Crítica de Hazme el favor: el desparpajo de Jennifer Lawrence se luce en una divertida comedia sexual
La actriz es una mujer en la quiebra que acepta la propuesta de un matrimonio acaudalado de acompañar a su hijo sobreprotegido para “prepararlo” para la vida universitaria
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Hazme el favor (No Hard Feelings, Estados Unidos/2023). Dirección: Gene Stupnitsky. Guion: Gene Stupnitsky, John Phillips. Fotografía: Eigil Bryld. Edición: Brent White. Elenco: Jennifer Lawrence, Andrew Barth Feldman, Matthew Broderick, Laura Benanti, Natalie Morales, Scott McArthur. Calificación: apta para mayores de 13 años. Distribuidora: UIP. Duración: 103 minutos. Nuestra opinión: buena.
El divertido ejercicio que se propone el director Gene Stupnitsky (Chicos buenos) consiste en llevar a la ficción el personaje que Jennifer Lawrence creó en sus apariciones públicas, tanto en programas de televisión, como en entrevistas en la alfombra roja o en intervenciones espontáneas en otras apariciones mediáticas. Cada vez que es ella misma, su humor evoca líneas de diálogo de El reportero o de las comedias de los Farrelly, desliza suspicacias sobre sus compañeros de elenco, desafía el rótulo ATP haciendo de ella misma el blanco de la comedia obscena. Y justamente lo que mejor funciona en Hazme el favor -título inmerecido para el No Hard Feelings original- se afirma en su gracia y desparpajo, en su falta de inhibiciones.
Pese a esa ventaja como punto de partida, la historia escrita por Stupnitsky en compañía de John Phillips (cuyo crédito anterior, Mi abuelo es un peligro, no es muy prometedor) no logra estar a su altura, amalgamando la clásica estructura de la comedia romántica con críticas cosméticas sobre la gentrificación de Montauk, región costera de Nueva York, y las desigualdades sociales entre turistas adinerados y lugareños explotados. Lo que envuelve ese humor –que hace de lo obsceno la clave de cierta irreverencia social– concluye con una palmada en la espalda para quienes tiene el poder, cuidan de su rebaño y compran sin escrúpulos a sus guardianes.
Pero vayamos a la historia. Maddie (Lawrence) vive en Montauk desde que nació, en la casa que su madre le dejó como herencia y como recuerdo del abandono de su padre, otro de los tantos turistas golondrina que regresan a la ciudad al final del verano. Para pagar los impuestos de una zona encarecida por la gentrificación, Maddie trabaja en un bar y maneja un Uber. Sin embargo, no le alcanza; las deudas se acumulan en su umbral día a día y encima un exnovio despechado le remolca el auto por los impuestos impagos. Lo que le queda es un manotazo de ahogado: cambiar un par de citas con un joven tímido de 19 años -a modo de “preparación” para su entrada a Princeton- por un Buick usado que le permita seguir trabajando y no perder su casa. En resumen: despabilar a un adolescente cuyos padres creen que no está listo. Si el empuje a la autoestima de Percy (Andrew Barth Feldman) incluye el sexo, es cuestión de interpretación. O quizás no tanto.
Lo que parece alertar a los censores ante un posible encuentro sexual entre una mujer de 32 años y un hombre de 19 –comentado en la apropiación del hit de “Maneater” de Hall & Oates- en realidad no deja de ser una historia de amistad y aprendizaje condimentada con el don de Lawrence para la comedia. Una comedia que incluye chistes sobre las diferencias generacionales en materia de sexo y deseo, mucha comedia física –que funciona al modo del cine cómico mudo, como en la escena en la que Maddie intenta recuperar su auto atado a una grúa vista desde una ventana- y algún tibio comentario social sobre las disputas en Montauk. En ese roce con la comedia sexual de fraternidad, que recuerda desde Negocios riesgosos a la saga de American Pie, Hazme el favor revierte algunos tópicos sexistas del género y explora lo que ha cambiado en las relaciones contemporáneas, pero lo hace sin perder del todo el pudor burgués que fue siempre el verdadero límite de la comedia sexual.
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