La era de la "adultez emergente"
PARIS.- El problema se presenta con las mismas características en todos los países desarrollados y en todo tipo de familias: los jóvenes no sólo regresan a sus casas cada vez con más frecuencia, sino que demoran cada vez más en alcanzar la madurez.
El problema es grave, aunque todos ignoran aún sus consecuencias en la economía, el impacto psicológico que tendrá en las familias y, sobre todo, en la sociedad.
Todos los estudios demuestran que la generación de 20 a 30 años se transformó en una suerte de neutrón libre, totalmente diferente de lo que se conoció hasta ahora. Por regla general, un tercio de los jóvenes occidentales se van a vivir solos alrededor de los 20 años y el 40% de ellos regresa a vivir con sus padres por lo menos una vez.
A esa edad, cambian de trabajo un promedio de siete veces, mucho más que cualquier otra franja de edad. Dos tercios pasan cierto tiempo conviviendo con una pareja sin casarse, y el matrimonio llega más tarde que nunca. En 1970, la edad promedio para el casamiento era de 21 años para las mujeres y 23 para los hombres. En 2009, ese promedio trepó a 26 para ellas y 28 para ellos. En todo caso, no hacen falta demasiadas encuestas para darse cuenta de que los jóvenes se hacen adultos cada vez más tarde. Pero, ¿por qué?
Jeffrey Jensen Arnett, profesor de psicología de la Universidad Clarck en Worcester, cree que Occidente se halla ante la aparición de una nueva etapa de la vida, que llama "adultez emergente".
Para él, lo que está sucediendo es análogo a lo que pasó hace un siglo cuando los cambios sociales ayudaron a la aparición de la adolescencia. Ese período, que ahora es para todos normal, llevó tiempo en ser reconocido y aceptado. Cambios similares se produjeron a comienzos del siglo XXI, que llevaron a la aparición de esta nueva etapa de la vida, que se produce, según Arnett, a partir de los 18 años.
Entre los cambios culturales que provocaron la "adultez emergente", se cuentan la necesidad de una mejor formación para sobrevivir en una sociedad basada en la economía de la información, una más variada experiencia laboral y un menor apresuramiento por el casamiento debido a la aceptación general de las relaciones prematrimoniales, la convivencia y el control de la natalidad, y mujeres jóvenes menos apuradas por tener hijos.
Como la adolescencia, esta nueva etapa también tiene sus características psicológicas: exploración identitaria, inestabilidad, egoísmo y una actitud más bien romántica ante la vida. No hace falta subrayarlo: muchas de estas características son las mismas que experimentan los adolescentes. La diferencia reside en que, a partir de los 20, todas ellas adquieren una mayor urgencia y profundidad.
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