La relación EE.UU.-China: Biden y Xi dan señales de paz en un año de guerra
La primera reunión bilateral entre los mandatarios de las dos superpotencias globales ofreció varios gestos de acercamiento y distensión en una relación decisiva para el mundo
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WASHINGTON.- Fortalecido luego de las elecciones de medio mandato, Joe Biden llegó a Bali, Indonesia, con la mente puesta más en su primer cara a cara con Xi Jinping que en la reunión del G20 –sobre la que pesan tenues expectativas– y el objetivo de arraigar su política de “competencia responsable” entre Estados Unidos y China, las dos superpotencias que definen el equilibrio geopolítico del siglo XXI. Su reunión bilateral, que se estiró por más de tres horas, reafirmó los puntos de frición, pero ofreció, a la vez, un compromiso para manejar las diferencias sin caer en un conflicto, una señal de distensión que también envió un mensaje a Vladimir Putin, el gran ausente en Bali.
“Vamos a competir vigorosamente, pero no busco conflictos. Estoy buscando manejar esta competencia de manera responsable”, definió Biden en su conferencia de prensa luego del encuentro con Xi.
“Creo absolutamente que no tiene por qué haber una nueva guerra fría”, remarcó.
Today, I met with President Xi Jinping of the People’s Republic of China.
— President Biden (@POTUS) November 14, 2022
We discussed our responsibility to prevent the competition between our countries from veering into conflict and finding ways to work together on shared challenges that affect the international community. pic.twitter.com/ufneHdcyCF
“Necesitamos encontrar la dirección correcta para que la relación bilateral avance y elevar la relación”, había dicho Xi, al inicio de la reunión, cuando los dos mandatarios hicieron breves declaraciones públicas antes del cara a cara a puertas cerradas con sus colaboradores.
“El mundo espera que China y Estados Unidos manejen adecuadamente la relación”, definió.
El comunicado que difundió la Casa Blanca sobre la reunión dejó además un claro mensaje a Putin y a un eventual uso de armas nucleares en Ucrania, un temor que creció a la par de las victorias ucranianas y el repliegue ruso en la guerra. “El presidente Biden y el presidente Xi reiteraron su acuerdo de que nunca se debe librar una guerra nuclear y nunca se puede ganar, y subrayaron su oposición al uso o la amenaza del uso de armas nucleares en Ucrania”, indicó el gobierno de Biden.
Apenas se paró detrás del atril para dar un breve pantallazo de su reunión con Xi y responder preguntas de los periodistas, Biden dijo que las elecciones de medio término habían dejado “un fuerte rechazo a los negacionistas de las elecciones”. Fue casi lo mismo que decir que la elección había dejado un fuerte rechazo a Donald Trump, el gran perdedor de los comicios, blanco de la frustración de los republicanos. Biden y los demócratas terminaron redondeando su mejor elección de medio mandato en el poder de los últimos 40 años. Retuvieron el Senado, y guardan todavía una esperanza –exigua, pero esperanza al fin– de mantener el control de la Cámara de Representantes.
Biden llegó a su reunión con Xi fortalecido por las elecciones. Con ese trasfondo, uno de los puntos en los que hizo mayor hincapié fue que su conversación con el presidente chino fue “abierta y sincera” sobre las intenciones y las prioridades de cada uno en todos los frentes, y, por ende, sobre sus diferencias. Punto por punto, Biden y Xi marcaron sus posiciones. A sabiendas de las diferencias nunca desaparecerán, ambos reforzaron las barandas con las que esperan mantener encauzado el vínculo.
“Quiero dejar claro que digo lo que quiero decir y quiero decir lo que digo”, encuadró Biden sobre sus posturas, y luego completó, al hablar de Xi: “Debo decir que fue tan directo como lo ha sido conmigo en el pasado, y creo que nos entendemos, que es lo más importante que se puede hacer”.
El punteo de temas de la reunión que difundió la Casa Blanca dio cuenta del terreno fértil para los conflictos y las tensiones entre ambas potencias, destinadas a enfrentarse desde visiones y valores fundamentalmente diferentes. Un choque decisivo para el mundo del siglo XXI. Biden “expresó su preocupación”, dijo la Casa Blanca, por las prácticas de China en Xinjiang –Estados Unidos acusó a China de cometer un genocidio contra los Uigur–, el Tíbet y Hong Kong, y los derechos humanos en general. Y Taiwán fue un punto de fricción, un tema genera especial inquietud, sobre todo después de la invasión de Rusia a Ucrania y la alianza de Putin con Xi.
Biden reafirmó la política de “Una China” de Estados Unidos, dijo que “se opone a cualquier cambio unilateral al statu quo de cualquiera de las partes”, y que el mundo tiene interés en la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán. Biden dijo en la conferencia de prensa que no cree que haya un “intento inminente” por parte de China de invadir Taiwán, pero el solo hecho de que haya tenido que responder esa pregunta deja a las claras los temores a un nuevo conflicto.
El mensaje de Pekín sobre Taiwán fue tajante. “Esperamos y siempre nos hemos esforzado por mantener la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán, pero la ‘independencia de Taiwán’ es tan incompatible con la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán como el fuego y el agua”, dijo Xi, según el resumen chino. En su declaración antes de la bilateral, Xi dijo que debían “trabajar con todos los países para traer más esperanza a la paz mundial, mayor confianza en la estabilidad mundial y un mayor impulso al desarrollo común”. Gestos de concordia –por ahora– y de tensión en la gran rivalidad del siglo XXI.
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