“Murió el papa Francisco”: la noticia del año que impactó a los argentinos un lunes a primera hora y cómo lo recuerda cada uno
Mediante un recorrido por varias misas, se reconstruyó el día en que Jorge Mario Bergoglio falleció a los 88 años en la Casa Santa Marta del Vaticano; la nota reúne la experiencia individual de un suceso colectivo
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“Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar la muerte de nuestro santo Padre Francisco”, aquellas fueron las palabras que el cardenal Kevin Farrell pronunció el 21 de abril en un video que hizo circular Vatican News 9.45 de la mañana (hora de Italia). Al tratarse de un hecho que ocurrió durante la madrugada argentina, a excepción de periodistas, personas del Gobierno e integrantes de la curia nacional, el resto dormía profundamente y recién en el desayuno, al encender la televisión, la radio o recibir una notificación en el celular, se enteró de la noticia. En diálogo con LA NACION personas de diferentes puntos del país, entre ellos el párroco de San José de Flores, rememoraron ese día que los marcó.
La muerte de Jorge Mario Bergoglio no se vivió igual en la Argentina que en el resto del mundo. El país rápidamente entró en luto, tanto entre los fieles católicos como también aquellos que, lejos de la Iglesia, lo seguían por sus mensajes conciliadores y mirada cercana. Sucedieron otros acontecimientos importantes a lo largo del 2025, pero este sobresalió debido al grado de importancia nacional e internacional.

Ese Lunes de Pascua no fue indiferente para nadie. Muchos lamentaron su partida y otros tantos miraron al cielo, y con angustia, le reclamaron por qué no hizo su último viaje a su país natal.
La última voluntad
Hay que trasladarse al domingo 20 de abril. Francisco se sube al papamóvil y comienza su recorrido por la Piazza di San Pietro ante más de 30.000 fieles que se agolparon para recibir la bendición, en un día donde se conmemora la resurrección de Jesús.
Con un rostro pálido y mirada perdida, el Pontífice apenas puede levantar sus manos para replicar la señal de la cruz y evita emitir palabra alguna. Mientras, el público lo alienta, y vitorea su nombre verdadero y el que escogió para ocupar el cargo como soberano en el Vaticano. Su salud quedó deteriorada tras una larga internación a causa de una neumonía, pero aun así, con la fortaleza que lo caracterizó siempre, asumió su rol y preside la última misa.
Después de ello, sus seguidores se van a dormir intranquilos. No lucía bien. Pese a ello, confían en que Dios lo iluminará. Y se ilusionan igualmente por su presencia en un día tan importante como lo es Pascua, después de haber estado tan débil.
En la madrugada del 21 de abril, Francisco sufre un derrame cerebral que decantó en una insuficiencia cardíaca. La situación es irreversible. Muere en la Casa Santa Marta del Vaticano, la que eligió ni bien asumió el pontificado. Humilde, sin extravagancias.
El silencio se apodera de los pasillos, su médico personal, el Dr. Sergio Alfieri, confirma que ya no tiene signos vitales y desde ese momento inicia el proceso para llevar a cabo su funeral y posterior entierro en Santa Maria Maggiore, en la capital italiana.
“Apostó por la unidad”
“Mi mamá estaba en Roma y me escribió antes que nadie. Yo estaba durmiendo y me manda ese mensaje, que había muerto Francisco. Me dio mucha angustia, me puse muy triste. Él me inspiraba mucho, reproducía el mensaje de Dios. Pero ya tenía una salud deteriorada, fue lamentable”, expresó a LA NACION Francisco “Pancho” Peña, párroco de la Catedral de San Isidro, al final de una de sus misas durante las Fiestas.
“Tuvo mucha claridad, decisión y puso a la Iglesia mucho más humana. Puso el corazón por el otro. Recuerdo que uno de sus últimos viajes fue a Mongolia y se movió por 2000 católicos… eso era Francisco”, señaló el sanisidrense acerca del mensaje que dejó el Pontífice al mundo.
Santos, un joven estudiante de zona norte, reveló: “Yo me estaba lavando los dientes cuando mi mamá me avisa de que Francisco había muerto. Solté el cepillo, la pasta dental y me quedé fijo mirando al espejo. No lo podía creer. Estudio en la Universidad Católica de Buenos Aires y no hubo clases, ese día la misa en su honor estuvo llena”. A su vez, remarcó que en los días posteriores, vio varias entrevistas al Pontífice y leyó sus encíclicas.
Cuando la noticia se difundió por el mundo, los primeros fieles comenzaron a acercarse a la Piazza di San Pietro para despedir al Santo Padre. Era una mañana soleada de primavera, sin ninguna nube. En la televisión argentina los canales transmitían en directo una escena lúgubre. Muchos con ropa negra que se reunieron para hacer popular algo íntimo.

“Cuando vi en la televisión que el Papa había muerto, lo primero que pensé fue en que era una lástima que no vino a la Argentina”, comentó Gloria, una tandilense que reconoció no ser practicante. Así coincidió también Ana, de Trelew, a quien le hubiera encantado que visite su país: “Me dolió, pero lo entendí. No soy muy religiosa, pero lo esperaba. Considero que fue un Papa que se acercó mucho a la gente necesitada”.
Luján, de El Triunfo, partido de Lincoln, recordó: “Me enteré de la noticia por Instagram, muy temprano. Todavía estaba acostada. No me sorprendió porque ya venía con problemas de salud. Creo que quedó pendiente su visita a la Argentina. Su partida me dio pena por lo que representó para el mundo y para nuestro país”.
A la salida de misa en la Iglesia Santísimo Sacramento de Tandil, Emilia recordó durante estos días de Fiestas qué fue lo que más la conmovió al escuchar la noticia de su muerte: “Fue lo más grande. Lloré mucho, sabía de su humanidad, lo conocí en mis viajes a Capital, presencié algunas de sus misas. Creo que al mundo le dejó un mensaje de amor y paz”.
“Para mí, Francisco significa gratitud, amor y justicia. Eso le dejó al mundo”, remarcó por su lado Gabriel, de María Ignacia Vela. Al mismo tiempo, su esposa lo interrumpió y dijo: “El Papa trabajó mucho por los cristianos. Apostó por la unidad”.
Para Elisabetta Piqué, corresponsal de LA NACION en Italia y que estaba en Roma al momento de la noticia, la partida de Francisco fue un “shock”. Así lo relató en el primer capítulo del libro que escribió junto con su esposo, Gerard O’Connell, y al que titularon: El Último Cónclave.
Además, en diálogo con Laura Ventura, para este medio, Piqué rememoró qué significó para ella cubrir el funeral del Papa y a la vez, el de un amigo: “Yo me puse la misma coraza que me pongo en las coberturas de guerra. Pero en cierto modo Gerard y yo estábamos ‘contentos’ de que se hubiera ido de esa forma, pudo despedirse en Pascuas. Y se fue apoteóticamente y no tuvo la agonía de Juan Pablo II que me tocó cubrir, una agonía de varios años en los que todos sabían que no era él quien gobernaba".
En las jornadas venideras y tras el último adiós, según lo expresamente pedido por el Pontífice, su cuerpo se depositó en una tumba sencilla, sin ornamentaciones ni figuras magnas. Solo una placa en el suelo que reza con su nombre en latín: FRANCISCUS.
“Constructor de puentes”
Martín Bourdieu, sacerdote de la Basílica de San José de Flores (sitio donde Bergoglio recibió el llamado divino al sacerdocio y donde más tarde ofició misas), también habló con LA NACION y describió aquel 21 de abril como si fuese ayer.
“Ese lunes habíamos quedado en descansar un poco porque el Domingo de Pascua había sido intenso. Acá en Flores las fiestas litúrgicas suelen convocar a muchas personas. Pero esa mañana, tempranito sonó el teléfono y nos enteramos de que el Papa había muerto. Inmediatamente, supimos que tendríamos días muy intensos por delante”, recordó Bourdieu. Y agregó: “La noticia nos tomó con dolor, si bien su estado era bastante delicado, pero siempre que llega la confirmación es como un balde de agua fría”.
“De inmediato empezó a venir mucha gente a la basílica y medios de todo el mundo. Se armó una guardia periodística en la puerta. Los periodistas querían imágenes del confesionario donde Bergoglio sintió el llamado por primera vez. Y también empezaron a venir algunos embajadores a presentar sus condolencias. A eso del mediodía nos llamaron desde presidencia que vendría Victoria Villarruel a la misa de las 19. También vino el Arzobispo Jorge García Cuerva a presidir la eucaristía. Fue impresionante la cantidad de gente, se cortó la Avenida Rivadavia. Fue realmente una demostración de afecto y de amor muy fuerte”.
“Francisco dejó una invitación inclaudicable a trabajar todos por una cultura del encuentro. Creo que ese fue su legado, en un mundo muy polarizado, fragmentado y enfrentado, él luchó para generar espacios de diálogo, de charla y tender puentes”, sostuvo Bourdieu.
Antes de terminar su conversación con LA NACION, Martín Bourdieu contó que Francisco mantuvo contacto con la Basílica de San José de Flores hasta sus últimos días con vida. Incluso cuando estuvo internado por neumonía preguntaba por ella. Además, tiempo antes de morir, envió un cuadro de un pintor ruso que renovó años atrás la fachada del templo. Ese fue su regalo para un rincón tan importante en su trayectoria como sacerdote.
Ídolo popular
Jorge Mario Bergoglio, tanto antes como en su faceta de Francisco I, intentó poner en práctica lo que la religión católica profesa. Se hizo cercano, pidió a los jóvenes feligreses que “hagan lío”, abrió sus puertas a la comunidad LGBTQ+, pidió por los inmigrantes invisibilizados, los derechos de las mujeres y dejó en claro que pertenecía al pueblo. Por eso acudió aquel domingo a San Pietro. Quería estar junto a los fieles, despedirse y demostrar que su rol era ese.
Justo un mes después de su fallecimiento, fui a Roma. No en mi faceta de periodista, sino durante mis vacaciones, aunque uno nunca deja de lado la vocación y profesión (menos aún cuando viaja). Mientras se organizaban los preparativos para la primera misa de León XIV, las calles aún conservaban fotos, mensajes, banderas, almanaques, libros y pegatinas con el rostro de Francisco. En una de las galerías principales de los Museos Vaticanos, le pregunté a una trabajadora sobre el Papa argentino, y ella sentenció: “Su ausencia se nota. Hace mucha falta. Cuando él pasaba por aquí saludaba a todos”.

Santa Maria Maggiore era el epicentro en el cual miles de católicos (algunos no practicantes), hacían cola de más de una cuadra para visitar la tumba custodiada por dos policías. Entre llantos, sollozos y “gracias Francisco”, la pasarela se me hizo lenta frente a la lápida de piedra de Liguria, a la vez que las autoridades pedían acelerar el paso.
Al igual que el 13 de marzo de 2023, cuando asumió su pontificado, el 21 de abril del 2025 se guardará en la memoria de la historia argentina como el día en que ese referente espiritual, nacido en el barrio de Flores, se despidió del puesto más importante en la Iglesia Católica.
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