Murió Rosita Zemborain, productora de La tregua, de exitosas obras de teatro y sobrina de las Ocampo
Junto a Tita Tamames trabajó en películas de Raúl de la Torre y de Sergio Renán; también dejó su sello en el teatro, en obras con Norma Aleandro y Alfredo Alcón
6 minutos de lectura'

En las redes sociales, la noticia de la muerte de la gestora, vestuarista, productora y ambientadora Rosita Zemborain, así se la conoció siempre a esta señora de fina estampa, la dio a conocer ayer Ana María Picchio. “Una mujer cálida, generosa, divertida, talentosa. Te vamos a extrañar mucho“, sostuvo la actriz que fue una de las protagonistas de La tregua, la modesta “historia de personajes que esperan el colectivo” que llevó al cine argentino a los premios Oscar por primera vez.
Aquel icónico film que dirigió Sergio Renán lo produjo justamente Rosa Bengolea Ocampo de Zemborain, o Rosita, junto a su gran amiga y socia Tita Tamames, con quien gestionaron durante varios años el Teatro Blanca Podestá.
El 12 de enero, en medio de un reunión íntima, había festejado sus 100 años. Por cuestiones de edad, no hubo una gran fiesta. En perspectiva, desde la producción como desde lo referido al diseño de vestuario y la ambientación, ocupó un destacado lugar en la trayectoria de creadores como Sergio Renán, Raúl de la Torre, Norma Aleandro, Alberto Ure o Alfredo Alcón, entre otros. En medio de un circuito dominado por hombres, desde la perspectiva feminista la productora Tamames-Zemborain marcó un hito en la producción artística local.
Su historia familiar está atravesada por apellidos ilustres. Su madre fue una de las seis hermanas Ocampo, de las cuales hay dos famosas: Victoria, la primera y Silvina, la última. De joven, Rosita Zemborain pasaba los meses de vacaciones en la casa de la “Tía Vic”, como la llamó en una nota en la revista ¡HOLA! de 2018, en la que recordaba su estancia entre los grandes salones por los que circulaban personalidades como Albert Camus, Jorge Luis Borges, Gabriela Mistral, Manuel Mujica Láinez, Graham Greene o Eduardo Mallea, entre tantos otros.
En otra residencia esplendorosa de Recoleta vivía Tita Tamames, o “la duquesa”, como se la llamaba. Había nacido en París en 1921, en el seno de una familia tradicional argentina. Cuentan que Tamames era la perfecta anfitriona de encuentros en medio de ese ámbito soñado al cual acudían personalidades como Sergio Renán, Norma Aleandro, Graciela Borges y China Zorrilla, entre tantos otros. También llegaba la cineasta María Luisa Bemberg junto a su prima, que era justamente Rosa Zemborain. En medio de esos encuentros sociales y los jardines cubiertos de calas blancas, la sobrina de Victoria y Silvina Ocampo, la prima de la cineasta se hizo íntima amiga de Tita Tamames. Amigas y socias involucradas en proyectos que terminaron dejando su marca en la historia del cine y del teatro argentino.
Fueron ellas las productoras de La tregua, la ópera prima de Sergio Renán que se estrenó en 1974. La versión cinematográfica del libro de Mario Benedetti fue interpretado por Héctor Alterio y Ana María Picchio, junto a Luis Brandoni, Marilina Ross, Carlos Carella, Luis Politti, Antonio Gasalla, Cipe Lincovsky, Oscar Martínez y Norma Aleandro.

Cuenta la prehistoria de esta historia que cuando la dupla de esas damas de la alta sociedad se enteró que Renán quería dirigir cine, se reunieron con él. Aunque ni ellas ni él tuvieran experiencia, se jugaron. “La aventura fue posible gracias al arrojo y pasión de dos mujeres que no pertenecían al mundo de la producción cinematográfica, pero que estaban vinculadas con la cultura por propia decisión y por tradición familiar: Tita Tamames y Rosita Zemborain”. contó en una columna de LA NACION el gestor cultural José Miguel Onaindia. Hasta ese momento habían colaborado en la dirección de arte y vestuario de films como Crónica de una señora y Heroína, de Raúl de la Torre.
Cuando la famosa Tía Vic, como llamaba Rosa Zemborain a Victoria Ocampo, se enteró del suceso quiso conocer al elenco y le pidió que los invitara a Villa Ocampo. “Como feminista que era, le gustó que hiciera algo personal y diferente a lo que hacían las mujeres de mi círculo”, recordó hace unos años la misma Zemborain. Renán y ella terminaron sentados en la ceremonia de los Oscar en la misma fila que estaba Jack Nicholson. Aquella noche ganó Amarcord, del genial Federico Fellini, como era lo imaginado. En medio de ese glamour y estrellas internacionales, en nuestro país empezaban a vivirse momentos dramáticos y muchos de los que estuvieron en ese film emblema del cine argentino tuvieron que partir al exilio. El otro título de cine que produjeron Tamames-Zemborain fue Las sorpresas, que dirigieron Alberto Fischerman, Carlos Galettini y Luis Puenzo.
El tramo final de la dictadura, la productora que manejaban estas dos amigas estrenó en el Blanca Podestá (actual Multiteatro) la obra La señorita de Tacna, el texto de Mario Vargas Llosa que dirigió Emilio Alfaro. Esa obra significó el fin del exilio para Norma Aleandro. El debut fue el 23 de mayo de 1981.
En una charla con LA NACIÓN, Aleandro recordó el contexto en el cual se desarrolló esa puesta. “Mi marido no quería que volviera, pero finalmente se dio cuenta de que moriría de tristeza fuera del país. Al principio hubo algunas marchas atrás con el teatro porque yo había tenido una bomba y los empresarios tenían miedo de que pudiera suceder lo mismo. Finalmente, Tita Tamames y Rosita Zemborain la pusieron en el Blanca Podestá. Así fue que debutamos con las tres líneas telefónicas cortadas porque todo el día llamaban para decir que iban a poner bombas. La noche del estreno les pedí a mis compañeros que no se acercaran demasiado a mí en el saludo final por si me pegaban un tiro”, recordó la actriz.

Como vestuarista, trabajó en otras dos películas de Raúl de la Torre que protagonizó Graciela Borges: La revolución y Pobre mariposa. El mismo rol cumplió en los films Vení conmigo, Luis Saslavsky; El poder de las tinieblas, de Mario Sabato y El impostor, de Alejandro Maci. En teatro, trabajó con Alberto Ure en Los invertidos, que fue un verdadero éxito y en Noche de reyes, un una versión de un texto de Shakespeare cuyo éxito fue la polémica que armó. Alfredo Alcón la llamó para que se encargara del vestuario de su versión de Los días felices, que encaró Juana Hidalgo. Los tres espectáculos fueron producciones del Teatro San Martín, institución a la cual estuvo muchos años involucrada desde la Fundación de Amigos.
El entierro de Rosita Zemborain, o Rosa Bengolea Ocampo de Zemborain, se realizó este mediodía en el Cementerio de Recoleta.
- 1
Los lobos: cine de experimentación, con un relato en dos tiempos
- 2
Beso de tres: buenas intenciones y protagonistas carismáticos en una trama llena de giros telenovelescos
- 3
Five Nights At Freddy’s 2: en el terror, el pasado también regresa
- 4
En Fue solo un accidente, Jafar Panahi denuncia con valentía e inteligencia la opresión del régimen teocrático iraní


