Habló el tatuador de Tinelli, Hernán Coretta: "Marcelo es un tipazo"
Enterate quién es el hombre que trabajó más de 30 horas en la espalda del famoso conductor
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"Agarrate porque se viene el quilombo", le avisó Marcelo Tinelli segundos antes de dar a conocer su nombre y su obra- en su cuenta de Twitter. Hernán Coretta tiene 38 años y más de dos décadas de experiencia en el arte de tatuar, siempre eligió el perfil bajo y nunca pretendió "cholulear" con sus clientes. Pero la cosa se complicó a partir de la bendición pública del rey Midas de la televisión, el hombre que le confió su espalda para que le dibujara a Sarasvasti, la diosa hindú de las "artes, la verdad, la educación y la cultura". Desde entonces, su teléfono no ha parado de sonar.
-¿Te sorprende esta repercusión?
-Y, no tanto, porque Marcelo haga lo que haga, mueve todo, hace temblar todo. Es así.
-¿Pero te esperabas que te mencionara en Twitter?
-Tenemos buena onda y ya nos conocemos un montón, hablar con él es conversar con un cliente más y pegamos buena onda. En mi trabajo no es que tatúo a una persona y se va y listo, sino que con Tinelli o con cualquier otro cliente estoy más de 30 horas y se establece una relación. Marcelo es un tipazo, en ningún momento me planteó cambiarme el tatuaje por nombrarme ni nada.
-¿Te metió alguna presión que se tratara de la espalda de Tinelli?
-Y, si... La verdad que sí. Imaginate que no estoy acostumbrado a trabajar con gente de la farándula y menos con un personaje tan fuerte. En realidad, cuando Marcelo me llamó hace tres años le dije que no porque sabía que iba a ser un quilombo... No estoy acostumbrado a dar notas porque no soy una persona que lucre con esto. Soy más perfil bajo, y tampoco me interesa la vidriera: prefiero que me conozcan por el trabajo que hago y no por a quién tatué. La mayoría de la gente va a la Bond Street o a American Tatoo porque es a donde puede encontrarse con un famoso, a mí no me interesa eso.
-¿Cómo llegó hasta vos?
-Eso fue hace tres años, cuando le hice el brazo. Él ya tenía un brazo hecho, pero no estaba muy conforme, y me vino a buscar a mí porque vio mis trabajos en internet. Antes vino una persona de su entorno a preguntarme si tenía los huevos para tatuar a alguien conocido... La verdad es que tatúo a conocidos o no tan conocidos siempre y cuando me vengan a buscar por lo que hago, así está todo bien. Ahí, él me llamó personalmente y nos encontramos.

-¿El otro brazo también se lo retocaste?
-Hace dos años le hice el segundo brazo y ahora le hice toda la espalda y, al mismo tiempo, le retoqué el primer brazo. No fue sólo la espalda, por ahí la gente no llega a verlo en las fotos, pero el primer brazo que se tatuó está todo retocado. La idea era que se viera como un solo trabajo.
-¿Él llegó con una idea de lo que quería o lo trabajaron entre los dos?
-La espalda la iba a hacer el año pasado, pero por una cosa u otra no se dio, llegó el verano, me llamó y estábamos muy jugados de tiempo, así que le dije que lo dejemos para este año. Y la idea, al principio, era hacer un dragón. Después, cuando se enteró que iba a ser padre de nuevo, cambiamos el diseño. Le mostré un par de libros que tengo de diosas orientales, y a él le gustó esta deidad hindú. En base a eso, le tomé la medida y le redibujé todo. Los fondos son un diseño propio, con el mismo fondo de los brazos como para darle una continuidad.
-¿Cómo fue el proceso?
-Yo lo tatué todos los lunes durante tres meses. Creo que dos días no pudo venir, pero en total fueron siete sesiones de cinco horas cada una. Dentro de esas sesiones está el brazo, no fue esa cantidad de horas sólo para la espalda.
-¿Se te solicitó alguna medida de seguridad?
-No, para nada. Él es una persona que quiere sentirse uno más, no se si lo puede hacer, pero... Yo tengo un año de espera, pero los lunes no trabajo sino que los tengo reservados para gente de afuera y este tipo de personajes.
"Lo que tiene este tipo de trabajos es que si no tengo buena onda con la otra persona, me bloqueo y prefiero ni tatuarlo
-¿Cómo es la relación que establecés con tus clientes? ¿Se suelen abrir y te cuentan sus cosas personales?
-Sí, porque es como una terapia... Lo que tiene este tipo de trabajos es que si no tengo buena onda con la otra persona, me bloqueo y prefiero ni tatuarlo. Ya en las citas previas, si me doy cuenta que me va a quemar la cabeza, prefiero pasarlo.
-¿Se volvió muy común el tatuaje grande?
-Acá no tanto, afuera sí. Pero por suerte hace diez años que viajo, estudié mucho y eso me ayudó a tener el trabajo que tengo. Acá es muy difícil encontrar a un tatuador que se dedique a brazos, espaldas y cuerpos enteros. Y me fui orientando hacia los tatuajes orientales porque es lo que más me ayuda a hacer cuerpos enteros, se abre y se puede fusionar mucho. Ahora tengo cinco cuerpos enteros en proceso, todo con diseños propios y a medida.
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