Luis Miguel hizo delirar a sus fans en el Orfeo de Córdoba
CORDOBA. Una ovación de cuatro minutos y confesiones de amor hechas a los gritos por sus fanáticas fueron parte de la recepción a Luis Miguel en Córdoba, en el inicio de su gira por la Argentina. El "Sol de México" apareció casi una hora después de lo pautado y, mientras lo aplaudían y coreaban su nombre, él señalaba a cada sector del estadio.
"Si te vas" fue el tema con el que arrancó. Súper tostado, delgado y de traje negro, se mostró simpático y, como es habitual en sus shows, su comunicación se limitó a un juego de mímica que todos conocen y siguen. "¿Se la saben?", fueron sus primeras palabras a media hora del comienzo y largó con "Culpable o no". Más que suficiente para que sus incondicionales disfrutaran la fiesta del reencuentro.
Las casi 10 mil personas que colmaron el estadio Orfeo –había más hombres de los que, con prejuicio, se suponía- vivaron y disfrutaron del recital que se extendió casi dos horas. Dejó el escenario menos de 10 minutos y regresó sin saco y sin corbata; con chaleco y camisa blanca. La segunda parte del recital comenzó con "La Barca" y "Se te olvida". Nunca lo dejaron cantar solo. Hubo un tercer segmento, que el cantante encaró con remera negra, que se inició con "Será que no me amas".
La pista y las butacas se tiñeron de rojo, el color elegido para homenajearlo. Fue una suerte de "uniforme" acordado a través de las redes para recibirlo. Incluso, a la entrada, se repartían globos rojos para que nadie quedara afuera de la bienvenida.
"Te amo" fue la frase más repetida de la noche. Se la dijeron en medio de las canciones, en cada pausa y ante cada uno de sus gestos. Los temas "ochentosos" pusieron a bailar a quienes lo siguen desde que -como él- eran adolescentes. Y la memoria fue infalible para "Amor, amor, amor"; "No sé tú"; "Te necesito"; "Hasta que me olvides"; "O tú o ninguna"; "Palabra de honor"; "Tú y yo" y "Será que no me amas". Aunque es difícil determinar cuáles son las canciones que más "luismimanía" generan, indudablemente los boleros están en el top.
En la platea se mezclaron Isabel Macedo y el gobernador de Salta y precandidato presidencial, Juan Manuel Urtubey.
"Me la canta a mí, es para mí", sueña una castaña de pelo largo en la pista y lo grita a los cuatro vientos mientras el mexicano entona "precisamente ahora que tu ya te has ido, me han dicho que has estado engañándome". Lo mismo creen otras miles. Él termina y –sin darles respiro- arranca con "Te necesito".
Este primer show en la Argentina fluyó; hizo pocas señas por el sonido -una constante en sus últimos recitales- y se lo vio cómodo en el escenario. El "Sol" brilló; alardeó de su voz en largos juegos vocales, bailó e hizo sus tradicionales saltos.
Luis Miguel llegó en la noche del lunes a Córdoba y se paró en su camioneta para saludar a quienes lo esperaban. Con un sombrero de ala blanco (del que esta noche aparecieron cientos iguales) repartió sonrisas, recibió la remera de uno de sus clubes de fans y agradeció la espera. Arrancó su estadía en esta ciudad, ratificando un romance que lleva décadas.
En horas partirá a Buenos Aires donde actuará viernes y sábado en el Campo Argentino de Polo; se trasladará en su avión privado. Los equipos de sonido viajan en nueve camiones.
En este show no hay espacio para las rancheras y los mariachis; una enorme pantalla central de 16 metros muestra todos sus movimientos en escena y anticipa, en el inicio del espectáculo, su llegada con un video en blanco y negro. Cada gesto es replicado en otras dos laterales.
Luis Miguel llegó al estadio poco antes del comienzo del recital en una camioneta Range Rove. Vino –como siempre- listo para pisar el montacargas que lo deja en el escenario y empezar a cantar.
Hace 30 años -el 25 de febrero de 1989- un Luis Miguel poco conocido se subía, en reemplazo de Dyango, a la plaza Próspero Molina de Cosquín. Nació allí un romance con Córdoba que sigue. Anoche demostró que el amor está intacto.
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