Hashima, la superpoblada isla que compró Mitsubishi y hoy es un lugar fantasma
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La Isla de Hashima pertenece a la prefectura de Nagasaki, en Japón y hoy es una de las 500 islas deshabitadas que hay en esta región costera. Pero medio siglo atrás, este lugar, propiedad de la empresa Mitsubishi, de apenas 480 metros de largo por 150 de ancho, fue el territorio más densamente poblado de todo el planeta.

Pero de esta pujante comunidad, cuyo corazón económico eran las minas de carbón, hoy tan solo es posible ver el esqueleto de sus edificios y las enormes murallas que la rodean, que fueron construidas para protegerla de los fuertes oleajes y los tifones de la zona. Por la falta de gente y el abandono total de sus instalaciones, la ínsula, se conoce hoy como "la isla fantasma de Japón".

En 1810 se había descubierto que la isla de Hashima tenía carbón. Un emprendedor llamado Koyama Hideuji fue el primero que puso en funcionamiento las minas en dicho lugar en 1870, Pero la prosperidad de la ínsula vendría dos décadas después, para el año 1890, cuando la compañía Mitsubishi -en ese entonces la actual automotriz era una compañía minera y naviera- adquirió la isla para aprovechar la provisión del carbón.

La compañía llegó a extraer de las minas ubicadas en el subsuelo marino unas 410.000 toneladas de carbón al año. Los ingenieros de Mitsubishi diseñaron además y mandaron a edificar alrededor de toda la ínsula unos murallones de enorme grosos para resistir las condiciones adversas del clima del lugar.

La edificación de una ciudad próspera
Y luego llegó la edificación para albergar a la que sería su próspera comunidad, conformada por los trabajadores de las minas y sus familias. Como dato que ilustra las aspiraciones de grandeza que se vivían en el lugar, en el año 1917 se construyó allí el edificio que en ese entonces era el más alto de Japón.

Por sus potentes murallas, la isla, que hoy es un lugar fantasma, fue llamada Gunkanjima, o isla acorazada, pero también, "la isla sin verde", por la escasa cantidad de césped en un lugar copado por el hormigón.

Así fue como, a través del tiempo, esta ciudad "minera" creció hasta convertirse en el lugar con mayor densidad poblacional del planeta. A finales de los 50, sus casi 6000 habitantes vivían en unos 150 edificios. Y la comunidad disponía de un hotel, una gran escuela, restaurantes, cafés, casinos, canchas de tenis, una comisaría y hasta un burdel, según consigna Auto Bild, un sitio especializado en la industria automotriz.

Hashima, de isla próspera a isla fantasma
Pero cuando, a medida que pasaba el tiempo, el petróleo le fue ganando su lugar de importancia al carbón como combustible, la realidad de la isla cambió. Y fue de manera abrupta. El 15 de enero de 1974 cerró la mina y el 20 de abril los últimos habitantes abandonaban la isla. Atrás dejaban un paraje que con los años se convertiría en una imagen de la desolación y del abandono humano.

Hashima fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en el año 2015 y era visitada -hasta antes de la pandemia de coronavirus- por grupos de turistas que apenas podían estar en ella un par de horas, antes de regresar hasta el punto de de partida en Nagasaki.

Lo que se ve ahora en la otrora próspera isla son edificios vacíos, ganados por la destrucción provocada por el clima e invadidos por la vegetación, que se abrió paso de manera vital en lo que antes era el símbolo del avance de la civilización humana.

La isla ya no ofrece voces humanas, y a cambio sus visitantes escuchan el graznido de algunos pájaros y la fuerza del oleaje sobre las murallas. Con razón el lugar ha sido bautizado como la isla fantasma.

Claros y oscuros de la isla
Para los años 60 la isla tenía avances tecnológicos y un nivel de vida superior incluso al del resto de Japón. Los trabajadores nipones querían ir a trabajar allí, por las comodidades del lugar y los altos sueldos que pagaba Mitsubishi.

A pesar de no haber vehículos en el lugar -sus dimensiones los hacían innecesarios-, la isla llegó a tener la mayor cantidad de radios y televisores por habitante para fines de los años 50. Se trataba de una comunidad pujante, y llena de vitalidad.

Pero la ínsula también guardaba un costado oscuro: en la década del 40, durante la Segunda Guerra Mundial, ante la escasez de mano de obra japonesa, se tomaron a ciudadanos coreanos y prisioneros de guerra chinos para utilizarlos en el trabajo minero.

Los historiadores estiman que durante el período de la guerra más de 1300 trabajadores explotados murieron en la isla a causa de accidentes en las minas y también, por cansancio extremo y malnutrición. Así lo consigna el sitio turístico y cultural sobre Japón Japonpedia.
El hecho de la explotación de trabajadores fue retratado en la película coreana Battleship Island, del año 2017, en la que un grupo de mineros de Corea intentan fugarse de la isla.

La isla también es escenario cinematográfico para la película Skyfall, de 2012, la entrega número 23 de la serie de James Bond, en la que el lugar era la guarida del villano, interpretado por Javier Bardem.
En el año 2002, Mitsubishi donó la isla a la prefectura de Nagasaki que es quien hoy se encarga del mantenimiento de esta fantasma. En el que fuera el lugar del mundo con mayor densidad de población, hoy no queda nadie. Pero las estructuras de los edificios de hormigón, eso sí, demuestran que fueron un éxito arquitectónico porque siguen aguantando, erguidos, las embestidas del mar y el viento como el primer día.

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