Teatro Colón: una gala de excelencia musical para celebrar los 100 años de su Coro y Orquesta Estable
A través de un programa que recorrió diversas épocas y estilos, se le rindió un emotivo homenaje a lo que ha sido un siglo de trayectoria de estos dos cuerpos estables
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El Teatro Colón se vistió de fiesta y celebración. Una gala pensada para conmemorar el centenario de dos de sus pilares: la Orquesta Estable y el Coro Estable. Nacidos para darle vida a producciones artísticas propias, ambos han sostenido durante estos 100 años una labor de excelencia ininterrumpida, convirtiéndose en protagonistas indiscutibles del prestigio de este teatro. Compartiendo el escenario en una tarde mágica, le regalaron a quienes asistieron un concierto lleno de emoción, haciendo una demostración de su gran compromiso artístico y profesional.
A manera de reconocimiento a todos los artistas que desde 1925 han integrado sus cuerpos estables, un QR impreso en el programa de mano abre un hermoso documento que contiene sus nóminas históricas. Unas que todavía no están del todo completas y cuya investigación aún continúa, pero que, de igual manera, sorprenden al contemplar esos miles de nombres de artistas que han formado parte de este teatro.
Beatrice Venezi, directora principal invitada de la Orquesta Estable, salió muy emocionada para dar comienzo a la primera parte: Alexander Nevsky, op.78 de Serguéi Prokófiev. Se trata de una cantata para mezzosoprano, coro y orquesta, compuesta en 1939, que constituye la versión de concierto de la banda sonora escrita por el compositor ruso para la película homónima de Serguéi Eisenstein. Comenzar el concierto con esta obra no fue una decisión sencilla, pero resultó una prueba superada con honores y el público lo reconoció con una gran ovación. Cantada en ruso, a través de sus 7 movimientos el autor rinde homenaje a la figura del príncipe Nevski como símbolo de resistencia y unidad. Dirigida con gran destreza y emoción por Venezi e interpretada con maestría tanto por la orquesta como por el coro, uno de los momentos más destacados lo marcó la aparición de la mezzosoprano Guadalupe Barrientos quien aportó un fuerte dramatismo a la obra con su interpretación.
El comienzo de la segunda parte de esta gala de los 100 años, que comprendió una selección de los títulos más representativos del repertorio histórico del Teatro, tuvo en la aparición de Mario Perusso- jubilado ya hace varios años y director emérito de la Orquesta Estable- su momento más emotivo. Con Verdi como el primer compositor elegido, la interpretación de la Obertura de La forza del destino y el Coro “Gli arredi festivi” del primer acto de Nabucco, resultó bellísima, con esa complicidad propia de quienes se conocen desde hace tiempo. “¡Viva Verdi, Viva Perusso y el Coro Estable!”, se escuchó gritar desde la platea.
“Es un honor y un orgullo ser parte de esta celebración tan importante por los 100 años del Coro y la Orquesta Estable de este prestigioso teatro. Además, poder compartir esta fiesta con el Maestro Perusso me da mucha alegría, pues él representa una parte fundamental de la historia de la cultura y de este teatro. Agradezco mucho a este teatro que adoro, a todos los cuerpos y, en especial, a los músicos, por la confianza al entregarme esta posibilidad. Para mí, representa la valoración del trabajo que he hecho hasta ahora. Ha sido un año intenso, bellísimo y con muy lindas producciones, con las cuales he ido fortaleciendo cada vez más la relación con los cuerpos del teatro y con todo el público”, decía una emocionada Venezi en la previa del concierto.
Luego de la intervención de Perusso, la directora nacida en Lucca volvió a ocupar su puesto en el podio para continuar al frente de la orquesta, que, junto con el coro, ofreció al público una sucesión de interpretaciones de diferentes compositores que emocionaron e hicieron poner de pie a todos. Con gran elegancia y sutileza se escuchó el Intermezzo de Cavalleria rusticana, ópera compuesta por Pietro Mascagni y considerada como el inicio del verismo. Tras ese momento orquestal, siguió el coro pascual: “Regina coeli... Inneggiamo” también de Cavalleria rusticana, con otra magistral aparición de Guadalupe Barrientos como solista, acompañando al coro.
Miguel Martínez, director del Coro Estable desde 2013, destacó que la preparación de este concierto se realizó con mucho amor y compromiso. “Es una noche muy emotiva para todos: celebrar este cumpleaños tan importante de los cuerpos estables es un gran acontecimiento. Trabajo en el Colón desde 1994, donde comencé como asistente de grandes maestros. Ser director de este coro implica una gran responsabilidad, pero también me brinda inmensas satisfacciones. Me siento honrado de estar al frente de uno de los coros más importantes del país, que se destaca también a nivel internacional. Está conformado por profesionales de primera línea y las pruebas para ingresar son muy exigentes. La sonoridad del coro debe llenar toda la sala, una de las más grandes de ópera del mundo. Me siento muy privilegiado y agradecido al teatro, que me ha dado la oportunidad de ocupar este lugar. También agradezco a mi país, que me dio la oportunidad de desarrollar mi profesión”.
Tras Mascagni, llegó un alegre Gounod con el Coro de la “Kermesse” de Fausto, un momento festivo y de jolgorio muy apropiado para esta celebración. Luego fue el turno de Puccini, otro de los grandes maestros de la ópera, creador de melodías inolvidables cargadas de emoción, con el bellísimo Intermezzo de Manon Lescaut. Y para finalizar, de nuevo volvió el gran Verdi con “Gloria all’ Egitto”, la Marcha Triunfal del Acto II de Aida, un título que ha estado ligado de manera muy profunda a la historia del Colón. Su majestuosidad siempre conmueve y transporta a ese desfile grandioso tantas veces recreado en el escenario.
La ovación cerrada que el público brindó a todos los protagonistas de este concierto memorable fue larga y cargada de emoción. Después de los saludos, con todos juntos en escena, cada uno volvió a su puesto para brindar lo que quizás pueda considerarse el coro de ópera más bello y popular jamás escrito. Convertido en un auténtico himno colectivo, el “Va, pensiero” del tercer acto de Nabucco, puso el broche final a una gala que, más allá homenaje a una historia, reafirmó el compromiso y la excelencia de quienes trabajan con profundo amor por el arte.
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