Cuentos de Navidad

Desde principios de noviembre se pueden ver las vitrinas de los almacenes y las ventanas de las casas decoradas con árboles imitando al pino, guirnaldas, luces de colores, estrellas, pesebres. La Navidad está en todas partes, hasta en la literatura.

Cuentos de Navidad es una recopilación realizada por la española Marta Rivera de la Cruz, autora de Linus Daff, inventor de historias y Hotel Almirante, con el propósito de reunir en un solo libro relatos donde la Navidad fuera protagonista y no solamente una fecha casual en el calendario donde se llevan a cabo cualquier tipo de actividades; escrito por importantes y reconocidos autores, en su mayoría pertenecientes al siglo XIX y comienzos del XX. Españoles [Clarín, Emilia Pardo Bazán, Valle-Inclán y Jacinto Benavente, Nobel de literatura en 1922], franceses [Alphonse Daudet, Guy de Maupassant, Colette, Georges Lenotre y Frederic Mistral], norteamericanos [O’Henry y Francis Scott Fitzgerald], rusos [Dostoievski y Chéjov], un inglés [Charles Dickens] una italiana [Grazia Deledda, premio Nobel de literatura en 1926], un checo [Jaroslav Seifert] y un nicaragüense [Rubén Darío] son los encargados de narrar la realidad y la fantasía que encierra la época navideña.

Dickens, por ejemplo, en el cuento "El sepulturero y los duendes", muestra cómo Gabriel Grub, un hombre amargado, solo y lúgubre, que odia la Navidad [al igual que Scrooge, legendario personaje de Canción de Navidad], se encarga de golpear con su pala de sepulturero a los niños que van alegremente cantando villancicos, hasta que tiene un encuentro con unos seres que se burlan de él y su mala actitud hacia la alegría que embarga a la gente cuando llega Navidad. Consciente de su falta, Grub, arrepentido y apenado, emprende marcha hacia otra población donde busca un trabajo más amable. Esto por el lado de la fantasía, ya que hay narraciones donde se incluye el contexto histórico como la Revolución francesa y su consecuencia en poblaciones alejadas de París en "El árbol de Navidad del señor Auvrigny" o la soledad y paradojas de la vida en el divertido cuento de Guy de Maupassant "Nochebuena", donde Enrique Templier le cuenta a algunos colegas suyos el por qué de su aversión a la tan esperada noche. Después de trabajar muchas horas y darse cuenta que pasaría la Navidad solo, salió a las calles parisinas a buscar compañía femenina para compartir cena, alcohol y cama. Cuando encuentra a la mujer de su preferencia la lleva a su apartamento prometiéndole un banquete y abundante champaña, pero luego todo comienza a ir mal y ve que la joven está muy enferma... Pero lo que tenía ella en realidad no era una enfermedad y cuando Templier descubre el dolor que desgarraba el estómago de la mujer, el hombre se lleva una sorpresa tan grande que le costará dinero hasta el día de su muerte.

Los demás cuentos están dotados de los ya conocidos estereotipos navideños: el niño rico que no valora el esfuerzo que hacen sus padres para darle los regalos que sin ninguna conmiseración pide; o el niño menos privilegiado que hace todo un esfuerzo por conseguir comida para su casa, pero que valora más estar con sus seres queridos que los regalos materiales.

Los Cuentos de Navidad son sobre todo para compartirlos en familia –así como se comparten las novenas– no sólo para valorar el gran talento literario que compone este libro, sino también para recordarnos lo importante de esta época que no sólo se trata de divertirse, viajar o comprar regalos, sino de dar gracias y estar con las personas que queremos.

Por Por María Lucía Hernández

LA NACION

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