Luis Brandoni: "Esta no es una elección cualquiera, está en juego la República"
Después de un período apartado del cine, Luis Brandoni ha recuperado, en este último tiempo, su talentosa presencia en películas de gran aceptación del público y de la crítica. Y continúa siendo un referente insoslayable del radicalismo, un hombre comprometido con la realidad política y social del país. Ahora protagoniza El Cuanto de las comadrejas, película que se estrena mañana, dirigida por Juan José Campanella, una remake de Los muchachos de antes no usaban arsénico. Un film que habla de la amistad, el resentimiento, la tercera edad, la malicia y la ambición, donde las comadrejas constituyen un símbolo de quienes están al acecho para tener ventaja en la vida, sin escrúpulos. Casi una metáfora de la Argentina.
-El cuento de las comadrejas es una remake de Los muchachos de antes no usaban arsénico, ¿cómo sería la relectura de esa película hoy?
-Hay que analizarlo desde Juan Campanella, que es alumno y amigo de José Martinez Suárez [el director del film original]. Este era un berretín que tenía hace años. Él se permite hacer una versión de la película y modifica muchos aspectos.
-Uno de los nudos, el corazón del film, es la amistad que atraviesa la historia a pesar de los rencores, los resentimientos que se tienen estos cuatro integrantes de la mansión. ¿Cómo se logra ese amor-odio?
-Solamente el amor, el cariño y la complicidad de muchos años en común de esta gente hacen que ellos puedan vivir en este mundo que se han creado, del cual ni siquiera salen, salvo Oscar Martínez, que lo hace para defender esa forma de vida; las diferencias, las burlas, las ironías están sostenidos por un cariño entrañable entre ellos. Además, esta historia, como dijo Campanella, tiene mucho que ver con un homenaje al cine argentino, al clásico cine argentino que ganó mercados en otra época.
-¿Qué ganó y qué perdió nuestro cine desde aquella época dorada?
-Creo que antes el cine argentino se hacía con el único propósito de hacer sentar a la gente en las butacas. Después las cosas cambiaron y se empezaron a hacer autobiografías y faltaron las historias. Creo que la gente sigue yendo al cine para que le cuenten una historia. Este asunto es una cuestión de buena fe, como el teatro o la TV, lo hacés creyendo en lo que va a suceder ahí. La gente va dispuesta como niños a creer lo que se le presenta.
-Y esta es una historia como las de antes.
-Sí, claro, es lo que tiene El cuento de las comadrejas, que cuenta una historia con matices, donde aparece la risa, el espanto, con una buena dosis de ternura y hasta se transforma en una historia de amor.
-La película revaloriza la tercera edad, su trayectoria, su sabiduría, en contraposición con la impulsividad y energía de los más jóvenes que a veces dejan de lado aquel saber qué trae la experiencia.
-Los viejos tienen su mundo y estos jóvenes tienen un interés particular en desbaratar ese mundo; esta especie de paraíso que se han fabricado, donde ellos se sienten protegidos y acompañados, no lo quieren perder. Una necesidad básica de la gente mayor es solucionar el temor a la soledad, el temor a no tener qué hacer. Se proponen tareas, mi personaje es escultor y pintor, los juegos que practican; quieren inventar un proyecto cuando ya no están en edad de hacer proyectos, pero es la manera de sentirse vivos.
-Comentabas en la conferencia de prensa que hoy no se le da mucha importancia a lo que dicen los mayores. En otra época, uno siempre quería de alguna manera estar mirándolos para aprender.
-Cada generación desprecia a las anteriores y así siempre empezamos de nuevo. En el teatro, cuando yo empecé a trabajar, nos gustaba escuchar a los mayores, saber cómo era ese mundo, cómo pertenecer. Hoy, los jóvenes actores no me piden entradas para ver un espectáculo en el que actuamos los actores con más trayectoria.
-Después de doce años de no hacer cine volviste con todo...
-De 2003 en adelante hice muy poco cine. No creo que fuera censura, los directores no me convocaban, seguramente habrán tenido algún temor de tener una dificultad en el Instituto de cine, pero era muy llamativo porque, después del cambio de gobierno, pude hacer televisión y cine, de manera que el problema no estaba en el physique du role.
-¿Leíste Sinceramente, el libro de Cristina Kirchner?
-No, tengo otras cosas más atractivas para leer. Desde el punto de vista literario no me genera interés.
Uno no puede cambiar a los 65 años, uno es bueno o no es bueno
-La expresidenta estuvo callada y haciendo una campaña más ligada a la bondad, ¿le creés?
-No se puede creer en eso, son cosas que se repiten, pero uno no puede cambiar a los 65 años, uno es bueno o no es bueno. Es evidente que es muy difícil modificar sustancialmente una personalidad.
-¿Hay una grieta dentro de Cambiemos? Algunos integrantes decían que el presidente Mauricio Macri no escucha, se encierra, que hay cosas que debería modificar. Luego se sentaron a conversar y parece que se ha conseguido cierto consenso.
-Nosotros, el radicalismo, nos unimos para hacer Cambiemos. Hay gente que en la Convención donde se definió la alianza, no votó para crear Cambiemos, no movió un dedo en favor del primer desafío que teníamos en aquel momento, que eran las PASO. Creo que hoy hay algunos dirigentes que están hablando fuera el tarro. Dicen cosas que no se pueden decir; podés criticar, pero acá está en juego la República. Esta no es una elección cualquiera.
-¿En 2015 también estaba en juego la República?
-Y se les ganó y pareciera que eso no sirvió para nada. Hay mucha gente que no se notificó. Sin embargo, es muy importante. Una de las cosas que dice en el libro la viuda de [Néstor] Kirchner es que ella no iba a querer una foto de la rendición.
-Como si fuera una batalla...
-Hay un sector del radicalismo que está en contra de algunas cosas y lo dice sin temor; se fotografían con personas con las que no deberían fotografiarse. Como dice el tango, "tal vez una noche borracho me veas pasar del brazo con quien no debo pasar". Esto no es decisivo para la suerte de Cambiemos, todo lo contrario. Creo que vamos a hacer un gran papel en las elecciones.
-¿Por qué estos cuatro años de gobierno no hicieron que deje de existir el riesgo de perder una vez más la República?
-Falta consolidarla, hay cosas estructurales, que tienen carácter cultural, que no son fáciles de erradicar; hay deudas que no se resuelven en cuatro años. Hay un estilo del partido justicialista de no dejar gobernar cuando pierde que se sigue manifestando, como se manifestó durante el gobierno de [Arturo] Ilia, de [Arturo] Frondizi, lo mismo que con [Raúl] Alfonsín y [Fernando] De La Rúa.
-Los radicales siempre están...
-Porque los radicales tenemos una cantidad considerable de defectos, pero algunas virtudes. Nos hacemos cargo de las macanas. Cuando nos equivocamos, la sociedad nos sanciona con el voto. Esto es lo que el peronismo no quiere entender y este propósito desesperado de que Mauricio Macri no llegue al 10 de diciembre a ser el primer presidente no peronista que termina su mandato después de 91 años, no es una tontería. Pero va a vencer el criterio y el sentido común.
-¿Qué piensa del acercamiento del Gobierno con el peronismo para hacer un acuerdo de diez puntos?
-Me parece muy bien, es algo razonable. Es un compromiso que le haría muy bien al país. Son 10 puntos sobre temas que en países normales no se discuten hace años.
-¿Fue fundamental la investigación de los cuadernos de las coimas para seguir avanzando en la conquista de la República?
-Es un hecho único, inédito con consecuencias que aún no sabemos cuáles serán. Hay gente que nunca soñó, ni en sus peores pesadillas, con tener que ir a pedir perdón por haber pagado coimas. Hay dirigentes sindicales que no creían que pasarían ni 24 horas detenidos. Hay gente muy importante que tal vez no haya salido de su asombro.
-¿En las elecciones va a mandar a solo la economía?
-Creo que las encuestas que se están haciendo desde hace más de un año son un globo. Me gustaría saber qué números tenían las empresas que hacen las encuestas seis meses antes de 2015 y cuáles eran los pronósticos de 2017. Para orientarme a quién creerle.
-Volviendo a la película, ¿somos comadrejas o hay alguien que se salva?
-Por supuesto, hay comadrejas, pero yo creo que hay una porción de gente sana, con temores, con incertidumbres, que no se dedican a hacer daño, están aprendiendo a vivir o sosteniendo lo que han logrado. No tienen tiempo para la maldad.
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