Cómo el under local encontró su sala de ensayo ideal en unos galpones ferroviarios abandonados

Esto salió de la nada. Nunca dijimos: vamos a hacer un polo cultural”, confiesa Lucas Pombo, encargado de la concesión de los galpones ferroviarios que hoy forman el Polo Cultural Saldías, un espacio que reúne a más de 300 músicos en las oficinas devenidas en salas de ensayo, ubicadas entre la Villa 31 y Barrio Parque.

Hace 13 años, Pombo comenzó a tocar con amigos ahí y el boca a boca fue sumando bandas al complejo hasta llegar a Luis Alberto Spinetta, quien preparó allí el show de las Bandas Eternas, en 2009. “El necesitaba un lugar grande para que entraran todos los músicos, porque el backline de cada grupo permanecía armado”, revela Pombo. Así fue que pasaron Charly García, Fito Páez y más figuras del rock nacional. El auditorio donde ensayó Spinetta hoy lleva su nombre, y los pasillos, los de las bandas. Pero si bien el Flaco tuvo que ver con la expansión del proyecto, hoy Saldías cobró esa dimensión por sus propios atributos. “Evidentemente, había una necesidad insatisfecha”, sostiene Nicolás, hermano de Lucas y cofundador del Polo. “Los artistas necesitaban un lugar que los cobijara para desarrollarse.” Los grupos pueden tocar allí hasta cualquier hora. Interactúan en los pasillos, se prestan equipos, tocan juntos, alguno produce al otro, se van a ver entre sí. Hace poco apareció un luthier, así que también se arreglan instrumentos. “Facilita mucho la vida y el crecimiento de los músicos emergentes. La tienen que remar igual, pero unidos es más sencillo”, agrega Miguel Rusconi, colaborador desde el origen del proyecto. “Y acá se arma esa movida tan importante en el rock: la del apoyo mutuo”. Hoy, además de bandas emergentes como El Zar y consagrados como Los Cafres, hay artistas plásticos, fotógrafos y escultores. Se realizan festivales a beneficio del barrio (en el último, a fines del año pasado, tocó The Offspring), muestras y eventos. Hace unas semanas, Claudia Schiffer fue fotografiada ahí para una campaña. “Alguien dijo que el Polo era un chico que ya había crecido y alcanzado la mayoría de edad”, dice Lucas. “Es así. Nosotros no definimos mucho para dónde va, porque tiene vida propia.”