El Oso: una cocina contrarreloj, decisiones que pueden cambiarlo todo y relaciones arruinadas
Regresó la exitosa serie con nuevos capítulos a Disney+; Jeremy Allen White vuelve a ponerse en la piel del atribulado chef Carmy
7 minutos de lectura'

“Cada segundo cuenta”, reza el cartel que la chef Terry tenía colgado en la cocina de su restaurante Ever, en la serie El Oso. La frase, que recuerda los límites que el tiempo nos impone en la vida, resuena para los protagonistas de esta historia. Y no solo en la cocina.
En el primer episodio de la cuarta temporada de la serie, que ya está disponible completa en Disney+, la idea del tiempo que pasa y la ansiedad de usarlo de la mejor forma posible se harán presentes lo más literal posible: con un reloj.
Ese artefacto no es un reloj común, sino uno que cuenta el tiempo que Carmy (Jeremy Allen White), Sydney (Ayo Edebiri) y sus compañeros tienen para sacar adelante al restaurante. Después de eso, el “tío” Jimmy Kalinowski (Oliver Platt) ya no podrá seguir financiando el proyecto y deberán cerrar. Lo que se dice un verdadero reloj del Apocalipsis.
Lo que sucede en la ficción, tiene su paralelo en la vida real. La suposición de que la cuarta temporada de El Oso podría ser la última, algo que aún no fue confirmado de forma oficial, implica que el reloj de la serie está corriendo hacia un final inminente.
Los actores vieron sus carreras catapultadas por el fenómeno de El Oso. Todos ellos tienen películas prontas a estrenarse. Jeremy Allen White es el protagonista de la biopic de Bruce Springsteen; Ayo Edebiri, quien también debutó en la dirección en El Oso, actúa en los nuevos films de directores como James L. Brooks y Luca Guadagnino; Molly Gordon es la protagonista y coguionista de una película romántica que fue muy bien recibida en el último festival de Sundance; mientras que Ebon Moss-Bachrach estará en el universo cinematográfico de Marvel; por citar algunos ejemplos. Se vislumbra que estos intérpretes, que ya tenían carreras en ascenso, están listos para abandonar la serie que los hizo famosos en todo el mundo.
Al suspenso del “cuándo” se le suma el “cómo”, es decir, cuál será el tono de ese final. La tercera temporada decepcionó a parte de sus seguidores y de la crítica, que encontraron que la trama de la serie se rezagaba. Luego de dos temporadas en los que el ritmo frenético de la cocina y la intensidad emocional de las situaciones se traducían en la forma en la que se contaba la historia de Carmy y el resto de los personajes, la tercera desaceleró ese devenir narrativo.

Algunos de los comentarios negativos incluso consideraron como “relleno” a algunos episodios, tal vez tomando en cuenta un rumor que se esparció en distintos medios de comunicación, que indicaba que el creador Christopher Storer tenía un plan para tres temporadas en total.
A pesar de la diferencia que tuvo con las temporadas anteriores, que arrasaron con los premios en los Emmy y los Globo de Oro, hay otras cuestiones a considerar. Los climas generados, la fotografía impecable, el nivel de las actuaciones y la interesante inclusión de personas del ámbito gastronómico de la vida real hablando sobre sus trabajos, deberían ser tenidas en cuenta como un logro creativo de la serie en su totalidad.
La dilución de la trama en la tercera temporada puede estar relacionada a que esos episodios y los de la cuarta temporada se filmaron de manera consecutiva. Tal vez por eso dejó la sensación de estar incompleta. En ese sentido, no ayudó la forma en la que cerró la temporada: con una serie de preguntas acerca del destino de sus personajes y, por supuesto, del establecimiento que los reúne.
La primera está directamente unida a las posibilidades de supervivencia de El Oso: ¿qué decía la crítica del diario Chicago Tribune sobre el restaurante? La reacción de Carmy en el episodio final de esa temporada parece indicar que no es una celebración absoluta de la comida del atribulado chef y sus colaboradores.
En el comienzo de esta nueva temporada, quedará revelado que el texto tiene halagos y críticas. Lo cual implica que no será esa crítica lo que podrá salvar al restaurante, cuyos números están cada vez más complicados.
Olla a presión

La presión sobre Carmy al comienzo de la cuarta temporada es total. No solo debe ser el líder dentro de la cocina, sino también lidiar con sus múltiples conflictos personales, que tienen varias aristas. Por un lado, está la relación con Claire (Molly Gordon), arruinada por su neurosis y la obsesión con la perfección en el trabajo. Pero además rondan por ahí los fantasmas del pasado, la relación con su hermano y con su padre (a la que se refiere una potente escena del primer episodio de la nueva temporada); y el vínculo complicado con su madre y su hermana Nat, que además de batallar con la administración del restaurante, está adaptándose a su nuevo rol como madre.

Lo personal y lo profesional son inseparables para Carmy, quien se cuestionará la forma y la intensidad con la que vive la cocina. En una escena que contiene mucha emoción, en la que recuerdan cuando se fue de Chicago para trabajar como chef, Nat le dice que puede cambiar lo que se ama. La cuestión es si Carmy puede darse espacio para repensar su relación con su propia vocación.

Una crisis de identidad con respecto al trabajo, aunque de otra manera distinta, es la que también enfrenta Sydney. La otra gran pregunta que quedó sin respuesta en la temporada anterior, es si la joven aceptará la oferta del chef Adam de llevar su talento al nuevo restaurante que está por abrir.
Las dudas sobre la posibilidad de tener una verdadera sociedad en términos de igualdad, tientan a Sydney a abandonar el restaurante que proyectaron con Carmy. Su decisión entre firmar los papeles que la atan a El Oso o aceptar el trabajo en un nuevo lugar, con otras condiciones, serán claves en esta temporada.
Hay algo de lo que sucede en estos episodios de El oso que recuerda a algunos de los temas que presentaba Mad Men. La relación intensa con el trabajo, la identidad asociada a la profesión, la presión por innovar y no quedarse atrás, y los desafíos que enfrenta un grupo humano unido por una misma tarea, que para algunos es más elegida y pasional que para otros. La forma en la que la serie de Matthew Weiner lo hacía es distinta a El Oso en varios aspectos, pero hay un paralelo en cómo los creadores de ambas encontraron en el formato de serie una posibilidad para expresar preguntas y reflexiones, que conectan lo laboral con la eterna búsqueda del sentido de la vida.

De una forma u otra, estas cuestiones alcanzan a todos los personajes; cada uno tiene que tomar decisiones difíciles. El “primo” Richie (Ebon Moss-Bachrach) tendrá que resolver su complicada relación con Carmy y decidir si llegó a un estado emocional que le permite asistir a la boda de su exmujer Tiff (Gillian Jacobs) y acompañar a su hija.
Richie se convirtió en uno de los personajes más fascinantes, en una serie que está repleta de ellos. Su camino de conversión personal, lo llevó a encontrar un sentido en su trabajo como encargado del salón. Esta transformación continuará en los nuevos episodios, en especial alguna escena muy emotiva, en la que el personaje demostrará su recién descubierta satisfacción por hacer un esfuerzo extra para darle una experiencia única a los comensales.
El resto de los integrantes de la gran familia de El Oso lidiará con sus problemas y con el peso del tiempo que corre; con el tic tac del reloj, acercándolos a una definición de la posibilidad de continuar con esta aventura, que va mucho más allá de lo culinario.
1De Celeste Cid a Cris Morena, siete celebridades argentinas que sufren el calvario de los acosadores
2La reacción de Flor Jazmín cuando le tiraron onda a Nico Occhiato delante suyo y el tajante mensaje de él
3Quién se fue de MasterChef Celebrity ayer, miércoles 3 de diciembre
- 4
Beto Casella: su salida de El Nueve, los enigmas de su nuevo proyecto y el “divorcio” televisivo menos esperado





