Cinco hitos con letra de los grandes poetas del tango
La calidad, el interés melódico y armónico, la hermosura y lo que supone para el patrimonio musical argentino y rioplatense harán complicado destacar una sola entre las extraordinarias canciones de tango que escribió Aníbal Troilo, asociado con los mejores poetas del tango.
1"Sur", letra de Homero Manzi. Es un emblema, es el Himalaya de la "evocación al barrio" que practica Gardel (con Le Pera) en "Melodía de arrabal". Un tango lleno de belleza y de hermosa melancolía que incluye algunos de mis versos preferidos, como aquel "Y un perfume de yuyos y de alfalfa, que me llena de nuevo el corazón" y "Tus veinte años temblando de cariño, bajo el beso que entonces te robé". Por peso propio, por clásico categórico, es inevitable elegir "Sur" como obra argentina culminante. Es una maravilla para cualquiera que lo escuche, una lección para un músico, una emoción para cualquier persona sensible y un orgullo lleno de feeling para los rioplatenses.
2 "Garúa", letra de Enrique Cadícamo. Es, sencillamente, perfecto. Sinceramente, creo que Enrique y Pichuco se complotaron para llegar a la perfección: el misterio en las armonías, la delicada textura de la música y los versos reuniéndose en esta fotografía del alma. Es de una belleza arrebatadora. Un himno hermoso a la tristeza impresa en una noche húmeda en Buenos Aires. Pichuco, siempre con los mejores poetas, llega a la perfección universal. Es el tango en otra dimensión, una canción de diamantes. Sin dudas, el gran tesoro musical argentino y rioplatense. "Si hasta el cielo se ha puesto a llorar."
3"La última curda", letra de Cátulo Castillo. Con permiso de Piazzolla, esta canción firmada en 1956 debería ser el último escalón de la gran música argentina. Letra y música se reúnen en una obra contemporánea, muy tanguera, revolucionaria y bohemia. Versos de sabiduría socrática y la armonía incomparable que arropa las melodías de un corazón de oro. Será difícil encontrar intérpretes a la altura de canciones como ésta. La vida es una herida absurda y el saludo al bandoneón que lastima. Quizá sea el punto culminante de aquello que se conoce como "época de oro" del tango. Son los 50 y Pichuco es contemporáneo de la evolución mayor del jazz, en el soplido de Miles Davis y John Coltrane. No sería descabellado citarlo como el mejor tango de la historia porque ingresa en la segunda mitad del siglo con gran profundidad y belleza.
4 "Barrio de tango", letra de Homero Manzi. Deberían cambiar los nombres de las calles. Lavalle debería llamarse Pichuco y hacer esquina con Manzi. Otra esquina con Cátulo, otra con Cadícamo, y así. Gardel y Le Pera serían "Corrientes y Callao".
"Barrio de tango" es un tema de un peso específico cancionero brutal y hermoso. Me emociono particularmente cuando cita a los "sapos chapaleando en la laguna" o a "las chatas entrando al corralón". Qué grandes cosas que escribían Pichuco y sus amigos poetas. Por algo se conoce a "los cuarenta" como la edad de oro del tango, por obras como esta canción, este tango imperecedero, inmortal, universal y muy porteño. Es adorable y genial.
5"Desencuentro", letra de Cátulo Castillo. Otra vez asociado con Cátulo Castillo. Un tango de 1960, escrito entre el cemento de los edificios, ya sin adoquinados ni corralones a la vista. La profundidad musical y poética (la música también es poesía pura en estos casos) es inabarcable. El hermoso pesimismo que chorrea en este tango es otra obra de arte que los grandes creadores dejaron como herencia siempre oportuna. Es un monumento a la honda melancolía como forma de belleza intocable, irrompible. Es emocionante sólo pensar que dos personas de carne y hueso se sentaron un buen día para escribir esta canción.
Andrés Calamaro
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