Karen Sue Pence, la segunda dama de EE.UU. que es devota a su marido y no aprueba el matrimonio gay
La esposa de Mike Pence es una gran influencia en Washington; ayer, en su paso por Buenos Aires, visitó el Instituto de Neurología Cognitiva
El vicepresidente de Estados Unidos , Mike Pence, y su esposa Karen Sue tienen una de esas parejas que podrían tildarse de simbióticas. Suelen salir a pasear en bicicleta juntos, tener cintas de correr iguales, usarlas al mismo tiempo, y un teléfono rojo, que sólo llama a un numero: el del otro.
Karen Sue Pence, la segunda dama de Estados Unidos, es una compañera fiel. De acuerdo a una nota publicada por el diario The Washington Post, esta mujer de 60 años es una influencia y una de las aliadas políticas más importantes del gobierno de Donald Trump .
Participa activamente de la gestión: interviene en las charlas del vicepresidente con su personal, acompaña de manera fiel a su marido y está a su lado en muchas de las veces que tiene que enfrentar al periodismo.
"Como gobernador, Mike Pence tenía un círculo interno muy estrecho, y Karen Pence era una parte muy importante. Yo la caracterizaría como la pareja silenciosa y omnipresente. Se sabía que ella estaba allí, que había una influencia considerable pero ella no lo hacía público", cuenta Brian Howey, editor de Howey Politics Indiana.
Es tan fiel y fuerte el lazo que los une, que desde su círculo aseguran que Trump lo entendió y que por ello hasta llegó a consultar su opinión en momentos críticos de campaña que lo llevó a la Casa Blanca .
"Fue una parte importante de nuestra campaña y nunca se estremeció", dijo Kellyanne Conway, consejera del presidente. "Karen Pence era una de las personas más pro-Trump y defensoras que hay. Tiene un gran sentido del otro y reúne entusiasmo y apoyo para el presidente".
Karen Sue Batten es su nombre de soltera. Nació en Kansas, creció al norte del centro de Indianápolis, donde conoció a Steve Whitaker, su primer esposo, en la escuela secundaria. El matrimonio duró poco: él estaba estudiando Medicina y pasaba demasiadas horas en el hospital, algo que molestaba a Karen.
A Pence lo conoció tiempo después y a los ocho meses de relación, ya sabía que quería casarse con él; por eso, mandó a grabar una pequeña cruz de oro con la palabra "Sí" y esperó la pregunta para entregársela.
Se casaron en 1985, en una iglesia católica romana aunque más tarde se convirtieron en cristianos evangélicos. La religión es parte central de sus vidas. Por ella se rigen, por ella tampoco, según dicen, comen jamás con una persona del otro sexo si su pareja no está presente.
Son conservadores. Ambos se oponen al matrimonio homosexual. En 1991, cuando Karen era maestra de escuela primaria, escribió una carta al editor de un diario porque una de las secciones presentaba un artículo que "anima a los niños a pensar que son gays o lesbianas”.
Sus amigos aseguran que gracias a la religión, al pequeño grupo de estudio bíblico que tuvieron durante su tiempo en la mansión de gobernador de Indiana, soportaron los tiempos malos, como los años en los que les costó tener hijos. Hoy tienen tres: Michael, Charlotte y Audrey.
Pence, que estudió arte en la Universidad Butler y aún pinta, combinó sus intereses en el arte, la educación y las familias y trabaja en ellos. Como segunda dama de EE.UU., espera que la terapia de arte sea una de sus grandes iniciativas, junto con el apoyo a las familias de militares.
En su paso por Buenos Aires como parte de la gira latinoamericana del vicepresidente, Karen recorrió el Teatro Colón junto a la primera dama Juliana Awada y estuvo en el Instituto de Neurología Cognitiva con profesionales del arte terapia, la disciplina de la salud mental que utiliza herramientas de creatividad artística.
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