Un ultimátum de Rusia pone en riesgo el futuro de la Estación Espacial Internacional
Moscú puso como fecha límite el 31 de marzo para que Occidente levante las restricciones al sector espacial
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El 5 de marzo, unos días después del inicio de la invasión a Ucrania, Roscomos –la organización estatal de la Federación de Rusia responsable del programa de vuelo espacial y cosmonáutica– publicó un peculiar video en su cuenta de Telegram. El clip, que dura 58 segundos y tiene música popular rusa de fondo, mostraba cómo un grupo de cosmonautas de la Estación Espacial Internacional (EEI) se despedía de un colega estadounidense, se subía al módulo ruso de la estación, se desacoplaba y se alejaba volando, mientras los controladores en tierra festejaban con una ovación.
Aunque el video era ficticio, fue percibido por Occidente como una suerte de amenaza. Con el segmento ruso de la estación desacoplado, la EEI no tendría propulsores para mantener su órbita y todo estaría condenado a caer a la Tierra. De esta forma, Rusia sugirió que podía terminar con el puesto orbital si quisiera.
La guerra espacial continua
— Federico Kukso (@fedkukso) March 7, 2022
La agencia estatal rusa RIA Novosti publicó un video en Telegram hecho por @Roscosmos donde los cosmonautas se despiden del astronauta estadounidense Mark T. Vande Hei en la #ISS y luego el segmento ruso se separa del resto de la estación. pic.twitter.com/C6S750bKEL
Con la llegada de las sanciones, la amenaza se convirtió en una posibilidad real. Rusia ha dado un ultimátum a Occidente para que levante las restricciones al sector espacial. “El 31 de marzo es el último día que tienen la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense (CSA) para responder a nuestro requerimiento de que levanten las sanciones contra dos de nuestras empresas civiles (TsNIIMash, de investigación de ingeniería mecánica, y el Centro Espacial de Cohetes Progress)”, señaló el director general de Roscosmos, Dmitri Rogozin.
La respuesta sentará la base de la decisión sobre su disposición a prolongar la vida de la plataforma orbital internacional hasta 2030, al igual que sobre la reanudación de los vuelos conjuntos con la NASA. De momento, el Gobierno ruso prevé participar en la EEI hasta 2024, con la intención de lanzar después su propia estación, según informó EFE.
En opinión de Rusia, en la estación, que fue puesta en órbita en 1998 e iba a tener una vida útil de 15 años, habría que inyectar “un enorme monto de dinero” para repararla y evitar que se desintegre “en pedazos” antes de 2030.
“Creo que es la mayor amenaza para la asociación internacional en su historia”, dijo Ron Garan, un ex astronauta de la NASA que pasó cinco meses a bordo de la estación en 2011, a Bloomberg.
Para Garan, lo que está en peligro es el mayor y más complejo proyecto internacional de la historia, una prueba fehaciente de 100.000 millones de dólares del ingenio humano y cooperación transfronteriza. El conjunto de 490 toneladas, cuya construcción ha requerido más de 40 lanzamientos espaciales, se extiende por una superficie mayor que un campo de fútbol. Lleva 21 años habitada de forma ininterrumpida, un récord en los vuelos espaciales tripulados, y en todo momento se están llevando a cabo más de 100 experimentos científicos. Además ha resistido a las erupciones solares, a los impactos de micrometeoritos, a las fugas de aire y a las averías de los equipos. A finales de diciembre, el gobierno de Joe Biden anunció que ampliaba la financiación de la EEI de 2024 a 2030.

Y Rusia ha sido parte de este proyecto desde el comienzo. Cuando la Unión Soviética se derrumbó, una de las industrias de lanzamiento espacial más avanzadas del mundo quedó repentinamente a la deriva. Dado que esa tecnología podía utilizarse para lanzar una bomba nuclear, Estados Unidos quiso asegurarse de que todo ese talento y esa tecnología no fueran a parar a Irán, Libia, Corea del Norte o cualquier otra potencia hostil. La estación espacial era un proyecto emocionante que sería lo suficientemente grande como para absorber a un montón de ingenieros espaciales desempleados.
“Firmamos todo el papeleo para admitirlos en la asociación justo en medio de la guerra civil en Rusia”, explicó Garan a Bloomberg, refiriéndose a la crisis constitucional de 1993, durante la cual el presidente ruso Boris Yeltsin ordenó a las tropas bombardear el edificio que albergaba la legislatura. “Los tanques estaban literalmente disparando fuera de los edificios donde el administrador de la NASA, Daniel Goldin, estaba firmando con los rusos. Esa asociación en el espacio era tan importante que ambas partes estaban dispuestas a arriesgar la vida por ella”.
Quiebre
Pero el equilibrio de la relación cambió en 2011, cuando se puso fin al programa de transbordadores espaciales. Sin posibilidad de llegar a la EEI por sus propios medios, Estados Unidos tuvo que alquilar viajes a bordo de cohetes rusos Soyuz. Esa dependencia dejó a los estadounidenses con poca influencia cuando Rusia se anexionó Crimea en 2014 y apoyó a los movimientos separatistas armados que se apoderaron de partes de las regiones ucranianas de Donetsk y Luhansk.
Cuando el gobierno de Barak Obama introdujo una serie de sanciones en respuesta, incluyendo las exportaciones de alta tecnología de Rusia, Rogozin, que era entonces viceprimer ministro, lanzó una mordacidad en Twitter: “Después de analizar las sanciones contra nuestra industria espacial, sugiero que Estados Unidos mande a sus astronautas a la EEI con un trampolín”.
Los esfuerzos de la NASA por sustituir el transbordador espacial resultaron ser más lentos y costosos de lo previsto. Finalmente, en mayo de 2020, una cápsula Crew Dragon que transportaba a dos astronautas fue lanzada a la EEI a bordo de un cohete Falcon 9 de SpaceX. Por primera vez en nueve años, Estados Unidos podía llegar a la estación espacial por su cuenta.
Para entonces, Rogozin había sido nombrado director general de Roscosmos.
En todos esos años, su sentido del humor permaneció intacto. “Para llegar a la EEI, los estadounidenses podrían volar en sus escobas” dijo a la televisión estatal rusa al mismo tiempo que anunció que dejaría de vender motores de cohetes a Estados Unidos como represalia por las sanciones.
Rusia también detuvo la cooperación con los socios europeos para lanzamientos desde el cosmódromo de Kourou, en la Guayana Francesa y exigió que los futuros contratos de Roscosmos se cobren solo en rublos.
Roscosmos canceló además el lanzamiento de satélites británicos de comunicación OneWeb, después de que la propia empresa, con el apoyo del Gobierno, cesara la futura puesta en órbita de sus aparatos con cohetes Soyuz desde el cosmódromo ruso de Baikonur, y firmara un acuerdo con SpaceX, la compañía de Elon Musk.
Integrated tests of the launch pad, mobile service tower and Soyuz-2.1 pic.twitter.com/QDOpv9gVaH
— Dmitry Rogozin (@DRogozin) October 4, 2017
Rogozin ha estimado en 12.000 millones de dólares el daño causado a Occidente por negarse Roscosmos a lanzar estos satélites y suministrar motores para vehículos de lanzamiento, informó la agencia de noticias EFE.
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