
Funk al calor de James Brown
Nuestra opinión: Muy bueno
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Espectáculo del cantante James Brown junto a su banda. Hoy, a las 21, preferencial en el estadio Obras, y mañana, a las 22, en el Gran Rex.
La máquina del funk se pone en movimiento. La banda, considerada sin temor a equívocos, como el paradigma del soul comienza sin su líder, el carismático cantante y hombre de negocios, James Brown.
El coro de cinco cantantes, con la excelente Cynthia Moore como voz principal, nos introduce en las dos horas de un show prodigioso en imágenes sonoras y de una continuidad que muestra los alcances del profesionalismo.
Con "It´s a little be harder", (que tan bien sabía cantar la inolvidable Janis Joplin con la Big Brother & Holding Co.), en un compás de 1x3, que impide quedarse quieto, comienza el show. El escenario de Obras resultará pequeño para tanto despliegue de músicos, bailarines y coro.
Dos jóvenes bailarinas, Cherry Sullivan y Susana Hayne se moverán con limitaciones en la escena, pero el funk no se detiene por inconvenientes de espacio.
Sí, sobre el escenario, dos guitarristas, dos bajistas, dos bateristas, un tecladista, un percusionista y un set de bronces, de cinco miembros, muestran un ensamble prodigioso. Aunque habrá partes, donde sólo un bajista o un baterista participarán se observa con claridad los matices de cada músico.
Funk, puro y duro
Hasta que por fin, sube a escena el "Padrino del Funky", James Brown. Esta vez eligió un sobrio conjunto negro de saco y pantalón, tocado con lentejuelas. La entrada tiene más que ver con la presentación de una pelea en Las Vegas, que con un cantante, pero así es el show business.
"Living in America" marca el inicio de esta ceremonia musical. El escenario es un desborde de energía. El público se somete a este embrujo que Brown, como un cacique, impone con su voz y con ese modo de enfrentar al público.
Con mano férrea, maneja la banda. Quienes lo conocen de cerca sostienen que así fue siempre, desde sus días en que actuaba en el Teatro Apollo, en el Harlem, allá por los años sesenta . Los arreglos, orientados a descomprimir la reiteración rítmica, tienen la virtud de sobresalir. Entonces, la banda suena siempre con brío, y, por encima de todo escapa a la reiteración.
En este show, al menos, ya no habrá versiones de quince minutos, como las que solía interpretar Brown & Co., tan marchosas y próximas al repertorio discotequero.
En "Living..." aparecen las bailarinas ataviadas con mallas que representan la bandera de los Estados Unidos. Evidentemente, el público local es refractario a esa idea del "milagro americano" y una fuerte rechifla las saluda. Vale pues, el pensamiento de Voltaire acerca de que el chauvinismo es sólo una de las formas de egoismo colectivo que, no es compartido, por ejemplo, por los argentinos, que tienen su propio nacionalismo o egoismo, como quiera verse.
Pero el show debe seguir y James Brown y su banda no aflojan. El set de vientos tiene pasajes brillantes. Sus saxos, muestran las influencias del hard bop, aunque con ese chillón estilo nacido en Detroit.
Apoyan con continuidad, lo cual le da al tema un clima altísimo, que no tiene tiene nada de estridente. La acústica del estadio permitió disfrutar de la música, que sin estruendo sonó compacta.
Primer descanso
Brown quien va y viene por el escenario todo el tiempo se toma un descanso y se pone frente a un órgano para encarar un tema lento, casi una balada. Con frases cortas, algunas efectistas, mueve a la banda, que lo respalda con sobriedad.
Los guitarristas tiene un estilo años cincuenta, es decir, guitarra sin efectos y una variedad de "punteos" que los ubica cercanos a Eddie Cochram.
El coro, sostenido por Moore y por Martha High, muestra una riqueza vocal interesante. Matices y buen gusto son su sello, aunque a veces tengan que someterse a ese grito de "James Brown", que termina por parecer y ser la venta de un producto.
Otra momento cumbre es la llegada de "I feel good" y, por cierto, verlo a Brown haciendo su número de voz y movimiento es toda una experiencia. Emana una fuerza magnética.Este moreno que ya superó los sesenta, tiene algo de "monstruo sagrado" que a pesar del tiempo mantiene esa llama que lo diferencia del resto de sus contemporáneos.
Canta con convicción su "me siento bien", aunque su orgullo por su espíritu del black power inicial haya dejado lugar a un pensamiento religioso, de mandato divino.
El show tiene algo de vodevil; simulacros de peleas, el "Padrino" que elige como partennaire a tal o cual corista y un evidente culto a la personalidad de Brown que resulta abrumador. Si como dice, su música es un don de Dios, la humildad sigue siendo un asunto suyo.
Llegará "Sex machine". Una versión más lenta que la original, pero con una fuerza desbordante. Su voz, aunque se guarda de no cantar durante algunos pasajes del concierto, suena con fuerza.
La banda tiene una consistencia monolítica, la voz de este excelente cantante suena clara y con ese brío que lo llevó a ser el músico número uno del funk desde 1970. Una monarquía que a esta altura suena a vitalicia y no por derecho divino sino ganada con talento y esfuerzo.
Lo más parecido al infierno
El debut de Brown en el país tuvo no sólo al funk como sello: el calor fue el coprotagonista del concierto, tanto en el escenario como en el auditorio.
Una temperatura agobiante en el estadio dejó como resultado lipotomias por doquier. En el escenario, las toallas blancas iban y venían todo el tiempo. Las coristas, en cuanto podían, las buscaban para secarse el rostro. Y algo similar, ocurría con los músicos: en todo momento, entre los temas o incluso, en algunos silencios, los músicos buscaban las toallas para secarse. Quien permanecía como ausente de esa insoportable temperatura fue Brown, que se cuidó mucho de no cometer excesos con su voz y su energía.
De todas maneras, el calor no arruinó la fiesta. Evidentemente: los cuatro shows programados, de los dos iniciales, serán vistos por unas 14.000 personas. Dos funciones en el estadio Obras, otro hoy, pero preferencial para 500 personas, en el "Hard Rock" (la entrada costará 100 pesos, pero habrá canilla libre de champagne) y el cierre de su pasó por el país, mañana en el Gran Rex.






