Inhaúma suma decenas de entierros y se convierte en el mapa del duelo después de la ofensiva contra Comando Vermelho
En el cementerio municipal de la zona norte de Río de Janeiro ya fueron sepultados, al menos, treinta de los muertos de la operación contención en las favelas
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RÍO DE JANEIRO (enviado especial).- El bloque 23 de la cuadra 57 del cementerio de Inhaúma está compuesto de trescientos nichos que lentamente habían comenzado a ocuparse, pero en la última semana varios de esos espacios con cal en el suelo se llenaron. El H600, el H601, el H607 y el H608 son algunos de los que ahora albergan a cuatro de los muertos en el enfrentamiento que tuvo la policía de Río de Janeiro con el Comando Vermelho en las favelas de Penha y Alemão. La imagen se repite en el bloque 12 de la misma calle 57 donde hay más de doscientos nichos distribuidos en hileras y en filas que llegan hasta los 12 pisos que van desde la letra A hasta la letra L.
En cada frente, todavía sin lápida definitiva, los sepultureros escribieron con pintura negra sobre el mármol el código del nicho y el día en que se ocupó y fue sellado. Desde el 30 de octubre, hasta ayer, más de 30 de los 117 muertos ya ocupaban su sitio final.
El patrón se vuelve reconocible con el paso de los minutos entre los laberínticos pasillos del cementerio de Inhaúma, inaugurado en 1903 y a donde llegan los muertos de la zona norte de Río de Janeiro. El cemento aún fresco alrededor de los mármoles es el que marca que esos nichos tienen moradores recientes. Los mismos fueron retirados para ingresar los féretros y luego se volvieron a colocar y fueron sellados para proteger cada depósito. En unas semanas, el número será tapado por una lápida que recuerde el nombre, día de nacimiento y muerte de quien allí descansa.
LA NACION recorrió ayer, en el Día de los Muertos, el panteón y pudo contar al menos 15 personas enterradas aquí en los últimos días. Los números, sin embargo, se expanden si se escuchan las voces internas del cementerio. Según Joao Silva, empleado del establecimiento, ya son al menos treinta los muertos que fueron enterrados en estos nichos entre el jueves y ayer. Agrega que, al cierre de la jornada, los entierros se reanudarían y el movimiento continuaría hacia última hora. Ante la consulta de si son los fallecidos en la Operación Contención, asiente con la cabeza y explica. Recibimos un listado cada mañana con los nombres de quienes serán sepultados, el día en que murieron y el destino dentro del predio.
Esa planilla puede cotejarse con el listado difundido por la Policía Civil de Río de Janeiro para saber si la persona que están ingresando en un nicho murió durante el enfrentamiento del martes 28 en las favelas, o si se trata de un vecino que, por otras razones, tendrá aquí su última dirección.
El bloque 23 ofrece un mapa de esa urgencia. En un tramo, la hilera de letras F, G y H concentra azulejos nuevos con inscripción reciente: F615, F616, G614, H594. Las marcas de cierre, otra vez, dictan el pulso. A pocos metros, un nicho abierto espera. Adentro asoma el interior recubierto con cal; el rectángulo blanco contrasta con el gris del cemento que se extiende al cielo que amenaza con llover hasta que el agua dice presente a las 12.54 . La tapa que cerrará el hueco descansa a un costado, como una puerta recostada. Todo indica que, cuando el movimiento vuelva a acelerarse, ese hueco tendrá un destino y luego otra vez cemento fresco en los bordes.
En otra pared, los códigos se suceden como un calendario del duelo: G593, G594, G 595; H593, H594, H595. La secuencia tiene algo de inventario y algo de lista de espera. Aquí la memoria se escribe con letras y números, y por eso los familiares preguntan por coordenadas y no por calles: bloque, cuadra, letra, número. Incluso, al ser un sector nuevo para ellos, les muestran a los empleados del cementerio una foto donde se leen las coordenadas y los acompañan hasta el lugar.
En el centro del panteón, la escena fue otra. Decenas de personas realizaron rituales de umbanda, candomblé y prácticas católicas para venerar a sus muertos. La cruz blanca de dos metros y medio de altura se recortaba contra las nubes; a sus pies, una hoguera encendida calentaba el aire. Sobre el piso de cemento, mantas con ofrendas: panes, frutas, botellas, aves muertas, flores y papeles con nombres. Se veían círculos de granos esparcidos y pétalos blancos que formaban figuras irregulares. La gente se acercaba, encendía velas, dejaba vasos con agua, rezaba y agradecía. Nadie imponía su rito; las devociones convivían en una coreografía silenciosa y por sectores.
En el extremo derecho del predio, donde están los nuevos bloques y cuadras, la realidad es otra. El silencio es el que domina la escena y solo se rompe por algún sollozo o cuando el montacarga de los sepultureros se eleva hasta alguno de los nichos para colocar un féretro o acercar una ofrenda floral de las familias que llegan a saludar a sus muertos.
El relato de Joao Silva coincide con lo que muestran los muros. Al menos treinta, repite, y señala que los entierros seguirían hacia el final de la jornada. No ofrece números exactos ni hay una oficina de prensa en el portón para entregar balances. El cementerio, en ese sentido, es la contracara del operativo que asaltó la semana en las favelas: aquí no hay comunicados, solo marcas negras sobre piedra. La constatación posible se hace caminando, leyendo códigos, anotando días y mirando el cemento más fresco. En ese contexto, el nicho H608 sobresale porque también fueron pegadas con cemento dos rosas: una blanca y una roja que aún están frescas. La fecha en la que esa tumba tuvo dueño es el 30 de octubre.
En otro de los paredones, el nicho F232 aguardaba el cierre con el interior a la vista, recubierto con cal. La tapa apoyada a un costado dejaba ver la mecánica del procedimiento. A pocos pasos, un grupo de familiares sostenía un ramo simple y preguntaba por la letra H.
La magnitud del operativo desarrollado por las fuerzas de seguridad provinciales, el más letal de la historia de Río y que sumó más de 120 muertos, transformó a Inhaúma desde el jueves pasado.
El eco de lo ocurrido en las favelas
La proximidad del cementerio con las favelas vuelve más concreto el eco de lo ocurrido. Ayer, al pie de los bloques, se escuchaban conversaciones en voz baja que intentan ordenar lo que se sabe y lo que todavía no se puede confirmar: quién estaba en qué lugar, quién llegó primero, quién no llegó.
Con cada nueva inhumación se aleja la idea de los líderes del Comando Vermelho (CV) de hacer un velatorio masivo con todos los muertos en cada una de las favelas como una señal de rebeldía a la administración del gobernador Claudio Castro.
El mandatario carioca, también se sumó ayer a los recuerdos por el Día de los Muertos y despidió a través de un posteo en sus redes a los cuatro policías que murieron el martes durante el operativo.
Neste Dia de Finados, o significado da data é ainda mais profundo para a população fluminense.
— Cláudio Castro (@claudiocastroRJ) November 2, 2025
Vivemos dias muito duros, marcados pela luta contra os narcoterroristas, pelo sacrifício de homens que perderam a vida cumprindo o juramento de proteger a população. pic.twitter.com/df0OVeEtGG
“En este Día de Todos los Santos, el significado de la fecha es aún más profundo para los habitantes de Río de Janeiro. Estamos viviendo tiempos muy difíciles, marcados por la lucha contra los narcoterroristas y por el sacrificio de hombres que perdieron la vida cumpliendo su juramento de proteger a la población”, escribió en su cuenta de X junto a un video que mostró lo que fue el velatorio de los uniformados.
Castro sumó: “Hombres que dejaron sus hogares para trabajar y honraron, hasta el final, la misión de servir. No hay palabras que puedan consolarnos en este momento, pero hay un sentimiento que nos une: la compasión por las familias que han perdido a sus seres queridos”.
Do lado certo! Hoje estive com os policiais feridos durante a Operação Contenção.
— Cláudio Castro (@claudiocastroRJ) November 2, 2025
Olhar nos olhos de cada um deles é entender o verdadeiro significado de coragem e compromisso com o dever. pic.twitter.com/LYTDs41Vci
Horas más tarde, compartió un nuevo mensaje y video en el que se mostró visitando en un centro de salud a los efectivos que fueron heridos durante el enfrentamiento y que debieron ser hospitalizados. “Ningún sacrificio es en vano. El Estado reconoce, apoya y valora a cada hombre y mujer que viste el uniforme y defiende a nuestro pueblo. Permaneceremos firmes, del lado de quienes protegen, asumen riesgos y nunca se rinden”, aseguró.
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