La historia al ritmo del hip hop
Hamilton es el musical que revolucionó Broadway por su manera de contar la historia; el mismísimo Barack Obama fue a verlo dos veces
NUEVA YORK.- Imagine, por un instante, a Cornelio Saavedra, Manuel Belgrano o Juan José Paso envueltos en un encendido debate en la época de la Primera Junta. Ahora imagine que en vez de hablar dicen todo cantando tangos.
Eso hizo Lin-Manuel Miranda, aunque con los padres fundadores de los Estados Unidos y el hip hop. Y así, sobre ese ingenio, gestó su obra maestra, Hamilton, el musical de Broadway en boca de todos, al que el presidente Barack Obama ha ido a ver al teatro no una, sino dos veces.
Hamilton relata la historia de uno de los padres fundadores del país, Alexander Hamilton, el primer secretario del Tesoro, mano derecha de George Washington y diseñador central de la primera economía mundial. Miranda, un inmigrante de Puerto Rico que ya había logrado éxito y reconocimiento en Broadway con otra obra suya, In the Heights, leyó la biografía escrita por Ron Chernow y quedó fascinado. Decidió hacer una obra y creó algo inédito: Hamilton es, a la vez, un musical de Broadway, un concierto de hip hop y una clase de historia.
"Me impresionó mucho, primero, que fue el único inmigrante de nuestros padres fundadores", comenta Miranda en una entrevista con LA NACION. "Y también que en cada momento importante de su vida, su habilidad para escribir lo llevó al éxito y a salir de sus circunstancias. Trascendió escribiendo. Me pareció una movida muy hip hop -dice el actor y guionista- escribir sobre sus dificultades y trascender sus circunstancias. Pensé que eso era una historia de hip hop."
Miranda decidió escribir esa historia para Broadway: un inmigrante huérfano nacido en el Caribe que termina por escribir -literalmente- la historia fundacional de los Estados Unidos.
"Siempre supe que la historia era especial. Lo difícil fue dramatizarlo de una manera tal que ayude al público a conectar con esta historia, un cuento trágico porque vivió la mitad de lo que vivieron el resto de los padres fundadores", agrega. Alexander Hamilton murió a los 49 años, tras un día de agonía, debido a una herida mortal sufrida en un duelo de armas.
Miranda utilizó dos ingredientes para su fórmula. El primero es el repertorio de canciones, que recorre un arco impensado entre las melodías tradicionales de Broadway y el ritmo frenético del hip hop del Bronx. El rap marca el tempo de la obra: por ejemplo, un debate entre Hamilton y Thomas Jefferson, rivales políticos, queda convertido en una "batalla" rapera, una síntesis entre Eminem y el diseño de una política pública. El segundo ingrediente es el elenco, tan étnicamente y racialmente diverso como los Estados Unidos de hoy en día, pero alejado del tejido demográfico de las antiguas colonias británicas.
Por esa decisión, en Hamilton, Thomas Jefferson luce un incipiente peinado afro; George Washington tiene la cabeza rapada y la tez oscura, y Aaron Burr, el vicepresidente de Jefferson que mata a Hamilton en un duelo, es negro, y no blanco, como marcan los libros de historia.
"Queremos eliminar la distancia entre el público de hoy y esta historia. Queremos que esta historia se sienta tan relevante hoy como en 1776 y 1789. Ésta es la cara actual de los Estados Unidos. Eso ayuda a eliminar la distancia. No sientes que estás asistiendo a una obra de historia, con gente en pelucas blancas", explica Miranda.
La puesta en escena es minimalista. El vestuario, acorde a la época, tiene algunos destellos de color -Jefferson viste un traje púrpura brillante; Hamilton en un momento viste verde- que, en cierto modo, profundizan el quiebre temporal. Poco de esto importa cuando los actores empiezan a hacer lo suyo. Por momentos es muy difícil seguir todo el contenido que Miranda, compositor y escritor del musical, logró poner en cada tema. Varias "perlas" sobresalen. Una encuentra al marqués de La Fayette, el militar francés que peleó en la guerra de la revolución, y a Hamilton frente a frente, en el primer acto, celebrando el éxito que marcó la independencia de Inglaterra. Después de chocar las manos en un saludo de sello urbano, ambos sentencian, en ritmo rapero: "¡Los inmigrantes! ¡Hacemos el trabajo!" En esa línea descansa el inequívoco mensaje político de Hamilton: los inmigrantes son la fibra que ha construido el tejido de los Estados Unidos.
"Fue una de las razones por las que conecté con Hamilton, entender que él fue un inmigrante, su tenacidad y dedicación, su implacabilidad. Él, antes que todos los padres fundadores, fue el primero en pensar en los Estados Unidos, y no sólo en 13 colonias", afirma Miranda. "Es un recordatorio de que los inmigrantes siempre han formado parte de esta nación. No sólo son los latinos ahora, son los judíos, los italianos, los irlandeses o las miles de personas de otros países que vinieron a buscar una vida mejor y a participar de nuestra nación", define el puertorriqueño.
No sólo Obama y su esposa, Michelle, han visto la obra. John Kerry, el secretario de Estado, también encontró un hueco en su agenda para pasar por el teatro (Jefferson fue el primer hombre en ocupar su cargo actual), al igual que tres secretarios del Tesoro: el actual, Jacob Lew, y dos de sus predecesores, Tim Geithner y Rober Rubin.
Miranda afirma que conserva su humildad. Hacer un musical, explica, es como ser chef en un restaurante: de nada sirve una buena crítica si una persona va a comer y come mal. "El secreto de hacer esto es el público, que se renueva cada noche. Antes de montarme en el escenario, siempre me digo que puede ser el primer espectáculo de Broadway de alguien, y puede ser el último espectáculo de Broadway de alguien. Y quizá sea la única oportunidad que tiene de verlo. Entonces tengo que dar todo lo que tengo."
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