En Aquarius, una inquilina se resiste a perder su historia
Tras provocar polémica en Brasil por sus ecos del juicio a Dilma, llega este film en el que brilla Sonia Braga
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Aquarius es una película política, en un sentido más amplio de lo que sucedió con su estreno en Cannes, en mayo último. El director Kleber Mendonça Filho y su equipo aprovecharon la exposición internacional que ofrece la alfombra roja del gran evento cinematográfico y se manifestaron en contra de la destitución de Dilma Rousseff, ocurrida casi un mes antes. La crítica alabó al film protagonizado por Sonia Braga –que se estrenará en nuestro país mañana–, que parecía tener muy buenas perspectivas para entrar en la carrera del Oscar. Pero las esperanzas del realizador y los productores quedaron truncas.
En medio de denuncias de que existía un boicot contra el film, el comité de selección brasileño eligió enviar a Pequeno segredo, de David Schurmann, que ni siquiera quedó en la preselección de las posibles candidatas.
Aunque la trama de Aquarius no tiene que ver con lo sucedido alrededor de ella, el espíritu de lucha contra el sistema está encarnado en su protagonista. Clara (Sonia Braga) es una viuda de 65 años, que se niega a abandonar el edificio de Recife que da título a la película, aquel en el que vio crecer a sus hijos y que una constructora pretende demoler para hacer una torre de lujo. Con una tenacidad a prueba de todo, ella pelea hasta el fin por mantener en pie el refugio de sus recuerdos.
“Siempre es delicado cuando hablo de que la película es personal porque puede dar las pistas erradas –dice el director en una charla con LA NACION, que tuvo lugar en el último festival de cine de Mar del Plata, donde presentó Aquarius en la Competencia Internacional. La construcción es personal pero la trama de la película viene de una fascinación mía por las demoliciones, que me parecen muy violentas. Una demolición es como el asesinato de un espacio humano que el mercado decidió que ya no es interesante”.
–¿Te parece que hay una relación entre demoler los edificios y no querer recordar la historia?
–Totalmente. Es extremadamente probable que este edificio en el que estamos [el Teatro Auditorium de Mar del Plata] no sea demolido porque debe estar protegido. Es imposible pensar que demuelan porque es obvio que tiene un valor histórico y cultural muy fuerte. Pero con otros edificios más chicos no es tan claro. El mercado dice que no tienen valor y que hay que tirarlos abajo, pero cada uno de esos edificios, públicos o privados, son parte de la cara de la ciudad. El punto es ese: tiene una participación en el paisaje, no es espectacular pero tiene un valor histórico. Después de la película, Aquarius fue protegido para que ya no puedan demolerlo. Es el último sobreviviente frente a la playa.
–El personaje de Clara es arrollador, ¿cuánto de eso había en el guión y cuánto fue lo que trajo Sonia Braga, una actriz que tiene esa fuerza?
–Clara ya era muy fuerte en el guión y eso fue lo que atrajo a Sonia para hacer la película. Ella afirma que la película le dio palabras que siempre quiso decir pero no había dicho y también, esto es un poco más delicado y personal, que le dio los hijos que no tiene. Eso fue algo que le pegó al corazón. Sonia es una mujer muy fuerte y creo que fue un matrimonio perfecto entre personaje, persona y actriz. No es sólo la actriz, ni la persona, ni el personaje, son las tres partes. Durante el rodaje me costaba ver quién era Clara y quién era Sonia pero ahora ya no lo sé. Y Clara también soy yo, ¡es una confusión muy grande!
–Uno de los aspectos más interesantes de la película es la mirada sobre una mujer de más de 60 años, un tipo de personaje al que no se le suele prestar atención, ¿cómo construiste a una protagonista con un mundo personal tan grande?
–No sería capaz de escribir un papel que no conociera. Clara podría ser una ingeniera electrónica pero no tengo experiencia con esa área; ella es crítica de música porque yo fui crítico de cine entonces es más fácil para mí. Perdí a mi mamá cuando ella tenía 54 años y Clara es una proyección de quien sería ella a los 65. Conozco a Clara como madre y amiga. No me la imaginé de manera superficial sino que tengo una relación cercana con ella. No significa que mi mamá fumara marihuana, por ejemplo (como sí lo hace el personaje). Hay variaciones de la verdad.
–Hay un gran trabajo con la música en Aquarius, ¿en qué etapa del proceso de la película elegiste esas canciones, que son usadas como una herramienta dramática y a las que, además, les subís el volumen?
–Sí, es un poco alto, ¡sobre todo cuando suena Queen! Muchas ideas de la música estaban ya desde el guión, algunas cambiaron durante el rodaje y en el montaje fue la confirmación de varias y la llegada de otras nuevas. Fue un proceso muy difícil porque, a veces, lo que uno quiere usar un día, al siguiente ya no le parece una buena idea.
–Clara les dice a sus hijos algo así como: “Cuando les gusta algo a ustedes es vintage, y cuando no, es viejo”. ¿Qué opinás de la recuperación hipster de algunas cosas como los discos de vinilo?
–Esa frase es perfecta para lo que sucede en muchas ciudades del mundo y estoy seguro de que en Buenos Aires no es diferente. Hay un área de la ciudad que es original, real, honesta y a la que la sociedad no le presta atención, pero cuando es “gourmetizada” cobra un nuevo valor. Cuando es original es considerada vieja, pero cuando está “gourmetizada” es vintage. Los discos de vinilo nunca tuvieron ningún problema: la calidad del sonido siempre fue increíble y son objetos maravillosos, pero el mercado dijo que eran viejos y que lo bueno eran los CD. Los discos fueron condenados a muerte cuando era todo mentira. En un mundo perfecto, los discos de vinilo hubieran continuado su vida y ahora tendríamos otra alternativa en el CD, pero el mercado tiene que matar a uno para presentar al otro. Treinta años después, irónicamente, intentan ganar dinero de nuevo con los discos de vinilo porque el CD perdió su encanto. Lo mismo sucede con Aquarius: lo quieren demoler porque es viejo. Es toda una narrativa de miedo y demolición para alcanzar el objetivo de ganar más dinero. Eso es el mercado.
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