El periodista, uno de los conductores de Buen Telefe, recuerda el duro trance de salud que le tocó atravesar y que le motivó un drástico cambio de vida; militancia por el deporte, informar en pandemia y saltar la grieta sin perder el contacto con la calle
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Minutos antes de las siete, Adrián Puente comienza a conducir Buen Telefe, el noticiero del amanecer en el que comparte el rol con Erica Fontana. Cada mañana, el periodista enfrenta las cámaras luego de una rutina repetida casi con exactitud que se inicia en su departamento del barrio de Núñez y culmina en las instalaciones de Telefe en Martínez.
“Trabajar en un noticiero te cambia la vida. En mi caso, debo diseñar mi día en base al madrugón fuerte. Hay que organizar la distribución de las comidas y el descanso de una manera especial, es un método”, le asegura el periodista a LA NACION.
-¿A qué hora amanecés?
-Me levanto a las 3.30, pero hay días más remolones donde salgo de la cama a las 3.45, y llego al canal no más allá de las 4.30, pero la mañana vuela.
-¿Qué implica informar a primerísima hora?
-Antes de la pandemia, estaba bastante resuelto que había que anclar lo informativo sobre los servicios.
-Estado del tiempo, flujo del tránsito y funcionamiento del transporte público...
-Exacto, orientar si salir con bufanda o no, y si funciona bien el subte.
-¿Qué cambió?
-La pandemia modificó la perspectiva. De hecho, en este último tiempo hubo que enganchar nuevamente a un público que durante la pandemia durmió hasta más tarde. Todo aquel que tenía la posibilidad de trabajar desde la casa, se tomaba un rato más para descansar. La industria televisiva cayó mucho a primera hora, así como las otras ediciones de los noticieros se vieron favorecidas porque la gente arrancaba con la televisión al mediodía.
-De todos modos, Buen Telefe le daba un espacio imprescindible a todo lo relacionado al Covid, incluso con programas especiales.
-Nos ocupamos mucho y hasta hicimos un continuado entre el noticiero y Juntos podemos lograrlo, un ciclo especial que nació para estar un mes en el aire y duró casi medio año.
Puente reconoce que no es lo mismo decir las noticias durante el día que en la franja de su noticiero: “Nosotros, y quienes nos miran, estamos muy vulnerables, a la mañana incide mucho qué te pasó el día anterior, cómo te acostaste. Es un horario donde no hay mucho tiempo para negociar, el televidente está apurado por preparar la mochila del colegio de los chicos y salir a enfrentar el día”.
Volver a empezar
Adrián Puente desayuna muy liviano y luego del noticiero se dedica a ingerir algo más sustancioso, pero ya fuera del canal. Luego vendrá una “siesta” que arrancará antes del mediodía y se continuará hasta las dos de la tarde, momento en el que se dedicará a nadar en un gimnasio cercano a su casa. Desde las 20, conduce Al fin y al cabo, por CNN Radio.
Aunque su agenda diaria resulte cargada, nada se compara a la vorágine laboral que mantuvo hasta sus 39 años, cuando un accidente cerebro vascular le marcó la cancha y lo obligó a replantearse el sentido de su existencia. “Tuve un ACV hace doce años y la causa fue el estrés. Fue feo, pero me cambió la vida”.
Más de una década después, Puente entiende que lleva adelante una militancia sobre la salud y el deporte, ejercida casi como un mandato, para no repetir errores y darle visibilidad a algunas cuestiones que suelen acechar al más desprevenido: “Cuando hablo tanto de la bicicleta tiene que ver con aquel ACV. Cuando salí de ese cuadro, el médico me dijo: ´Adrián, no tomás, no fumás, llevás una vida sana, pero laburás como un animal, así que tenés que hacer actividad física, como si te tomaras una aspirina todos los días´”.
-¿Practicabas deportes hasta ese momento?
-Siempre me gustó el deporte, pero había dejado por el trabajo y las obligaciones con mis hijos chicos, así que no me costó retomar el ritmo y ahora soy un activista de la bicicleta.
-¿Cómo era tu vida al momento del ACV?
-Estaba pasado de trabajo, por eso había sacado pasajes para irme a Salta a descansar con mi familia.
-¿Eras consciente de eso?
-Sí, absolutamente, trabajaba lo que no había que trabajar.
-¿Cómo se manifestó el ACV?
-Aquella mañana, como me gusta madrugar, me levanté antes que todos. En ese momento sentí un zumbido, parecía el ruido de una heladera vieja, al punto tal que miré sorprendido hacia la heladera. Una vez que se me apagó ese acúfeno, comencé a marearme. Me agarraba de las paredes, no podía conmigo. Al perder el equilibrio, se me dio vuelta el estómago y comencé a vomitar. Llegué con lo justo al cuarto donde estaba mi mujer, le expliqué que estaba mareado y que no era normal lo que me pasaba. Finalmente, llegó la ambulancia, me internaron y estuve tres días con estudios de todos los colores.
-¿Cuál fue el diagnóstico inicial?
-Decían que podía tener un síndrome vertiginoso, pero, cuando me dieron el alta, aún tenía una parte del cuerpo un poco debilitada. Con el correr de los días me hicieron más estudios y, en una resonancia en la cabeza, apareció una mancha en el cerebelo, indicio de un accidente isquémico transitorio.
-¿La causa fue el estrés?
-Todo se debió a un exceso de trabajo. Si la adrenalina no la eliminás en la misma medida en que la generás, te puede generar un daño. Mi trabajo es muy adrenalínico, entonces tengo que exhalar.
-¿Se diluyó la mancha que te encontraron?
-Puede estar para siempre o puede diluirse.
-¿Percibís alguna secuela?
-Un pequeño zumbidito que, cada tanto, entra y sale. Y, si levanto una pesa, del lado izquierdo me cuesta un poco más.
Adrián Puente pesa diez kilos menos con respecto a cuándo le sucedió el episodio. Sus travesías ciclísticas y sus rutinas en la natación lo mantienen en forma física y con el estrés equilibrado.
-¿En qué te cambió el ACV?
-Veo la vida de otra manera. Cuando aquella mañana me sacaron en silla de ruedas, tenía a mis hijos chiquitos mirándome fijo. Ahí fue cuando me dije: “Adrián, si esto que te pasa es por el estrés, sos un hijo de…”.
El periodista se emociona. En sus retinas aún están grabadas aquellas escenas tristes y traumáticas que prologaron una peripecia sanitaria. La voz se le entrecorta y los ojos lucen vidriosos, pero hay algo de satisfacción que no puede disimular ante ese cambio de paradigma que atraviesa su actual cotidianeidad.
-Trabajabas para que tus hijos tuvieran un buen estándar de vida, ¿te lo reprochás?
-No se puede hacer periodismo sin pasión, ya que no se gana plata y la mitad de la vida se cuentan porotos. Por eso, cuando surgen las posibilidades, uno se embarca. Yo no me quejaba, trabajaba en C5N, Fox y hacía radio, laburaba bárbaro.
-Pero no era un modelo saludable.
-Iba como una tromba y pasé todo lo demás por arriba.
-¿Qué es “todo lo demás”?
-Veía poco a mis hijos, me iba antes de los cumpleaños y viajaba mucho con la Fórmula Uno. Antes del ACV, hacía el trabajo de mis sueños, pero la exigencia me llevó puesto.
-Después de eso, ¿cómo acomodaste tu vida?
-Empecé a priorizar a mis hijos, a ir a tomar mate con mi vieja. Hace unos días me tomé una semana de vacaciones y mucha gente conocida me preguntaba a qué lugar iba a viajar, pero, en realidad, no me fui a ningún lado. Aproveché para ir a comer pizza con mis hijos, tomar mate con mi vieja, ver a mi exsuegra que vive en Campana y cené con mi hermana, a quien hacía mucho que no veía.
-Cambio de paradigma absoluto.
-Y no me arrepiento.
Camino al andar
Nació en Villa Luro -“Cerquita de Vélez Sarsfield”-, vivió hasta los veinte años en el llamado “Barrio Kennedy” para luego asentarse con sus padres en Versalles. Ya independizado, Belgrano, Núñez y Saavedra fueron las zonas elegidas para instalarse.
-Tu compañero de canal Rodolfo Barili anunció su casamiento.
-Él está en otra liga con respecto a esos temas, yo me divorcié de la mamá de mis hijos y estoy en pareja.
-¿Tus hijos siguen tus pasos profesionales?
-No, no les seduce demasiado. Ellos contribuyen a mi perfil bajo, ya que me llevan para otro universo. Me viene bien, ya que el mundo en el que me muevo es un poquito de plástico, por eso cuando voy a dar charlas a las universidades les aconsejo a los chicos que no se alejen del eje por el cual eligieron la carrera, que no pierdan el equivalente a andar en bici.
-¿Qué significa eso?
-Que no doy la vueltita solo por Palermo, me meto en la calle, en las colectoras y voy viendo la realidad.
-No falta quien al comenzar a conducir un noticiero se convierte en una estrella de la televisión y pierde ese contacto tan importante con la realidad.
-Suele pasar y se nota, la calle es muy necesaria.
Su padre trabajaba como dibujante del ámbito publicitario y su madre se desarrolló como bailarina, participando en las películas musicales de Argentina Sono Film, productora cinematográfica que funcionaba en el edificio que hoy ocupa Telefe en Martínez. “Uno mama algunas cosas que se te impregnan. Mi papá era fanático de la Fórmula Uno y yo, sin que él me impusiera nada, tengo una carrera profesional muy vinculada al automovilismo”, señala.
Comenzó haciendo deportes, atravesado por la Fórmula Uno y luego por el fútbol. Sin embargo, estaba convencido del rumbo de su carrera: “Estudié periodismo deportivo sabiendo que luego iba a estar en el lugar que ocupo hoy. No sabía si iba a dejar el deporte, pero sí que me iba a ampliar hacia otras áreas. Por suerte, tampoco dejé el deporte, algo que me apasiona”, confiesa Puente, egresado del Círculo de Periodistas Deportivos.
La transición se dio a instancias del empresario Daniel Hadad. Trabajaba como columnista deportivo en el noticiero de Canal 9 que conducían Teté Coustarot y Claudio Rígoli e igual rol cumplía en el espacio que Nancy Pazos conducía de madrugada. “Una noche, Nancy tuvo un inconveniente y no pudo hacerlo y me pidieron reemplazarla. Desde ya, no era mi deseo que le sucediera nada a Nancy, pero estaba esperando la oportunidad. Así empecé, en un lugar chiquito, nocturno y marginal”, recuerda.
Cuando el empresario Daniel Hadad creó C5N, le ofreció manejar el área de deportes, pero Puente le pidió hacer noticiero. Hadad lo escuchó y le ofreció la conducción del noticiero central junto a Teté Coustarot, con quien compartía Que noche, Teté en Radio 10. “No pongo ningún periodismo por encima de otro. Hay periodistas deportivos que son brillantes y de una cultura enorme”, asume.
Hubo referentes en sus inicios y quienes encendieron la llama del periodismo más allá del ámbito periodístico: “Era chico cuando vi una entrevista de Mónica Cahen D´Anvers y César Mascetti a Raúl Alfonsín. Recuerdo que le dije a mi mamá que piola era el trabajo de esa gente que estaba transmitiendo lo que sucedía en el país y que estaban con los tipos que estaban escribiendo la historia, algo se encendió en mí. Si bien, seguía muy apasionado por el deporte, cuando Adrián Paenza leyó el borrador de las primeras denuncias que luego integrarían el Nunca Más, a mí se me cayó la mandíbula. Ese hombre hablaba de algo que había pasado, por ejemplo, en El Olimpo, a diez cuadras de mi casa. Luego llegó el juicio a los excomandantes con todo lo que implicó. Todo eso me forjó mucho más en mi dirección”.
Cercanía
-Tu cara es familiar para muchísima gente, incluso es el primer rostro con el que toman contacto al iniciar el día. ¿Qué considerás que buscan en vos?
-Incluyo en la respuesta a mi compañera Erica Fontana y a todos los integrantes del noticiero, ya que considero que el equilibrio define lo que hacemos. De todos modos, la neutralidad anglosajona es una utopía ya que todos estamos atravesados por algo de esta sociedad tan virulenta.
-Las audiencias locales tampoco comulgan con el comunicador distante que no emite opinión sobre las noticias que presenta.
-En nuestro país, a los televidentes les gusta saber si sos de River o de Boca, saber desde qué lugar se habla. En el fútbol, yo digo que soy de River, hablo desde el gallinero sin dejar de reconocer errores de mi club o cualidades de los otros.
-Cuando se trata de simpatías políticas, es más complejo.
-Tengo acercamiento intelectual sobre ciertos cuadros políticos, vengan de donde vengan, pero no tengo simpatías puntuales.
-Mantenés un estricto perfil bajo, entendiendo que el lugar relevante es el de la noticia y no el de quién la comunica, algo no tan naturalizado en algunos espacios informativos.
-Esa es mi construcción, pero también, debo reconocer que la pandemia me enojó mucho. En diciembre del 2020, me podías ver en una versión más potente.
-¿Por qué?
-Cuestioné y cuestiono mucho el manejo que esta gestión hizo de la pandemia, ni que hablar de lugares sensibles como el vacunatorio vip o el cumpleaños de la Primera Dama. Que se me prohibiera andar en bicicleta fue como una herejía, teniendo en cuenta que era el único medio de transporte donde no te podías contagiar. A la gente había que darles señales de vida y no de muerte, creo que la política y también los medios utilizaban los mensajes con diversos fines, pero yo iba en contra de toda esa corriente.
-¿Cómo manejabas las emociones al padecer la pandemia, pero también tomarla como materia prima informativa?
-A la hora de informar aparece el oficio y esa suerte de disociación entre la persona sin respuestas y el profesional que tiene que dar respuestas. Por suerte, en Telefe tenemos al doctor Daniel López Rosetti, una persona increíble que nos brindaba información y era una contención. En lo personal, nunca tuve miedo por mí, pero sí por mis viejos. Finalmente, mi papá murió.
-¿Cómo consecuencia del Covid?
-No lo sé, es una zona gris. Él tenía un Alzheimer muy avanzado y falleció de un broncoespasmo masivo repentino, aunque el hisopado le dio negativo, pero nunca se sabe, ya que sucedió en agosto del 2020, con una pandemia recién comenzada.
“El deporte me ayudó a entender que la vida seguía”, sostiene Puente, que alterna su pasión por el ciclismo y la natación con los conciertos de Jazz y los discos de sus máximos referentes.
Ser primeros
-¿Por qué sentís que los noticieros de Telefe lideran?
-Creo que todos los periodistas del canal tenemos la impronta de llegar a la familia, por eso comunicamos los problemas de la gente. Los noticieros de Telefe tienen credibilidad, algo que se logra a partir de un equilibrio, más allá de quien te cuenta la noticia. Hay un hilo conductor, buscamos trascender la grieta. A los noticieros los hace un equipo inmenso liderado por Roberto Mayo, quien impuso una palabra obvia y valiosa ´periodismo´. Nunca perdemos de vista eso, siempre estamos volviendo a las bases.
Antes de despedirse, le dedica un párrafo a Erica Fontana, su compañera de cada mañana: “Es maravillosa, si uno se atora, ella sale con una elegancia increíble, es una profesional donde uno puede descansar”.
-El madrugón de cada día, ¿se compensa el fin de semana?
-Siempre me digo que voy a dormir un montón, pero, a las siete estoy arriba. No soy de trasnochar y detesto las fiestas que terminan al amanecer. En primavera y verano me voy a andar en bici a las siete de la mañana, me gusta eso.
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