Mariana Karr: adiós a la dama de las novelas

La actriz Mariana Karr murió ayer a los 66 años en la ciudad de México, donde estaba radicada desde 1995. Según publicaron varios medios mexicanos, se descompensó en su casa, por lo que fue llevada de urgencia a un hospital, pero falleció a las pocas horas. La noticia fue difundida a través de la Asociación Nacional de Intérpretes (ANDI) de México, que además les envió a los allegados y familiares de Karr sus condolencias.

Karr había nacido en Buenos Aires como María Elena Coppala González, el 29 de noviembre de 1949. Debutó en cine en 1969, en la película Corazón contento, de Palito Ortega, con quien también filmó más tarde Qué linda que es mi familia, en 1980. En 1976 participó del elenco de la película La noche del hurto, de Hugo Sofovich.

Pero sin lugar a dudas el medio en el que más desplegó su oficio fue en la televisión. Debutó en 1968 con el teleteatro costumbrista Rafael Heredia, gitano, convirtiéndose en una gran heroína.

En los años 70 formó parte del elenco estable de las comedias de Darío Vittori. También trabajó en las novelas de Nené Cascallar, en la nueva versión de El amor tiene cara de mujer (1976) y en los unitarios de Las 24 horas (1981), de Marcia Cerretani.

En 1982, en ATC, protagonizó la telenovela Rebelde y solitario, de Sergio De Cecco, junto a Raúl Taibo, donde interpretó a una directora de una revista de modas. En 1984 protagonizó La tramposa, de Delia González Márquez, con Pablo Alarcón. Dos años después fue la antagonista de la telenovela Venganza de mujer, también de González Márquez, junto con Luisa Kuliok y Raúl Taibo. En 1995 viajó a México invitada por Emilio "el Tigre" Azcárraga -dueño entonces de Televisa, que falleció en 1997-, para participar en telenovelas como La dueña, La mujer del vendaval, La vecina, Qué pobres tan ricos, Pasión, Alborada, La madrastra, Corazón indomable y Zacatillo, un lugar en tu corazón, entre otras. Desde entonces no abandonó ese país, del cual tomó carta de ciudadanía. La noticia de su fallecimiento provoca una gran tristeza en el medio artístico y entre el público de aquel país y también en el nuestro.

Por Ricardo Marín

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