ahora, opera en Barcelona. Muchos, incluido el gobierno nacional de Mariano Rajoy, advierten que esto tal vez cambie en el futuro si persiste la tensión institucional a partir de las exigencias independentistas.
Con la presencia del rey en marcha, la disputa está servida. Desde los partidos "constitucionales" llamaron a defender y respaldar al joven monarca. "No vale la pena perder el tiempo" con los mensajes de una persona "fugada" que vive en una "realidad paralela", sostuvo la triunfadora en las elecciones regionales de diciembre pasado Inés Arrimadas, de Ciudadanos, al descalificar a Puigdemont.
Pero, más allá del cruce de palabras, los gestos -de desaire o de respaldo- se mantienen. La alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, llamó a "no rendir pleitesía ni vasallaje" al rey. "Una cosa es el respeto a las instituciones", previno. Y otra, esa actitud. El gobierno de Rajoy deploró la actitud de líderes independentistas contra el rey y se comprometió a acompañarlo en la visita. Estará a su lado la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, que es una figura detestada entre las principales cabezas del independentismo.
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