
Buenos Aires, en la ficción del siglo XXI
Fernando Spiner avanza en el rodaje de "La sonámbula", sobre un guión de Ricardo Piglia.
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Ricardo Piglia (56) y Fernando Spiner (38) tienen algo en común. Mientras el escritor y guionista -de Héctor Babenco, Nicolás Sarquís y Carlos Sorín- confesó que "escribía para averiguar qué es la literatura", el cineasta parece insistir a fuerza de propuestas siempre desafiantes, que hace cine para saber qué es el cine. Spiner es un constructor de imágenes en la vapuleada Argentina de los 90, y conserva aquel espíritu emprendedor, pero sobre todo creativo, de los que logran hacer crecer bosques sobre médanos. Será porque vivió su adolescencia en Villa Gesell, o porque le toca hacer cine en medio de la inexorable crisis del fin de siglo y todo —juran algunos sociólogos— ya fue dicho, escrito e incluso filmado. Tras muchos desafíos, entre los que se destaca ser uno de los responsables de los cambios que se fueron dando en la televisión vernácula, primero con Cosecharás tu siembra, más tarde con Zona de riesgo y las reglas de juego de Poliladron, asume un compromiso mucho mayor.
La sonámbula, con guión de Ricardo Piglia en base a una idea de Spiner, es un viaje imaginario hacia un Buenos Aires que amanece al siglo XXI, parte de un futuro antiutópico con forma de pesadilla, donde tan solo se ha dado un paso adelante en este presente contradictorio y desesperanzado, del que los más pesimistas creen no hay salida. Un futuro en el que la memoria y la identidad están en peligro de extinción.
Los referentes están a la vista, para quienes los quieran ver: sea el esquema agobiante de El proceso, la singular relación entre cazador y presa que se repite tanto en 1984 como en Farenheit 451 (enriquecida por la versión de Francois Truffaut) y en Blade Runner, o en el juego con la memoria y el tiempo que son claves de El vengador del futuro, claro está que cada una con su singularidad narrativa.
Spiner filma en Retiro con 35 grados de calor a la sombra. Dentro y fuera del edificio de la Avenida de los Inmigrantes, ahora afectado al Poder Judicial y lanzado a la fama por personajes tan disímiles como Domingo Cavallo o Samantha Farjat. Al frente de la construcción —el Laboratorio Central de Investigaciones Biológicas en la ficción—, dos guardias con anteojos negros y uniforme gris plomo abren las puertas a un mundo sin tiempo preciso, mezcla de Kafka (estampado en la camiseta que luce Spiner), Orwell, Bradbury, el singular Philip K. Dick o Bioy Casares.
Al grito de acción, una mujer es bajada de aun enorme automóvil negro y llevada a la fuerza por dos policías de civil. La llevan al laboratorio porque es la víctima de un arma psíquica que provoca la pérdida de la memoria y la identidad. Sin embargo, esta mujer —la heroína del relato— no es una víctima más: no puede dormir y despierta "sueña" que la utopía todavía es posible.
Buenos Aires, mañana
¿Es posible hacer ciencia ficción en Buenos Aires? Primero que nada es una historia de ciencia ficción. Como los referentes inmediatos, hablando de cine, son las películas del género norteamericanas, léase Blade Runner o Terminator, lo primero que hicimos fue tomar su estructura narrativa: una historia que crece, donde pasan muchas cosas, y te lleva para adelante. A la vez tratamos que sea una ciencia ficción más ligada a algo que es genuinamente argentino, como la literatura de Como los referentes inmediatos, hablando de cine, son las películas del género norteamericanas, léase Blade Runner o Terminator, lo primero que hicimos fue tomar su estructura narrativa: una historia que crece, donde pasan muchas cosas, y te lleva para adelante. A la vez tratamos que sea una ciencia ficción más ligada a algo que es genuinamente argentino, como la literatura de ficción fantástica, con una historia que esta instalada en Buenos Aires, un romance y un gran enigma. También es un viaje desde el interior profundo de la mente hacía el afuera, que juega con esa delgada separación que existe entre los sueños y la realidad.- -¿Cómo nace la idea y cómo se produce el vínculo con Piglia?
-Estuve un tiempo largo trabajando en una historia, cuando llegué a algo más o menos concreto sentí la necesidad de recurrir a un guionista, y tuve la posibilidad de conocer a Ricardo. Recién había leído "La ciudad ausente" y me parecía que tenía que ver con ese clima. Tuvimos varias versiones, y en algún momento con la colaboración de Fabián Bielinsky, antes de llegar con Ricardo a la última.
-¿La ciencia ficción es un género que te entusiasma, que puede ayudar a romper con esquemas del pasado?
-No quiero levantar las banderas de la ciencia ficción ni la de los géneros. Es más: creo que puede haber cualquier tipo de cine... y para hablar de una ruptura en el cine de un país, hay que hablar de un movimiento, de mucha gente. No creo que una película o dos puedan generar una ruptura de tipo global.
-Cuando pensabas en tu ópera prima, ¿pensabas en un relato de ciencia ficción?
-Este es mi tercer proyecto de ópera prima. El primero fue un western de gauchos, que iba a hacer con un productor italiano, el segundo era Bajamar, que es un relato de suspenso para cine, pero que finalmente tomó forma de miniserie... Por ahí el próximo es con tres actores adentro de una casa. Me gusta la ciencia ficción norteamericana como también me gusta la de Tarkovsky, y en este sentido soy amplio.
¿Cómo encarás el rodaje, teniendo en cuenta que lo que se filma tiene que pasar por una intensa posproducción?
-Hacer una película es una ecuación industrial: estamos cumpliendo los planes para llegar a las seis semanas de rodaje sin problemas... Para resolver esta cuestión contamos con un story-board (una suerte de historieta secuencia plano por plano) que sirve para anticipar el resultado final que buscamos.
¿Y en materia de ecuaciones industriales, el trabajo en televisión, como el de Cosecharás tu siembra, te sirvió como entrenamiento?
Voy a decir algo redundante: toda experiencia sirve. Y la televisión fue para mi un lugar de aprendizaje. Pero más allá de todo, estoy haciendo mi primer película, con toda la responsabilidad y el miedo que esto significa.
Quién es quién
La historia: En coincidencia con el bicentenario de la Revolución de Mayo, las autoridades experimentan en secreto con un arma-psíquica: el Nihl 2. Accidentalmente provocan pérdida de la memoria, incluso de la identidad en un sector de Buenos Aires. Algunos afectados se resisten a la rehabilitación. Las secuelas en Eva Rey son diferentes: sufre insomnio y, despierta sueña vívidamente una realidad paralela u olvidada que tiene lugar en un pueblo, donde la espera un tal Gauna. Eva escapa, y Kluge, un "rehabilitado" que duda de su pasado como "entregador de opositores" al poder, es encomendado para dar con la prófuga. El cazador se enamora de la presa. Es el punto de partida a un juego donde sueños y realidades que se conjugan en un contínuo sin salida. Dirección: Fernando Spiner.
El guión: Fernando Spiner y Ricardo Piglia, basado en una idea del primero.
La dirección de fotografía: José Luis García, el mismo de Rapado y Sotto voce.
Los actores: Sofía Viruboff es Eva Rey y Eusebio Poncela el agente Kluge. También participan Lorenzo Quinteros, Patricio Contreras, Gaston Pauls, Pastora Vega, Alejandro Urdapilleta, Norman Briski, Noemí Frenkel, Belén Blanco, Martin Adjemian y Walter Santana.
Los lugares: el Juzgado de Retiro, la Estación Constitución, Palermo, Once, Ave Porco y varias locaciones en el microcentro de la Ciudad de Buenos Aires, la Catedral de La Plata y la ciudad de Bahia Blanca en la Provincia de Buenos Aires.
Una ciudad posible
La esquina de Dorrego y Rosetti fue en algún tiempo parte de la frontera nunca establecida con precisión entre Villa Crespo y Palermo Viejo. Ahora forma parte de esa curiosa concentración de empresas dedicadas a la producción y posproducción de imágenes con destino a la televisión, la publicidad y también al cine. En Metrovisión, una de las coproductoras de "La sonámbula" a través de Guillermo Otero, se hará realidad el curioso ensamble entre el Buenos Aires de hoy y el posible, un collage de autopistas con edificios monumentales de los años 20, 40 y 90, apenas diferente al conocido, imaginado por Piglia para el 2000. "Con nuestros equipos podemos generar los mismos efectos de Jurassic Park o Día de la Independencia", asegura Otero en medio de la singular escenografía de su oficina, tan proyectada hacia el futuro como la historia de Piglia. En las islas de edición que la rodean se trucaron numerosos cortos publicitarios y presentaciones para TV, como aquella en la que Marcelo Tinelli viaja junto a los Beatles "dentro" de "Yeah, Yeah, Yeah!". "Mucho se habló de los efectos de Forrest Gump, cuando nosotros ya podíamos hacerlos aquí... Todo esto tiene que ver con programas de computación, y en este sentido, también nosotros estamos a la vanguardia. Podemos hacer cualquier cosa: la limitación siempre está dada por la cantidad de equipos en funcionamiento, el tiempo y el dinero. Pero es lógico: en los Estados Unidos existe otro volumen de trabajo ".
Según Otero la posproducción es un rubro prácticamente nuevo en el cine: "No hace falta que las cosas caigan o exploten para que exista. Posproducción es composición más que efecto, aunque el efecto es inexorable. Antes, filmar un comercial con una cancha de fútbol repleta era costoso y complicado, hoy, se puede llenar con diez personas".
"Esta es la primera vez que apostamos al cine y lo hacemos con todo", insiste una y otra vez Otero: "Antes me habían ofrecido muchos otros proyectos de cine que no acepté, y todos fueron fracasos. Ahora es distinto: confío en el guión, y fundamentalmente en Spiner. Estoy seguro que va a dar mucho que hablar".
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