Pángaro y su orquesta: a recuperar la elegancia, vuelve Baccarat
A fines de los 90, Baccarat irrumpió en la escena con una propuesta disruptiva, pero no aislada. Eran tiempos en los que Willy Crook se alzaba como el Embajador del Buen Gusto al frente de sus Funky Torinos, y su backing band, liderada por el guitarrista Juan Manuel Valentino, proyectaba el sonido Blue Note de Wes Montgomery a las nuevas generaciones. El sabor tropical de Mimi Maura copaba escenarios como El Dorado rescatando viejos boleros de su padre, el boricua Mike Acevedo, en clave de ska. Surgía el grupo Lapsus con su espíritu hawaiano. La elegancia y el encanto del vintage estaban flotando en el aire… Pero lo del grupo creado por Sergio Pángaro y la artista plástica Adriana Vázquez, era distinto: un verdadero Lounge-a-palooza. "Había una perspectiva juvenil que parecía descubrir por primera vez toda esa música de posguerra. En la mente de Baccarat la rebelión pasaba por sentirse viejo, como una posibilidad de escapar al destino del rock, para poder tomar un desvío antes que la soberbia juvenil lo hiciera imposible. Los samplers y viejos fonogramas fueron maquillados con sonidos electrónicos y versos actualizados", dice ahora Pángaro, que a 20 años de la edición de su primer disco, Baccarat por el mundo, rearmó el grupo para un concierto celebratorio en la Sala Siranush, Armenia 1353, a las 21. Pángaro, su orquesta y un selecto grupo de invitados (Nina Simona, Matías Tanco, Seba Tout, Miguel Canel, Electrochongo y un ballet de Burlesque dirigido por Mariella Fuhr, entre otros) animaran una velada que rescata el glamour de tiempos pretéritos. "Se ve que otra vez el contexto hace que algunas canciones no hayan perdido actualidad. Había que celebrarlo, y entre los invitados figura Vico Berti, autor de uno de los samplers que usa Baccarat. Así que es desopilante que entra Vico al escenario y se encuentra con su canción reordenada", celebra Pángaro entre risas. La discografía del grupo incluye un álbum grabado en la clásica confitería La Ideal. Pero ese disco seminal, que celebra dos décadas, incluía un hitazo ("Lluvia dorada"), colaboraciones con glorias como Fernando Suarez Paz y Ricardo Lew, y un arte de tapa que los mostraba, facheros, en locaciones como el Jardín Japonés y la Fragata Libertad. Postales de un mundo elegante sin cruzar la General Paz: "Era una ilusión de algo que pudo haber pasado. No algo imposible, sino algo que podía ser recuperado. Si hubo humor, era humor sobre la ingenuidad de querer creer todo eso", dice Pángaro. Un regreso necesario.