Habla Ale Kurz, el líder de la banda que le puso la cara al rock 06. Un hit nacional, debut en Obras y el valor de ser la banda nueva. Mirá el video de "Silbando una ilusión".
Apocalipsis Now es una de las películas bélicas más intensas jamás filmadas. La trama, basada en la novela El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, se ambienta en Vietnam y sigue el camino río arriba del capitán Willard en busca del renegado coronel Kurtz, que ha organizado su propio ejército y es considerado un ídolo viviente por los nativos. "Esa película me encanta, es rock", dice, a sólo una letra "t" de distancia del oscuro personaje, Ale Kurz, el carismático frontman de El Bordo. Este año, la banda llenó su primer Obras y editó su tercer disco, En la vereda de enfrente, y se consagró como uno de los grupos que más han ascendido en la temporada, en buena medida a caballo del hit "En la vereda", pero sobre todo a fuerza de conciliar actitud rocanrolera y una conciencia de época muy afilada.
Ahora, una edición de El corazón de las tinieblas está en la mesita de luz de Ale. Que, por si fuera poco, confiesa: "Nadie se dio cuenta que yo tenía puesta una remera del coronel Kurtz en Obras". Fue en octubre, y todo iba a ser perfecto, pero salió mal. ¿El coronel Kurtz habrá tenido algo que ver? "Conseguimos una empresa que ignifugara las banderas de los pibes, pero hubo un error técnico y fue un garrón. Queríamos volver a ver un Obras con banderas, porque el rock del cual nosotros nos enamoramos no tiene nada que ver con lo que pasa hoy."
–Si hubiera una manera de que las bengalas no fueran mala palabra, ¿también te gustaría verlas en los shows?
–No, porque ya no las puedo separar de lo que pasó. Me provocaría mucha tristeza. La verdad que era algo lindo, pero hoy se impregnó tanto de muerte que no lo podría volver a disfrutar nunca más.
Uno de los valores de El Bordo dentro de la escena del rock barrial posterior a Cromañón es su capacidad reflexiva. Se sabe: son pibes de buena educación, egresados del Pellegrini, con algunas materias aprobadas en la UBA. Ale Kurz, por ejemplo, metió diez en Ciencias de la Comunicación. Hasta que el rock le interesó más. Por el rock, también dejó su trabajo de fletero en abril. Y claro, lo lleva en la sangre. Su hermano mayor (Diego, otro Bordo) le puso por primera vez una viola en la mano y sus viejos lo llevaron a ver a los Stones cuando tenía 12 años. Lo primero que cargó en su walkman fue Nirvana. Después, Zeppelin, La Renga y los Redondos. Más allá de la UBA y de la televisión (South Park y Los Simpson), dice seguir formándose con Castaneda (resabios de la vida de mochilero rumbo al norte), Huxley, Nietzsche ("lo que puedo") y hasta Maquiavelo. "El príncipe es uno de mis libros de cabecera", asegura, no tan hippie. ¿O sí? "Tenés que entender el poder; si no, sos un ignorante."
–Este año fue de mucho crecimiento. ¿Se tuvieron que defender para que la industria no les impusiera todas las reglas?
–Sí. Hay muchas cuestiones que no las aceptamos hasta ahora y no vemos por qué empezar. No queremos apurarnos de más, tenemos 23 años. Decidimos hacer un solo Obras en vez de dos porque estamos bien así. La forma que encontramos para que nos rinda fue avisando de boca en boca y con volantes. Queríamos algo auténtico. Si lo difundíamos con los medios, iba a estar lleno de público casual. Imprimimos 120 mil volantes y los repartimos en todos los shows que hubo. Y fueron 4.400 personas. Así logramos que las entradas costaran sólo 20 pesos.
–¿Qué hiciste cuando llegaste al camarín?
–Tengo una cábala: siempre paso un sahumerio por el lugar para sacar las malas ondas. Si no lo pasamos se rompe el sonido. Además, nos distiende zapar con la guitarra y el cajón peruano. Tocamos temas nuestros, de los Redondos, de Gardelitos, La Renga, los Beatles… Fogoneamos y después salimos a tocar.
Mirá el video de "Silbando una ilusión"
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