Santaolalla, Buscaglia, Me Darás Mil Hijos, Pez... Los nuevos sonidos de un instrumento del Siglo XVII.
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Del mismo modo que el origen del jazz, del rock y de buena parte de las músicas populares del siglo XX está en Africa, hay que remitirse al continente negro para rastrear las raíces del banjo. Allí se denominaba "bania" a este instrumento de cuerdas pulsadas, compuesto por una caja de resonancia cilíndrica construida como un tambor (un parche extendido sobre un aro metálico). Asociado originalmente al ragtime y al dixieland, subgéneros del jazz de Nueva Orleáns, el sonido del banjo también es un emblema del country, el bluegrass y el folk, músicas del Lejano Oeste.
El virtuoso y mundialmente reconocido Bela Fleck ha sido (es) el máximo y uno de los pocos banjoístas que han desarrollado una carrera como solista. Sin embargo, cada vez son más los músicos latinoamericanos que investigan la sonoridad del banjo y la incorporan a sus composiciones. En esa dirección, el uruguayo Martín Buscaglia es un émulo autodidacta de Fleck. Al frente de sus Bochamakers, se cuelga el banjo de un talín (correa para los tambores de candombe) y construye una curiosa figura de rockstar: "La forma, el peso, el fuselaje del instrumento te coloca muchísimo. Es pequeño, pero tiene terrible volumen y terrible ataque, un reverb natural impresionante", asegura. Su primer y único banjo estaba "colgado, roto y lleno de polvo" en la casa de un amigo: "Le construí un puente con cartón y cinta scotch y lo usé para grabar algunas canciones de El evangelio según mi jardinero. Estudié algunas cosas irlandesas, pero lo primero que toqué fue una versión medio reggae del tango «El último café» y enseguida le encontré un lado soulero, groovero, destartalado y africano. En definitiva, es un tambor con unos alambres".
Gustavo Santaolalla utilizó un banjo de seis cuerdas para grabar "Algún día" como invitado en el MTV Unplugged de Julieta Venegas: "La canción tiene una marcha como de tren, y creo que el sonido calzaba muy bien con la canción. Toda mi vida había querido tener un banjo, y me compré un par porque iba a hacer la música de un western. Así que, de a poquito, voy cumpliendo sueños". ¿Y por qué querría Santaolalla tener dos banjos? "El de seis cuerdas es como una guitarra, y el de cinco, es más para picking y para country. Y tiene mucho más sustain. Es el famoso de los «Dueling Banjos» [el single de la película Deliverance, dirigida por John Boorman en 1972], el que toca Bela Fleck y el que usó Brian Wilson en algunas grabaciones de los Beach Boys."
Aunque nunca lo usa en vivo, Ariel Minimal utilizó el banjo en algunas canciones de Pez, y recuerda que lo compró con Vicentico, en una gira de los Cadillacs por Estados Unidos. "Fue para boludear, pero a los dos días nos metimos en un estudio a grabar un tema a dos banjos para la banda sonora de Cóndor Crux [1999]. Yo siempre había escuchado música de banjos. Jerry Garcia tocando bluegrass clásico con Old & In the Way es una gloria. Pero me gustan los campesinos, que hacen música con dos notas."
A fines de los 90, Santiago Pedroncini incorporó la sonoridad rítmica y metálica a la Pequeña Orquesta Reincidentes. Luego, el instrumento tuvo un recorrido propio que continúa en proyectos como Me Darás Mil Hijos, la big band de Alvy Singer, Pablo Krantz –que lo incorporó en su estadía parisina– y Los Alamos, en sintonía Calexico.
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