Streaming: Magic Camp es una película familiar que cumple, pero no hechiza
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Magic Camp (Estados Unidos/2020). Dirección: Mark Waters. Guion: Micah Fitzerman-Blue, Noah Harpster, Matt Spicer, Max Winkler, Dan Gregor y Doug Mand. Fotografía: Theo van de Sande, Edición: Bruce Green. Música: Rolfe Kent. Elenco: Adam Devine, Jeffrey Tambor, Gillian Jacobs, Nathaniel McIntyre, Cole Sand, Isabella Crovetti, J.J. Totah, Izabella Alvarez y Rochelle Aytes. Duración: 98 minutos. Disponible en: Disney+. Nuestra opinión: regular.
Aunque suele olvidarse, en muchos casos intencionalmente, la materia prima de una película siempre es su guion: en sus luces y sus sombras subyacen sus posibilidades de éxito o de fracaso. Es cierto que lo anterior no es una fórmula matemática, ya que existen otros elementos -auténticos o espurios- que juegan su papel, pero cuando el planteo tambalea no hay dios ni Adam Devine que lo salve.
En un camino ya transitado por Escuela de rock o Camp Rock, entre otras, Magic Camp sigue los pasos de Andy Tuckerman (Devine), una joven promesa de la magia que en el pasado vio truncada su carrera por la traición de quien era su compañera y amiga, Christina Darkwood (Gillian Jacobs). Mientras ella tiene su propio show en Las Vegas, él llega a fin de mes manejando un taxi.
Gracias a su antiguo mentor, Roy Preston (Jeffrey Tambor), Andy vuelve al campamento de verano donde brilló de niño, pero esta vez como profesor del peor de los grupos de aspirantes a ilusionistas. Como era previsible otra de las profesoras será su examiga, y aún más previsible es que los chicos se enfrentarán en una competencia final a todo o nada.
Para engordar el catálogo de lugares comunes de Magic Camp están los aprendices a prestidigitadores: la hija de padres ricos que sufre porque no le prestan atención, el hijo de un mago famoso que no quiere seguir sus pasos, el nene sobreprotegido e hipocondríaco, y un adversario bravucón. De la lista sobresalen un chico que perdió recientemente a su padre (Nathaniel McIntyre) y se vuelve el motor de la historia, y una niña de aspecto inofensivo (Isabella Cramp) que esconde una obsesión psicópata por los conejos. De todos, y gracias a la inspirada interpretación de la joven actriz, este es el único personaje que rompe el molde y lleva adelante los momentos más simpáticos del film.
Llegados a este punto no hace falta contar mucho más. Mientras lidia con su divertido pero funesto grupo, Andy comienza preguntándose "¿Qué hago acá?" para después descubrir mágicamente el verdadero propósito de su vida y, de paso, reconciliarse con sus fantasmas. Adam Devine cumple, aunque quienes han seguido su carrera lo encontrarán demasiado contenido y, hasta por momentos, desdibujado.
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A favor de Magic Camp se puede decir que se inscribe dentro del limitado catálogo de films que en la historia reciente del cine han elegido a la magia como excusa; a pesar de haber fascinado durante siglos a público de todo el mundo, la gran pantalla ha sido bastante mezquina con dicho arte y con sus protagonistas. En línea con este reconocimiento, los títulos de apertura sintetizan la historia del ilusionismo, con imágenes de Harry Houdini, Penn & Teller, Lance Burton y David Copperfield, entre otros. Suma también el hecho de que esta producción dirigida por Mark Waters alcanza para pasar un rato agradable en familia.
Con la excusa de ser una "comedia familiar" Magic Camp es una película de magia sin "magia". Y aunque su arranque promete un abanico de subtramas en las que podría haber jugado más fuerte, sus responsables han preferido no arriesgar y quedarse con la versión más pasteurizada de sí misma que pudieron encontrar.