La estrategia ucraniana de dar batalla en cada rincón le empieza a pasar factura a sus fuerzas
Con su estrategia de hacerle pagar caro a las fuerzas rusas cada pequeño bolsón de territorio que ocupan, el gobierno de Kiev corre el riesgo de agotar sus propias fuerzas militares
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KRAMATORSK, Ucrania.- A principios de este mes, cuando los rusos descargaron todo su poder de fuego sobre la ciudad de Sievierodonetsk, el capitán ucraniano pidió refuerzos de artillería. “No tenemos”, fue la respuesta entrecortada que recibió por radio. Ya hacía dos semanas que el capitán, que se presenta solo por el nombre de Bohdan, y su media docena de hombres resistían el embate de un enemigo más numeroso y mejor armado.
Cuando los rusos finalmente mandaron los tanques y su unidad sufrió graves pérdidas, Bahdan se retiró y condujo al resto de sus hombres 12 kilómetros a pie en medio del monte, hasta llegar a territorio controlado por las fuerzas ucranianas.
Días después, Sievierodonetsk caía en mano de los rusos, regalándose a Moscú una victoria en esta extenuante batalla por el control del Donbass, la región oriental de Ucrania.
“Sin municiones es imposible luchar”, dice el capitán Bohdan durante una breve licencia en Kramatorsk, unos 16 kilómetros al oeste de Sievierodonetsk, antes de volver al frente de batalla.
La batalla por Sievierodonetsk se ha convertido en un emblema de la resistencia de Ucrania a la invasión rusa y de la determinación del gobierno de Kiev para desgastar a las fuerzas enemigas, aun a costa de un precio enorme para el país. Al igual que en Mariúpol, donde un pequeño grupo de soldados ucranianos se quedo a resistir durante semanas, Kiev combatió dos meses para impedir que los rusos tomaran de Sievierodonetsk, cuya caída tenía relevancia política para ambos bandos.
Los esfuerzos como el del capitán Bohdan, que en Sievierodonetsk perdió a la mitad de sus hombres, representan un éxito para las ajustadas milicias de Kiev y reducen a paso de caracol el avance ruso sobre el este de Ucrania.
Tras fracasar en la toma de Kiev, a principios de año, las fuerzas del Kremlin concentraron su poder de fuego en objetivos más pequeños del este de Ucrania, descargando su artillería y su poderío aéreo, para luego avanzar con tropas y tanques para arrasar las ciudades.
El ejército ucraniano apostó a inmovilizar a un gran número de tropas enemigas resistiendo durante semanas en focos de territorio cada vez más pequeños, desgastando al enemigo, y finalmente retirándose para salvar el pellejo y poder luchar la próxima batalla.
Los funcionarios ucranianos y occidentales coinciden en que Ucrania les ha hecho pagar un alto precio a las fuerzas invasoras por cada pedazo de tierra que ocupan. Y con esa resistencia los ucranianos están ganando ganan tiempo hasta la llegada de armas más modernas y poderosas provistas por Estados Unidos y sus aliados.
Pero esta estrategia tampoco es gratis para los ucranianos, que han sufrido muchas bajas para luchar, y al fin y al cabo perder, una agotadora batalla tras otra. Y mientras los soldados aguantan a pura fuerza de voluntad, surgen dudas sobre qué bando se agotará primero.
A principios de este mes, en un discurso grabado, el presidente Volodimir Zelensky dijo que el Donbass pasaría a la historia militar como una de las batallas más cruentas de Europa. “El precio que pagamos en esta batalla es muy alto, simplemente aterrador”, dijo el mandatario. “Y les recordamos diariamente a nuestros aliados que solo con una cantidad sustancial de artillería moderna Ucrania podrá garantizar su ventaja y finalmente poner fin a la tortura rusa sobre el Donbass ucraniano”.
Atrapados en el fuego cruzado
Los soldados de infantería desplegados en la línea del frente son superados en armamento por los rusos y han quedado atrapados en el fuego cruzado de la artillería de ambos bandos. Los ucranianos aprovechan las horas de la noche para cavar trincheras más profundas que los protejan del bombardeo ruso del día siguiente.
Pero la noche entraña sus propios peligros, ya que los rusos sueltan a sus infantes armados con rifles con silenciador, que avanzan hacia las trincheras el responden el fuego ucraniano. Entonces los tanques rusos usan la visión nocturna para detectar los fogonazos del tiroteo ucraniano y atacarlos en sus posiciones, según relatan los soldados.
El capitán Bohdan dice que el combate estaba tan cerca que a veces llegaba a escuchar a los comandantes rusos dando órdenes. Una vez, en el pueblo de Metolkino, a Bohdan y sus hombres y a los soldados rusos los separaba apenas un muro de hormigón, por encima del cual se arrojaban granadas de mano unos a otros.
En las últimas dos semanas de combates en Sievierodonetsk y sus alrededores, el batallón de Bohdan se quedó sin la mitad de sus 500 hombres, entre los heridos y los desaparecidos y muertos en acción, estima el capitán.
Algunos funcionarios ucranianos han calculado que actualmente Ucrania pierde entre 100 y 200 hombres por día, pero otros funcionarios ucranianos dicen que esa cifra es exagerada.
A pesar del intento de contener a los rusos, el conflicto sigue derramándose sobre nuevas áreas civiles. Tres casas de Slovyansk, a 70 kilómetros al oeste de la línea del frente, resultaron dañadas por los bombardeos rusos del fin de semana. Un hombre escapó por poco la cama donde dormía, antes de que se derrumbara el techo.
Los lugareños dicen que pasan a ser blanco de los rusos cuando las fuerzas ucranianas disparan artillería desde sus áreas y después se van: los rusos ya los detectaron y hacia allí apuntan sus cañones. Hace poco, cuentan otros vecinos, los soldados ucranianos empezaron a cavar una trinchera en la localidad y les ordenaron a los civiles que evacuaran.
“No tenemos dónde irnos, ni dinero para mudarnos”, dice un hombre mientras ayuda a su vecino a reparar los daños en su casa.
Stephen Kalin
The Wall Street Journal
Traducción de Jaime Arrambide
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