
Luppi y Solá pasan a cuarteles de invierno
Juan José Jusid flam "Bajo bandera", con ecos del caso Carrasco
1 minuto de lectura'
"Un cuartel es como un país, necesita órdenes, verticalidad... Usted es de oficina y yo soy de tropa", dice Federico Luppi, metido en las botas del teniente Coronel Hellman, y mirando de frente al mayor Molina, encarnado por Miguel Angel Solá.
Cuando el director Juan José Jusid dice "corte", una certeza sobrevuela el ambiente:Sola y Luppi, juntos, en "Bajo bandera", prometen un duelo actoral de titanes. La acción se filma en los interiores de una casa ubicada en Parque Leloir, en la provincia de Buenos Aires, pero ese detalle es sólo una circunstancia de producción. Cuando el film se estrene, en el próximo mes de agosto, para el espectador esas serán las habitaciones de la casa de Hellman, en la Patagonia. Allí, en el año "69, transcurre la acción de la historia escrita a cuatro manos por Jusid y Guillermo Saccomano y que tiene como eje, la muerte de un conscripto, en extrañas circunstancias, en un Regimiento del sur de la Argentina. El mayor Molina llegará con el propósito de encontrar a los responsables de aquella muerte. Hellman, se empeñará en advertirle que hay aristas de la verdad que es mejor no rozar.
La semejanza de la historia con el caso del soldado Omar Carrasco, muerto en 1994 cuando cumplía con el servicio militar en el cuartel de Zapala, resultan evidente. Sin embargo, Jusid situó la acción en el invierno de 1969, durante el gobierno del general Onganía, dos semanas antes del estallido del Cordobazo. Cuando se le pregunta por qué eligió ese marco temporal para narrar una historia que se relaciona íntimamente con un caso real y reciente, el director establece los límites entre la urgencia de la crónica y la pausa refflexiva que exige el cine.
"La elección es personal- dice-. Pienso que la gran diferencia entre el periodismo que da testimonio de lo que sucede de modo inmediato y lo presenta crudo, en directo y muchas veces de una manera contradictoria que luego la realidad se encarga de modificar, la tarea de los que intentan armar algún tipo de expresión artística, exige un trabajo de distanciamiento y de elaboración. Producir un hecho artístico implica que la gente pueda recrearlo de acuerdo con su experiencia y sus propias imágenes y cerrarlo. Cuando hicimos "Asesinato en el senado de la Nación" , en 1984, estábamos contando una historia que sucedía en 1935, pero los espectadores, al salir del cine, sentían que habían visto cosas que les habían pasado recientemente, durante el proceso militar. Esta posibilidad de extrapolar y que la gente reflexione sobre situaciones que se repiten en la conducta de los argentinos, establece un valor más creativo".
"No quiero quedar pegado al caso Carrasco"
En "Bajo bandera", Juan José Jusid aspira a superar la anécdota para desentrañar una madeja de males argentinos. "Lo que estamos contando, que en la ficción ocurre en un regimiento de montaña en 1969, es algo que la realidad de todos los días empieza a duplicar en espejos que deforman o no, pero donde ocurren hechos de impunidad, de corrupción y de abuso de autoridad, sea en un jardín de infantes, en un hospital o en un consorcio de propiedad horizontal. Creo que es interesante empezar a encontrar las razones por las que esa conducta se repite", señala. A pesar de las aclaraciones, la experiencia sugiere que a la hora de ir al cine, más de uno se va a referir a "a la película del caso Carrasco". A Jusid, esa posibilidad no le quita el sueño. "El film remite a enorme cantidad de casos. Pero creo que la gente y los medios tienen la absoluta libertad de vincularlo a lo que tienen más fresco en la memoria. Los accidentes ocurridos en regimientos son episodios repetidos a lo largo de los cien años que duró el servicio militar obligatorio en la Argentina. Nuestra intención no es quedar pegados al caso Carrasco pero no podemos impedir que la gente vincule la historia con él", admite.
La lógica del militar
El punto de partida de "Bajo bandera" fue un libro de relatos de Guillermo Saccomamo que lleva el mismo título que el film. "La propuesta fue tomar tres cuentos del libro en el que había algunos personajes muy interesantes para construir algo así como el telón de fondo de una historia policial que fue inventada para el guión de la película. El slogan interno de nuestra primera reunión hace dos años y medio, fue "destruyamos los cuentos para crear un guión", recuerda el director.
Puesto a hablar del resultado, Jusid considera que "Bajo bandera", "no es un film de despliegue militar, ni de escenas de guerra, sino un conflicto entre seres humanos.Más allá de que suceda en un cuartel, es el conflicto entre seres humanos. Hay una verdadera pulseada actoral entre los personajes centrales".
Hellman, el militar que le toca componer a Federico Luppi, tiene sus bemoles. "El personaje está presentado de un modo luminosamente informativo -explica Luppi en en la sobremesa que anticipa el regreso al set-. No tiene un lenguaje agresivo. No es un neto milico en el sentido negativo del término, sino que habla con eso que se llama "la interna lógica del militar". Eso lo hace atractivo porque él está profundamente convencido de lo que dice. Hablamos con Juancho (Jusid) acerca de no encararlo desde el lugar del tipo malo o exteriormente endurecido. El cumple con la típica convicción de "así son las cosas".
Cabe preguntarse si con una carrera como la de Luppi sobre las espaldas, necesita comprender la mentalidad militar para poder meterse en el pellejo de Hellman o si con el oficio le basta y le sobra. "El esfuerzo de intentar entender hay que hacerlo -sostiene-. Ssi no se corre el riesgo de hacer un cliché en base al prejuicio y uno ya tiene bastantes prejuicios como para partir de allí a la hora de componer un personaje. Si algo de criticable o de enjuiciable hay en este militar, pienso que va a ser más claro si logro humanizarlo a fondo".
Guerrra, cocina y costura
La cámara, un director y tres actores metidos en las reducidas dimensiones de una cocina. Una frase de Hellman, disparada hacia su mujer Paula (Mónica Galán), en presencia de Molina (Sola), deja adivinar por qué caminos transita la visión del mundo del militar que interpreta Luppi. "Hay tres actividades que son cosas de hombres -dice-:la guerra, la cocina y la alta costura". Para Federico Luppi, su tarea se rige por un principio de oro:"El actor debe defender al personaje aún cuando ese personaje sea el más perverso del mundo. De lo contrario, se cae en la pincelada gruesa donde las malas acciones son producto de neuróticos, borrachos, drogadictos o psicópatas. Si en la vida eso fuera así, el mundo se resolvería internado a la gente para curarla. Pero eso no es así. Uno ve que el mundo está lleno de gente inteligente y capaz que se comportan como auténticos asesinos o depredadores. Aún a costa de mucho esfuerzo, el actor tiene que huir de la visión parcializada de su personaje porque para eso es mejor recurrir a la crónica diaria o a algún informativo más o menos excitante. Para mostrar esa visión, no es necesario hacer una película".
El dedo en la llaga
¿Logrará, en definitiva, "Bajo bandera" producir alguna suerte de reflexión que vaya más allá del terreno cinematográfico? "Sería un serio error creer que con una película vamos a modificar la estructura de pensamiento de una comunidad. Eso es una pedantería más que imprudente. Pero creo que colocar el dedo en la llaga siempre ayuda. Si un director de cine o un escritor o un periodista pueden esclarecer un centímetro de realidad, siempre algo es mejor que nada", opina Federico Luppi. . "Los grandes cambios sociales se dan por acumulación lenta-agrega-. En estos tiempos hay dos extremos: la desesperanza absoluta que sostiene que no se puede hacer nada -cosa que no es verdad-, y creer que cada vez que decimos o escribimos algo, se van a producir cambios automáticos. Esos dos extremos son abismos igualmente peligrosos".
Parado sobre ese justo medio, Luppi regresa al set entusiasmado con la posibilidad de meterse en el pellejo de Hellman. "Me fascinó que el personaje estuviera metido en algo que él jamás podrá ver, es decir, en otra lógica posible fuera de su lógica interna- cuenta- . Lo que me asombra de la lógica militar es cómo ellos siempre se definen por lo que no son. Quiero decir, que los militares no son autoritarios porque griten mucho, usen bigotes o hagan revoluciones, sino porque no se permiten la aventura humana de aceptar la presencia del otro. Un día, en presencia de un primo mío, un amigo común que era militar explicaba que quería renunciar porque tenía escrúpulos con ciertas cosas, y de pronto dijo: "Pero, ¿qué voy a hacer en la vida civil?".
1
2Quién es María Sol, la hermana menor de Lionel Messi que se accidentó en Miami y debió postergar su casamiento
3Las vacaciones de María Becerra y J Rei en Finlandia: auroras boreales, fogatas y temperaturas de -20 grados
4Ian Lucas le declaró su amor a Evangelina Anderson en pleno show en Vélez: “Es la mujer más linda de Argentina”


