La doble tragedia de Keanu Reeves: perdió a su hija, al amor de su vida y vivió un duelo de 20 años
La pequeña nació muerta y marcó el final de su vínculo con Jennifer Syme, la mujer que más amó; su forma de llevar el duelo y los veinte años de dolor
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La tragedia no distingue entre estrellas de Hollywood y personas anónimas. Keanu Reeves, uno de los actores más queridos de su generación por sus papeles inolvidables y por su bondad y generosidad fuera de la pantalla, conoce esto mejor que nadie.

Detrás de su imagen de héroe en Matrix y John Wick, se esconde una historia de amor y pérdida que lo marcó de tal manera que durante 20 años evitó mostrarse enamorado en público.
Recién en 2019, cuando apareció de la mano de la artista Alexandra Grant en una gala del LACMA en Los Ángeles, el mundo comprendió que a sus 55 años estaba listo para volver a intentarlo. Las razones de ese largo silencio romántico tienen nombre: Jennifer Syme, el gran amor de su vida, y Ava, la hija que nunca llegó a conocer. “El dolor y la pérdida son cosas que nunca desaparecen. Se quedan contigo”, declaró en 2019 en una entrevista con The Guardian.
Un amor profundo que jamás olvidó
La historia comenzó en 1998 cuando Keanu Reeves organizó una fiesta para celebrar a Dogstar, la banda de grunge y rock alternativo que había fundado en 1991 junto a Robert Mailhouse. El grupo había tenido un éxito considerable: en 1995 abrieron conciertos de Bon Jovi en Australia y Nueva Zelanda, en 1996 actuaron en Bélgica y en 1999 tocaron en el prestigioso Festival de Glastonbury del Reino Unido, donde también lanzaron su segundo álbum, Happy Ending.
Esa noche de celebración, Keanu conoció a Jennifer Syme, una joven que llevaba un año en la industria cinematográfica como asistente de producción. Poco se sabe de los detalles de ese primer encuentro, pero la conexión fue instantánea y profunda. A partir de ese momento, nunca más se separaron.

Aunque Reeves siempre intentó mantener su vida privada lejos del ojo público, pronto comenzaron a ser fotografiados juntos. Se enamoraron de manera intensa y apasionada. Nunca se casaron ni vivieron juntos, pero Reeves le compró una casa a Jennifer para protegerla de los paparazzi.
Jennifer, por su parte, trabajaba como asistente de David Lynch. Había sido ella quien facilitó la conexión entre el director y Marilyn Manson para la película Carretera Perdida de 1996, lo que demuestra su creciente influencia en la industria. La pareja parecía tener todo por delante: juventud, amor y carreras prometedoras en Hollywood.
Una alegría convertida en tragedia
Un año después de conocerse, Jennifer y Keanu recibieron la noticia que los llenó de felicidad: esperaban su primer hijo. La pareja se preparó para la llegada de la bebé, a quien llamarían Ava. Sin embargo, el destino tenía otros planes.
El 24 de diciembre de 1999, a los ocho meses de gestación, Jennifer dio a luz a Ava. La peor noticia les nublaba la alegría: la pequeña había fallecido en el útero y nació sin vida. La niña fue enterrada en el cementerio Westwood Village Memorial Park de Los Ángeles, donde más tarde también descansaría su madre.

La pérdida de Ava devastó a la pareja de una manera irreparable. Jennifer cayó en una profunda depresión posparto y el dolor compartido, en lugar de unirlos, terminó por separarlos. Semanas después del nacimiento de la muerte de la bebé, Keanu y Jennifer decidieron terminar la relación. “No pudieron soportar el dolor de perder a su hija”, confirmaron personas cercanas en aquel momento.
La noche de la otra tragedia
En la madrugada del 2 de abril de 2001, Jennifer Syme perdió el control de su Jeep Cherokee en Cahuenga Boulevard, una de las principales avenidas del norte de Los Ángeles. El vehículo chocó contra tres autos estacionados, giró varias veces y expulsó a Jennifer del asiento del conductor. No llevaba puesto el cinturón de seguridad. Las autoridades la declararon muerta en el lugar del accidente a las 6:20 de la mañana. Tenía 28 años.

Apenas un día antes, Jennifer había almorzado con Keanu en el restaurante Crepes On Cole en San Francisco. A pesar de que llevaban más de un año separados, mantenían el contacto y la amistad. Ninguno de los dos imaginó que sería la última vez que estarían juntos.
Horas antes del accidente, Jennifer había asistido a una fiesta en casa de Marilyn Manson. La amistad entre Jennifer y el músico se había consolidado desde que ella facilitara su colaboración con David Lynch. Según declaró Manson luego, al notar que Jennifer había bebido, envió a un conductor para llevarla a casa de manera segura. Sin embargo, Jennifer regresó a la fiesta por razones que nunca se conocieron y decidió tomar su propio vehículo.
La autopsia reveló que Jennifer estaba ebria y tenía cocaína en su organismo. Las autoridades encontraron dos frascos de medicamentos recetados en el coche: un relajante muscular y un antiepiléptico. También hallaron dos billetes de un dólar enrollados con “polvo blanco”. La madre de Jennifer, Mary St. John, explicó que su hija sufría depresión desde la muerte de Ava y se había quejado de dolor de espalda días antes.

Veinte años de duelo silencioso
Jennifer fue enterrada junto a su hija Ava. Keanu Reeves llevó el féretro de quien había sido el amor de su vida. Según Bret Domrose, amigo de la banda Dogstar, el actor buscó “paz y tranquilidad” a pesar de que tenía fecha de rodaje para las secuelas de Matrix programadas para la primavera siguiente. “Le resultó muy difícil aceptar su muerte”, confirmaron fuentes cercanas.
David Lynch dedicó su película Mulholland Drive de 2001 a la memoria de Jennifer, un gesto que reconocía el importante papel que ella había tenido en su vida profesional y personal.
En los años siguientes, los amigos de Reeves expresaron su preocupación. “A veces parece que no confía lo suficiente en sí mismo como para tener una relación con otra persona”, declaró un amigo a la revista People. Durante dos décadas, el actor no volvió a mostrarse enamorado en público.

En 2006, Reeves habló con la revista Parade sobre el duelo de una manera que resonó profundamente. “El duelo cambia de forma, pero nunca termina. La gente tiene la idea errónea de que se puede lidiar con él y decir: ‘Ya pasó y estoy mejor’. Se equivocan. Cuando las personas que amas se van, estás solo”.
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