Lo hace nuestro en todas sus dimensiones

La designación del cardenal Jorge Bergoglio como Papa lo hace nuestro en todas sus dimensiones.

En cuanto a la Argentina, una distinción a un pueblo que en uno de sus pastores eleva y dignifica un lugar en el mundo donde volvemos a tener, desde la religión, un lugar del que la malversación de la política exterior nos había aislado y condenado a ser socios de los peores.

En la dimensión espiritual: la posibilidad de que en la sucesión de Pedro hacer Iglesia no sólo sea Católica Apostólica y Romana sino que se extienda a las tradiciones del tronco judeocristiano y al islam, para que, unidos en la diversidad de religiones y culturas, volvamos a celebrar la diferencia que nos hace familia como humanidad.

Como misión universal: encaminarnos hacia los pilares del amor, la justicia y la paz para retomar en la grandeza de la renuncia de Benedicto XVI la senda del peregrino del mundo, Juan Pablo II, que encontrará en el nuevo papa la continuidad de propiciar dentro y fuera de la Iglesia los cambios que nos hagan migrar de revoluciones a evoluciones, que nos permitan prosperar en la dignidad de la persona sin distinción de origen ni geografía en el destino común de ser tan humanos como divinos.

En la dimensión personal: una profunda emoción como discípulo en el reconocimiento a quien siendo maestro, y un fraternal amigo en el alma, supo guiarme y aconsejarme con tanto amor como sabiduría a discernir el camino donde vocación de servicio, compromiso social, amor al prójimo y espiritualidad en las acciones que hacen el bien común son en una misma persona la piedra angular de la integridad.

Que en este mes Hebreo de Nisan, el mes de los milagros en el valor de la redención y salvación, sean las pascuas tan judías como cristianas una señal del cielo en bendición, para poder elevar una oración -como él siempre nos pedía que hiciéramos- por Jorge Mario, que siendo nuestro querido Bergoglio es, a partir de ahora como Francisco, el mismo de siempre y también un punto de inflexión en la historia de la Iglesia, de la Argentina y del mundo.

Sean bendecidas las obras de sus manos donde todos seamos liderados como familia de hermanos. Amén.