Cinco escenas del concierto de Jorge Drexler en el Gran Rex
Dos horas de un show que atravesó climas intimistas y que llegó a conmover al público con el recuerdo a Santiago Maldonado, a quien Jorge Drexler le dedicó una canción
LA NACION
- En el centro de la escenografía la boca de una guitarra. Su último disco Salvavidas de hielo, que vino a presentar en cuatro conciertos en el Teatro Gran Rex, con entradas agotadas, gira alrededor de ese instrumento. En vivo, el desafío del cantautor uruguayo, era adaptar todo ese proceso instrumental y experimental al concierto. Programaciones, percusiones con guitarras, una guitarra eléctrica, un bajo y su voz más su guitarra completaron ese ensamble que sirvió para estrenar en Buenos Aires las nuevas canciones y revisitar clásicos de sus anteriores discos, desde Frontera a Bailar en la cueva. Dos horas de un show que atravesó climas intimistas y que llegó a conmover al público con el recuerdo a Santiago Maldonado , a quien Jorge Drexler le dedicó una canción.
- El comienzo. Un loop de guitarra suena como un mantra en “Movimiento”, la canción que abre su nuevo álbum y dio inicio al concierto.“No tenemos pertenencia sino equipaje”, canta y marca el rumbo de un viaje por los temas de Salvavidas de hielo y de discos emblemáticos como Frontera. “Fue el disco que cambió el curso de mi carrera”, le dijo al público en un tono confesional, que abarcó desde lo mal que tenía la voz a la tarde y el clima social por el que estaba atravesando la Argentina. “Quiero que este sea un remanso por un rato de todos los problemas que están afuera”. Clásicos como “Río abajo”, en clave de candombe, alternan con la nueva “Abracadabra”, sobre el oficio de hacer canciones, "Transoceanica" y "12 segundos en la Oscuridad", que cuenta con el recurso lumínico de un haz de luz, que remite al Faro de Cabo Polonio, al que está dedicado la canción. Ese recorrido musical va metiendo en clima al público y a la banda. Drexler puede pasar del ambiente oscuro en plan Radiohead al efecto anímico de “Estalactitas”, con una marcha musical que se asemeja a un paseo por la costa de Montevideo.
- Intimo y trascendental. Con la canción “Despedir a los glaciares”, una obra con destino de clásico dentro de su repertorio, gana fuerza en el mensaje y es la antesala para un segmento con espíritu de serenata. Solo con la guitarra genera intimidad en la balada “Inoportuna”, acompañado por el público haciendo chasquido de dedos. Y logra la química perfecta cuando utiliza solo las seis cuerdas y la melodía de su voz para el aire de vals de "Asilo". “Usemos el Gran Rex como si estuvieran asilados dentro de la boca de la guitarra”, introduce antes del tema. En ese remanso de música, hamaca y arrulla al público con los versos sentidos de "Salvavidas de hielo", otra de las canciones de perfecta armonía y belleza, entre melodía y letra. Hace cantar a todo el teatro con “Sea” y transforma el Rex en una peña con un segmento bien folklórico compuesto por “La zamba del olvido”, “Pongamos que hablamos de Martinez”, con trío de guitarras y guitarrón, “Frontera” y “Alto el fuego” con citas a Don Alfredo Zitarrosa.
- Santiago Maldonado. “Se que están pasando por una semana especial y dolorosa”, había dicho al principio del show. Fue la primera referencia al caso de Santiago Maldonado. Después en medio de un segmento acústico solo con la guitarra encontró el momento: "Permítanme decir una cosa. Está muy alejado de mí hacer un comentario político, no creo mucho en la política partidaria, me gusta mucho la filosofía y la manera de pensar. Pero me gustaría dedicarle una canción a Santiago Maldonado. Sé que es una semana jodida. Pero una vida es una vida en cualquier circunstancia. Les pido que hagamos un esfuerzo mínimo de abstracción y pensemos que se trata de la vida de un pibe y la familia está pasándola mal. Todas las vidas merecen respeto". Acto seguido cantó “Polvo de estrellas”, donde repitió la contundente frase: “Toda vida es sagrada”. Fue un momento clave y emotivo del concierto, donde la música tocó un sentimiento profundo y provocó el nudo en la garganta de la audiencia.
- Tom Petty y candombe. Con la banda completa Jorge Drexler recordó a Tom Petty haciendo un mix entre “Free fallin’” y su canción “Antes”, que se impregnó de ese sonido folkrock de la generación Dylan. Luego la cumbia psicodélica “Bolivia”, uno de los temas insignes de Bailar en la cueva, funcionó para calentar el tramo final y hacer mover las caderas del público. La seguidilla de canciones con “Silencio”, “Telefonía”, “Trama y desenlace”, “Luna de rasquil”, (donde puso el acento caribe dentro del show) y “Universos paralelos”, en el que cautiva con un "flow" de payador moderno, el público se levantó definitivamente de sus butacas hasta el final del show. Se reservó “Quimera” para el final del concierto como una forma de definirse musical y espiritualmente. Primero se la dedicó: “A todos los músicos de la sala. Y a todos los músicos de los que aprendimos: Spinetta, Páez, Yupanqui, Piazzolla y a todos los que tienen la poesía y las canciones adentro”. Con los músicos haciendo coros de murga y llevando el repique en sus instrumentos, Drexler utilizó el tono, el calor y el ritmo de candombe para transportar a la gente a una llamada de candombe en el barrio sur de Montevideo. Así se fue despidiendo Drexler del concierto, cantando bajito, como si se fuera calle abajo del río siguiendo hipnotizado una fila de tambores.
Conforme a los criterios de
Conocé The Trust ProjectMás leídas de Música
De Timothée Chalamet a Theo James. Quiénes son los cinco actores que protagonizan las biopics musicales más esperadas
Sereno y despojado. La soprano Hera Hyesang Park embarcó en un bello viaje onírico al público del Teatro Colón
A una semana de su internación. Víctor Heredia se recupera de una neumonía y una insuficiencia cardiaca y dejó la terapia intensiva