
La tesis de un joven director español
Por Claudio España
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PARK CITY, Utah.- Durante el último Festival Cinematográfico de Sundance, celebrado aquí en uno de los centros de nieve más cotizados de los Estados Unidos, el joven realizador español Alejandro Amenábar no alcanzaba a entender qué ocurría con él.
Acababa de presentar su segundo largometraje, "Abre los ojos", y la prensa internacional se le había tirado literalmente encima. El extraño formato de la narración, la voluptuosidad de las imágenes al servicio de cautivar el ojo y la extrañeza de una historia que nunca alcanza a situarse en la realidad son atractivos por demás interesantes para críticos, especialistas y, por supuesto, público curioso.
Su film anterior, "Tesis" (1996), pasó por circunstancias semejantes, sólo que en su país y en el Festival de Berlín, donde recibió elogios nunca desmedidos. "Tesis", un film para el que no pasó el tiempo, se estrenará en estos días en Buenos Aires.
Nos encontramos con Amenábar en un bungalow que su productor, José Luis Cuerda, alquiló para preservar al supuesto triunfador del público y a uno de los directores más jóvenes del mundo. Alejandro Amenábar tiene actualmente 26 años; "Tesis" es una obra de sus recientes 23.
Amenábar es pequeño, sonríe tímido y no deja de hacer una aclaración: "En realidad, soy chileno, hijo del exilio de mis padres en los años setenta, pero me crié, fui al colegio, empecé a amar las imágenes y a estudiar cine y realizar películas en España".
Alejandro concurrió a la Escuela de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. No concluyó sus estudios, "afectado por la ansiedad -sonríe en tímida consonancia por saber qué nos parecía su trabajo en la dirección- y ante el hecho de que, a la vuelta de un verano de vacaciones, tenía un guión escrito, el de "Tesis". Se lo llevé a José Luis Cuerda y echó a andar la producción. Yo estaba por entrar en el quinto año de la carrera, me había inscripto, incluso, pero no pasé de allí."
Hasta ahora, "Tesis" tuvo una difusión prestigiosa en copias en video por universidades y cursos de cinematografía en Buenos Aires, donde cosechó buena cantidad de admiradores. La película reúne varios atractivos para los estudiantes: la juventud del director y la audacia de hacer referencias a las "snuff movies", un tipo de películas "de las que -según dice un personaje en el film- se habla mucho pero no se deben hacer". Amenábar describe la película: "Angela (Ana Torrent) es una chica muy especial. Comienza haciendo una tesis sobre la violencia de las imágenes en los medios y termina involucrándose con el mundo de las "snuff movies", películas en donde la muerte no está mediatizada por ficción alguna. Pero también es cierto que el tema de las "snuff", en "Tesis" es un "McGuffin" al estilo hitchcockiano, es decir, me sirve para hablar sobre el tratamiento de la violencia en los medios y sobre la imagen en general."
El audiovisual es el móvil de Amenábar, que lo resume así: "Tesis" es un film sobre la imagen, tanto la imagen bella como la terrorífica. El máximo exponente de esta última sería el cine "snuff".
El "snuff" es un género del que debería ocuparse la policía y no la crítica, aunque en "Tesis" impone un poderoso aliento ficcional. El "snuff" es una clase de film -nadie puede certificar que exista alguno- donde el sexo, el flagelo y la muerte final de la víctima ocurrieron de verdad, en imágenes (por lo general se emplea una cámara de video) sin cortes, en plano secuencia.
"Tuve noticia por primera vez de este tipo de películas -cuenta Amenábar- cuando leí, en mis épocas de estudiante, "La imagen pornográfica", de Roman Gubern." El de Gubern, tratadista e historiador español de renombre, es uno de los más serios trabajos en nuestra lengua sobre ese tema.
"De todos modos -prosigue el joven realizador-, no todo es "snuff": la película me sirve para hablar sobre la violencia y su modo de encararla por la televisión, el video y otros medios audiovisuales. Hay una historia de amor, se produce una confusión entre personajes y quien gana, finalmente, es la mirada del espectador, de la que éste no siempre es consciente, aunque goza contemplando."
Del corto al largo
Antes de decidirse por el largometraje, Alejandro Amenábar hizo su aprendizaje en el corto, en video y en material fílmico. "La cabeza" se denomina el primero de ellos; "Himenóptero" es el segundo y "Luna", el tercero.
"Dicen mis comentaristas que en esos cortos se observa ya mi preocupación por la imagen y su influencia, así como las dualidades que ella implica y que en "Tesis" quedan expuestas a través de Angela y de los otros caracteres juveniles, Chema (Fele Martínez) y Bosco (Eduardo Noriega), todos estudiantes de cinematografía en un instituto público madrileño."
Con "La cabeza" obtuvo su primer premio. "Himenóptero" es la historia del sacrificio de insectos que un personaje hace frente a la cámara. "Ya aquí estaba el germen de mi preocupación temática y formal _Amenábar casi no se mueve en el asiento donde se ha instalado, frente a una ventana blanca por la nieve_, expresada luego en "Tesis". En cambio, cuando filmé el primero, "La luna", no tenía la menor idea ni de la relación plano-contraplano, tan elemental. En "Himenóptero" tampoco sabía tanto, pero, por intuición, me daba cuenta del significado que tenía un personaje ubicado en el fondo o al costado, pero no tenía claro lo de los "saltos de eje" y esas menudencias que te enseñan cuando vas a la primera clase de cine."
El corto "Luna" tuvo una suerte poco común: fue rodado en video pero, vistas sus llamativas cualidades, fue filmado de nuevo en 35 mm, el paso profesional. "Cuando la facultad llamó a un concurso para subvencionar cortos, con mi compañero Mateo Gil decidimos reescribir el libro de "Luna", aunque no nos faltaban otros proyectos. Aquí me apareció otro inconveniente: acababa de aprender los secretos del video y ahora me enfrentaba con todo lo que desconocía sobre el cine en serio. No tenía ni idea del problema de la sensibilidad de la película. Sólo era dueño de un lenguaje desde que era niño: cuando jugaba con coches, me movía yo en torno de ellos y no movía los autitos. Estaba haciendo un travelling... sin saberlo."
"De chico era también muy lector, pero fui abandonando progresivamente la literatura. De a poco, el lenguaje de los libros le fue dejando paso al del audiovisual. Sé que tengo carencias literarias _esta observación sigue a la pregunta acerca de una posible influencia de Borges y Bioy Casares en el tiempo de los relatos que organiza_ y que me resulta mucho más cómodo emplear una hora y media de un día en ver una película que ir siguiendo, día tras día, la lectura de una novela. Pertenezco a la generación que llegó a los clásicos a través de sus versiones cinematográficas pero mediatizados por el televisor."
"Hoy -concluye Alejandro Amenábar- mis referentes culturales son los directores de cine: en primer lugar, Hitchcock, Stanley Kubrick y Steven Spielberg. Ahora, cuando tengo que definir las tramas de mis películas, encuentro el antecedente en "Vértigo", aunque lo mío es un "Vértigo" al revés".
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