Antes de Diana, era difícil encontrar a una princesa que se agachara a acariciar un enfermo o levantar a un recién nacido. Hace unos 80 años, el protocolo era ley suprema y la cercanía, mala palabra; pero los tiempos cambiaron y las casas reales, por más tradicionales que fueran, también. Y en ese sentido, Diana, la Princesa del Pueblo y la Reina de Corazones, fue la pionera: entendió como ninguna que la naturalidad y la cercanía eran las armas más poderosas para ayudar (y para ayudarse a sí misma).
A comienzo del siglo XXI, además de que varias plebeyas (y plebeyos) tomaran posiciones en distintos palacios, las Coronas se vieron obligados a refrescar sus reglas y costumbres. No más casamientos arreglados, no más presupuestos exorbitantes, no más nobles en "jaulas de oro". Tras convertirse en la reina más joven del mundo a los 28 años, Rania de Jordania abrió una cuenta en Twitter (tiene diez millones de seguidores) en la que se presentó como "una madre y esposa con un trabajo agradable". Fue una iniciativa inspirada en el "manual" de Diana para convertirse en un ícono y, tal como lo hizo ella, Rania demostró su valor al enfrentarse a asuntos difíciles como el diálogo interreligioso, el maltrato infantil y el drama de los refugiados.
No me considero valiente, sólo soy una representante de los que no tienen voz en la sociedad
Otra decana de origen plebeyo de este estilo real es Su Majestad Máxima, reina consorte de Holanda. Working woman (estudió Economía, trabajó en bancos en Nueva York), madre de tres hijas y comprometida con varias causas, manifiesta sus emociones en público y no por eso, pierde su lugar. Cuando lloró en su boda el histórico 2 del 2 (febrero) de 2002 (una fecha elegida para que todos recordaran el casamiento de sus entonces futuros reyes) al compás de "Adiós, Nonino" de Astor Piazzolla, enamoró a cada habitante de los Países Bajos. La emoción la desbordó y también la ausencia de su padre, Jorge Zorreguieta (recientemente fallecido), a quien el Parlamento holandés prohibió presenciar la boda por haber sido funcionario del gobierno de facto del general Videla. Máxima, siempre cercana, espontánea y sensible, volvió a llorar el día de la entronización, el 29 de abril de 2013. Quiere que la distancia entre los palacios y el pueblo se acorten, que sus hijas sean "lo más normales posibles" (van a la escuela pública, cerca de su residencia en Wasenar), y que las "oportunidades sean iguales para todos".
MADRES PRINCESAS
Diana fue una de las primeras en romper los moldes de la maternidad en la realeza: dedicada, presente, afectuosa, quería compartir con sus hijos el máximo tiempo posible. Y como ella, puede citarse, por ejemplo, a Charlene de Mónaco (la nadadora sudafricana que se casó con el príncipe Alberto de Mónaco) y a la princesa Mary de Dinamarca, que en las entrevistas cuenta cómo acuesta a sus hijos cada noche, cómo les prepara la avena para desayunar y cómo los acompaña a la escuela pública en bicicleta.
Esta nueva generación real, que en el caso de Suecia incluye a un hombre (Daniel Westling, el príncipe consorte, que era entrenador personal de la princesa Victoria), estuvo inspirada en Diana. Victoria, primera en la línea sucesoria al trono, sufrió de trastornos alimenticios y Daniel fue fundamental en su tratamiento y recuperación. El día de su boda, Victoria le dijo a su pueblo: "Queridos amigos, les agradezco que me hayan dado a mi príncipe".
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