Cruzando el Charco: rock criollo y festivo con destino de estadios

Antes de fundar Cruzando el Charco en 2012, Francisco Lago corría con ventaja: su paso por Enfrascos, banda de aires rioplatenses de La Plata que duró tres años y tres discos, le había dejado una base importante de seguidores. “Por eso arrancamos tocando en lugares más grandes que los habituales para una banda que recién empieza”, dice Lago, que hoy comparte el grupo con el guitarrista Nahuel Piscitelli y el bajista Juan Matías Menchon.

Su fórmula de rock criollo y festivo, heredera de La Vela Puerca, Bersuit y Los Piojos, hizo que la banda se convirtiera rápidamente en una de las más convocantes de su ciudad: en paralelo a los shows en microestadios, las letras del grupo empezaron a aparecer en remeras y tatuajes. “Lo que pasa es que hablamos de cosas que pueden interpelar a cualquiera: el amor, la familia, la muerte de un ser querido”, dice Piscitelli.

A mil (2017), el cuarto disco de la banda, fue producido por Pepe Céspedes y Juan Bruno de Bersuit, y les valió el respeto y la amistad de músicos como Pablo Granados y Chano, con quien Lago ya estuvo componiendo (“Veremos qué pasa con eso”, dice). Un destino de estadios parece empezar a materializarse en su horizonte, pero ellos prefieren mirar para otro lado. “Falta mucho”, dice Piscitelli. “Por ahora, sólo queremos alimentar a nuestras familias.”