Stone Roses: la gran banda inglesa que volvió para recuperar el trono
Pasado, tragedia y presente del cuarteto que se adelantó a los 90, se alejó antes de tiempo y volvió a los escenarios primero con una típica gira de reunión y ahora con un par de temas nuevos
1 minuto de lectura'

Manchester siempre será en blanco y negro. Porque así lo dispuso Joy Division. Cuando en 1979 editaron Unknown Pleasures, Ian Curtis y los suyos cristalizaron como nadie la psicogeografía de una ciudad de fábricas monumentales y adolescencias tormentosas. Pero después de un segundo disco y un suicidio, lo que quedó del grupo no tuvo más remedio que dar un golpe de timón y construir felicidad, aunque sea forzada y autoimpuesta. Bautizados como New Order, los sobrevivientes de Joy Division fueron la punta de lanza de un sonido bailable aunque no carente de nostalgia y melancolía.
Al tiempo que los liderados por Bernard Sumner lanzaban Power, Corruption & Lies (1983), un disco cuya portada reproducía el cuadro Una canasta de rosas, del pintor francés Henri Fantin-Latour, dos nuevas bandas mancunianas irrumpían en la escena con sendas referencias florales: The Smiths llenaba de gladiolos los escenarios para presentar sus primeros singles ("Hand in Glove" y "This Charming Man") y el guitarrista John Squire convencía a Ian Brown de unírsele para formar The Stone Roses. "El nombre era una contradicción", le dijo Squire a la periodista Sarah Champion para su libro And God Created Manchester. "Algo duro con algo bonito. Algo ruidoso con algo melódico". Casi sin quererlo, Squire y Brown habían sintetizado el contraste que proponían las nuevas generaciones para su ciudad natal. A las construcciones brutales de gris profundo, ellos venían a tirarle flores.
También como metáfora de ellos mismos, ese "algo ruidoso con algo melódico" describía de manera acabada el sonido del grupo. Mucho más seducidos por las guitarras de los 60 que por los sintetizadores de la época, el génesis de The Stone Roses coincide con la transición entre la new wave y el rock alternativo que promulgaban The Smiths y, del otro lado del atlántico, R.E.M., pero con la arrogancia rave como valor diferencial. Si la música industrial de los también mancunianos Throbbing Gristle podía leerse como una "psicodelia invertida", en palabras de Simon Reynolds, el jangle pop de Stone Roses podía leerse como una psicodelia sintética. Así, The Stone Roses (lanzado en 1989) ponía, como nadie hasta ese momento, los preceptos del acid house en el molde de la canción pop al estilo de los Beatles y los primerísimos Pink Floyd; no por nada el productor del disco fue John Leckie que había trabajado con Waters y compañía en Meddle.
A las guitarras de pura cepa sesentosa que acuñaba Squire y las vocalizaciones entre la desidia y la seducción de Ian Brown, se sumaban las bases de Remi y Mani que invitaban a bailar sin copiar los clichés de la música disco. La fórmula se probó ganadora al instante y el debut los eyectó como representantes máximos del movimiento Madchester (juego de palabras entre Mad, locura, y Manchester) junto a Happy Mondays e Inspiral Carpets. De manera inesperada, la ciudad emergía de sus propias sombras para transformarse en faro de diversión y excesos (chequear la película 24 Hour Party People). Sin embargo, los Stones Roses nunca se sintieron del todo parte. Sus canciones mantenían cierto clima autorreflexivo y una densidad que las hacían ideales para disfrutarlas también puertas adentro. En la voz de Brown, su famoso "Quiero ser adorado" suena más a expresión de deseo de un adolescente con poco carisma que a las intenciones de un líder autoritario.
Con la crítica y los fans endidos a sus pies, los Stone Roses debían empezar a lidiar con los problemas de la fama. "Conseguís drogas y chicas gratis, todo está a tu alcance si lo querés", le decía Ian Brown a NME (New Musical Magazine) en 1989. Pero lo que al principio parecía un beneficio, lentamente se convirtió en un dolor de cabeza. Las giras agudizaron los excesos y el segundo disco se demoró mucho más de lo aconsejado. Entre peleas internas y conflictos con la discográfica, Second Coming llegó recién en 1994. Para ese entonces, la movida Madchester había sucumbido ante el britpop, la nueva banda sonora del Reino Unido, y la ciudad blandía las banderas de sus prodigios más recientes: Oasis.
Si bien el disco tuvo buena aceptación en Inglaterra, la prensa especializada esperaba mucho más de una banda que había postergado tanto su regreso al estudio. Fuera de la isla, el leve giro bluesero de Second Coming tampoco despertó demasiado interés y todo incidió en la relación cada vez más tirante de la dupla compositiva. En 1995, Squire le anunciaba a Brown que se iba del grupo mediante un frío llamado telefónico. "Cometió un gran error, y probablemente él mismo lo sepa", le dijo el cantante al diario inglés The Guardian ya en 2009. En esa misma entrevista contó que durante las últimas giras uno podía entrar a las 11 de la mañana al cuarto del guitarrista y encontrarlo tomando cocaína. Aunque Aziz Ibrahim se sumó en reemplazo de Squire y Robbie Maddix hizo lo propio tomando el lugar de Reni en batería, el final del grupo estaba sentenciado: no llegarían a 1997.
Pero el tiempo todo lo cura. Quince años y muchos proyectos por separado después, los Stone Roses anunciaron en 2011 que volverían a girar juntos. Ahora que se habían alineado las ganas de los músicos y el público, el operativo retorno bajo el nombre Reunion Tour tuvo como puntos máximos su participación en el Coachella Festival de 2013 y toda la gira quedó registrada en el documental The Stone Roses: Made of Stone. De todos modos, tal vez nadie mejor que ellos sabía que la ausencia de material nuevo planteaba un regreso a medias. Y por eso los dos temas nuevos que los Stone Roses estrenaron este año jerarquizan el presente del grupo. El 12 de mayo, Manchester amaneció empapelada con los limones que conforman el logo del grupo y la BBC tuvo la primicia de "All For One", el primer tema del grupo después de 22 años. "Todos para uno, uno para todos / si todos unimos nuestras manos, construiremos una pared", canta Brown en los primeros versos, casi como una declaración de principios hacia el seno de la banda. Detrás de él, Squire libera sus clásicos híbridos mitad arpegio mitad riff mientras Mani y Remi mantienen el pulso rockero.
Una vez celebrado el regreso, las especulaciones sobre un posible tercer disco comenzaron a circular de inmediato sin que los Stone Roses develaran información alguna. Disfrutando de estar una vez más en el ojo de la tormenta, el 10 de junio compartieron "Beautiful Thing" un segundo single de melodía ganchera y espíritu jam con el que demuestran no haber perdido ni un centímetro de identidad. Sin más precisiones sobre el porvenir que su fechas confirmadas, el cuarteto tocará el jueves 30 en el Madison Square Garden, el 7 de julio en el festival escocés T in The Park y el 9 en Dublin. Mientras los Stones Roses parecen proceder de acuerdo a los versos de "Se Bangs the Drums" ("El pasado fue tuyo pero el pasado es mío"), Manchester espera que sus paredes grises vuelvan a amanecer adornadas de amarillo limón y así celebrar, de una vez por todas, el tercer disco de sus hijos menos disciplinados.
- 1
26 shows de 2026: De AC/CD y Die Toten Hosen a Chayanne y Roxette, la agenda del próximo año muestra cantidad y variedad
- 2
La emoción de Fito Páez tras ser distinguido con el título honoris causa en Rosario; “este es un reconocimiento grupal”
3Babasónicos en Ferro: del juego de seducción de Adrián Dárgelos a una noche de clásicos y nuevas canciones
- 4
Abel Pintos festejó sus 30 años en la música con un show tan extenso como emotivo



