En la época en la que jugaba en la Juventus (y todavía hacía goles), Carlitos Tévez festejó un tanto levantándose la casaca para que se vea una remera con la inscripción “Ciudad Oculta”. Ian Astbury lo vio por televisión, indagó y se conmovió: la idea de que una estrella de ese calibre celebrara sus orígenes con tanta sencillez lo motivó a componer las canciones que integrarían Hidden City (2016), el décimo disco de estudio de su banda The Cult. Hoy, a días de una nueva visita a Buenos Aires -se presenta en el Luna Park el próximo 3 de octubre-, el británico reafirma su conexión con Argentina elogiando nuevamente al público local y recordando un vínculo anterior con nuestro fútbol (¿de dónde salió esa foto suya con la camiseta de Independiente bicampeón de la Supercopa en los 90 que circula por Internet?). Todo, mientras explica qué cambia y qué no se negocia a la hora de crear en conjunto con su socio de siempre, el guitarrista Billy Duffy.
Dijiste que lo que te inspiró de la remera que mostró Carlitos es como simbolizaba su conexión con quien él es realmente, con su verdadero ser. ¿Cuál sería tu “ciudad oculta”?
La idea de “ciudad oculta” es una metáfora. Cuando vi eso me hizo sentir empatía. Esta relación con sus orígenes, su familia, sus amigos. Es un símbolo muy emotivo. Y tener la pasión como para poner eso en una remera. Para mí es especial. Hay muchas celebridades que dicen algo para la cámara y después actúan de otra forma: son materialistas y se manejan por el éxito y no por la pasión. Es bastante raro lo que hizo Tévez, y realmente me sentí conectado a esta acción. Lo tomé como una metáfora de corazón, de sentimiento, de inteligencia emocional.
¿Así es como tratás de manejarte en tu vida y tu carrera?
Siempre fue mi filosofía, desde chico. Crecí en una casa en la que mi padre tenía tres hermanas y mi madre tenía siete. Me crié entre mujeres muy fuertes que me mostraron música, energía, expresión. Eso es lo que a mí me interesa. Hay bandas que tienen éxito comercial y tocan en estadios, pero eso no necesariamente dice que la calidad de su trabajo es buena. Eso habla de su atractivo comercial. Como si fuera un parque de diversiones: si ponés un montón de lucecitas la gente va a ir. Algunas veces, cuando sigo mi corazón tiene un impacto negativo [risas]. La gente dice: “¡No podés hacer eso, tenés que hacer lo mismo! ¡Tenés que seguir igual a como eras en 1987! ¡No podés envejecer”.
¿Cómo hacés para congeniar esas ganas de moverte todo el tiempo con los planes que pueda tener Billy Duffy?
Está todo estructurado. Todas las canciones tienen guitarra, y estás restringido por eso. Pero por ejemplo, esta vez hicimos las canciones con piano. Cuando escuchás a los Beatles, hay un piano. U2, el hip hop... siempre hay un piano. Cada gran artista busca en el piano una voz diferente. ¡AC/DC escribe sus temas en piano y las adapta a la guitarra! Si lo pensás tiene sentido: tocás los acordes básicos y después lo trasponés a otro sonido. Siento que del piano salen mejores melodías, y esta vez quise que The Cult tuviera otra voz, otras progresiones. Para mí fue un gran salto y estoy muy contento con lo que salió. Parte de eso lo incorporé trabajando con los Doors. Con ellos vi lo importante que eran los teclados en su proceso de composición. Son variaciones de sonido y de emoción. Hay bandas que tienen la misma emoción durante todo su set, y está todo bien, quizás eso sea lo que los fans quieren, pero yo no me siento de la misma manera las 24 horas del día. Hay distintas emociones. En este disco hay distintas texturas, cosas cinemáticas y quizás sea menos comercial, porque no le podés explicar a la gente qué quisiste hacer: ellos quieren escuchar. En la música tenés que dar espectáculo. Y tiene que ser un espectáculo visual: siempre lo visual va primero.
Alguna vez dijiste que el arte es lo que nos conecta con una forma superior de inteligencia. ¿Está cumpliendo con ese objetivo la música pop?
Totalmente. Hay artistas que reflejan el tiempo en el que viven. Le sostienen el espejo a la sociedad. Lo veo mucho en el hip hop, con gente como Kendrick Lamar. O en bandas como Sunn o))), que usan mucho el espacio en su música. Me gustan los XX, que hicieron un disco muy conectado a lo emocional [I See You, 2017]. Hay muchos artistas que de verdad me gustan, con texturas, intimidad y una respuesta inmediata a lo que pasa. Y lo veo más en artistas individuales que en bandas. En Hidden City hay una canción que se llama “Deeply Ordered Chaos” que está pensada para como una respuesta instantánea a lo que se vio en los medios en 2015 y 2016.
Compusieron el tema “GOAT” pensando en como ustedes se sobrepusieron como banda a todas las adversidades. Por otra parte, sabemos que estuviste entrenando deportes de combate. ¿Ser un artista exitoso tiene comparación con ser un peleador y dejar partes de vos para satisfacer multitudes sedientas de sangre?
¡Ja, sí! Hubo una época en la que me lesioné muy mal, estaba fuera de forma y se me complicaba actuar. Yo solía correr mucho y entonces no pude correr más. Hice entrenamiento de artes marciales cuando era más joven y lo retomé hace unos tres años. Entreno MMA pero no para competir: sólo para sentirme mejor. Te sentís muy bien, lejos de las presiones de la vida. Pero cuando entrás al estudio es difícil estructurar los horarios: son cinco o seis días por semana, y en tu día libre no querés hacer nada, je. Querés descansar, mirar una película, estar con tu familia.
Lo de Tévez no es tu único contacto con el fútbol argentino: también te sacaste fotos con la camiseta de Independiente. ¿Cómo fue eso?
La gente de Independiente nos invitó cuando vinimos en el 95 y un dirigente nos llevó a la cancha. Fue muy divertido, una gran experiencia. La hospitalidad que sentimos en Buenos Aires es increíble. Los argentinos siempre son muy cálidos, apasionados y amigables. Nuestro director Juan Azulay es argentino: operó la cámara y fue director de fotografía del clip de “Hinterland” y estuvo involucrado en el arte general del disco. Tenemos una conexión fuerte que siempre se mantuvo después de nuestro primer concierto ahí, en el 91. Fue una noche muy mágica, bajo la lluvia. Nunca encontramos un público tan apasionado.
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