Fátima Florez: los secretos de su nuevo espectáculo, la charla pendiente con su exmarido y por qué no volvería con Javier Milei
Antes de desembarcar en Mar del Plata con Fátima es Universal, la humorista e imitadora charló con LA NACION; qué personajes hará por primera vez, cómo fue rearmarse tras su separación de Norberto Marcos y cómo recuerda sus días como “la mujer del Presidente”
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Ella es la mujer de las mil caras. En cuestión de segundos, Fátima Florez puede pasar de ser Susana Giménez a Cher o a alguno de esos políticos que imita y que, gracias al humor, hasta ha popularizado. “Uno con el humor puede decir cosas difíciles”, advierte quien siempre soñó con dedicarse al espectáculo, aunque el camino para ella no fue nada fácil.
Hoy, después de casi 15 temporadas con sus espectáculos, la comediante se embarca en un nuevo desafío en Mar del Plata. “El 26 de diciembre volvemos al teatro Roxy, que es hermoso. Me acompaña Marcelo Polino, Los Pampas Brava (que son un grupo increíble de folclore) y una orquesta en vivo. Voy a hacer 30 personajes y un cuadro musical, que es como un tributo a las comedias musicales más lindas del mundo como Chicago y Evita”, anticipa la artista que este verano también imitará por primera vez a cantantes como Cazzu y Karol G.

-¿Estás ensayando para Fátima es Universal?
-Sí, el 19 de cábala ya estoy pisando Mar del Plata y toda esa semana me la voy a pasar adentro del teatro porque a mí me gusta estar en la puesta de luces, en las coreografías, en los vestuarios, en todo lo que requiere una obra de semejante magnitud. Tiene un montón de cuadros musicales, mucho humor, mucho despliegue de pantallas; va a ser el gran show del verano.
-¿Por qué los 19?
-Porque desde hace muchos años soy devota de San Expedito y siempre me ayudó mucho. Entonces, si no debuto ese día, al menos quiero empezar con el ensayo en Mar del Plata.
-Son muchos años en el mundo del espectáculo… ¿Cómo se hace para dar siempre algo diferente?
-Hay que renovarse y aggiornarse año a año; lo cual implica poner la vara cada vez más alta. Uno se exige también como bailarina, como cantante. Cada vez elijo cantantes más complicadas y digo: “¿Quién me mandó a meterme en esto?”. Pero creo que el público lo aprecia y lo valora mucho. Yo pongo el nombre, pongo el cuerpo, pongo el alma. Como digo siempre, bajo dos kilos por función y cuando son dos funciones por día mucho más.

-¿Cómo es tu rutina cuando hacés temporada?
-En temporada uno se tiene que cuidar muchísimo del aire de mar, del vientito, evito un poco el sol. Si bien me gusta mucho nadar, la garganta hay que cuidarla. Las trasnochadas tampoco son buenas, es raro que me vean en un boliche. Y no tomo alcohol, así que me cuido como una deportista de alta elite. Igual siempre he metido funciones con fiebre, dolores, con cosas que te pasan de la vida pero el escenario es saludable. O sea, te puede estar pasando lo peor del mundo y el escenario es mágico. Te dejan de doler cosas y si estás triste, la gente te da esa alegría. Se genera toda una mística que creo que sólo la tiene el teatro.
-¿Hacés una dieta especial?
-Sí, hago una dieta. Yo tengo un tema con las comidas: a veces me olvido de comer y hay que estarme medio encima, pero trato de comer mucho huevo, mucha proteína, mucha fruta y frutos secos. El desayuno es así y después en el día voy viendo. Carne tengo que comer a la fuerza aunque no me guste. Si fuera por mí, sería vegetariana, pero lo necesito para todo el desgaste que hago.
-¿Quiénes te acompañan?
-Mi papá, que ya lo conocen y es terrible, porque él se va metiendo y diciendo: “Yo soy el padre de Fátima Florez” (risas). También vienen mi mamá y mi hermana. Siempre tengo mi equipo de contención que son mi familia y mis amigos que me acompañan. A la artista y a la persona siempre hay que mimarla; uno tiene que sentirse contenido y en familia. La fama es un poco cartón pintado. Podes tener todos los aplausos, el teatro lleno, pero si después llegás a tu casa y estás solo es fuerte.
-¿Qué te pasa cuando mirás para atrás y ves todo lo que lograste?
-Ya son 15 temporadas consecutivas, vamos para 16 y la verdad que es un montón. Si bien yo siempre soñé con esto, me sorprende. Me preparé desde muy chica y siempre me dediqué a esto (no trabajé de otra cosa), lo cual me dio el fogueo de hacerme desde abajo. Nadie me regaló nada, tuve que romperme el lomo y eso te hace mejor artista porque cuando estás con la soga al cuello sacás la creatividad de donde sea. Pero nunca hubiese imaginado tanto.
-Ahora sos productora de tus shows pero ¿cómo fue dar ese paso después de la separación con Norberto?
-Bueno, muchos habrán pensado “Uh, ahora Fátima está sola” porque estuve toda la vida con él. Yo lo conocí a los 19 años y enseguida empezamos a trabajar juntos en otras compañías. Pero fue como salir sola a la vida de alguna manera. Y yo dije: “Yo voy a poder.” Era él el que me decía: “Ojo que no vas a poder sin mí”, y eso me hacía dudar a veces.
-¿Cuándo fue ese día que dijiste: “Sí pude”?
-Cuando me lancé sola y me fue igual o mejor. Es más, empecé a dosificar también, porque antes nos hacían hacer dos o tres funciones todos los días, pero yo ya bajo 2 kilos por función… Imagínate hacerlo todos los días tres veces. A nadie le da el cuerpo. Entonces dije: “Vamos a hacer teatros más grandes y por ahí menos funciones para darlo todo, mejor”. Y empecé como a administrarme mejor mis tiempos y mis cosas.
-¿Hacés terapia?
-Hice hace un tiempo porque realmente sentía que necesitaba ese espacio y me sirvió. Pero la dinámica de la vida me llevó a ir resolviendo también cosas sola, a ir fortaleciéndome de esa manera. Para mí mi trabajo es una gran terapia. Es mi pasión, es lo que soñé y me autopercibo artista desde muy chica. Aunque los comienzos han sido difíciles.
-¿Qué fue lo más difícil?
-Realmente no tenía un mango. Había que administrar la plata hasta para comer. Mis padres ya estaban separados y vivimos momentos difíciles. Yo tenía la culpa de querer ser artista porque estaba eligiendo una carrera que es poco sustentable o muy insegura. Entonces estaban esos fantasmas en mi cabeza. En ese momento, estaba en 4º o 5º año y me gastaba todo en clases de teatro, de canto, de baile. Empecé a los 17 con Pepito Cibrián, siempre digo que fue mi gran maestro; él me formó mucho. Después me formé con muchos profes del Colón y fui becada en Cuba para ir a la mejor escuela de ballet.
-¿Qué hiciste con tu primer sueldo?
-Me lo gastaba todo en clases (risas). Lo primero que compré siendo más profesional fue un auto pero yo no manejaba; nunca aprendí a manejar. No me animo y además, como siempre ando de acá para allá, a veces me voy maquillando mientras el otro maneja.
-¿Te compraste el auto y lo usaba tu pareja?
-Exacto. Lo pagué yo y lo manejaba él. Después se fue cambiando y el último se lo quedó la otra parte. Yo soy medio boluda.
-¿Cómo fue después de tantos años tener que dividir lo que era de cada uno?
-Terrible, porque yo soy cero materialista. De verdad pienso que la joya de uno está adentro: en tu talento, en tu espíritu, en tu corazón, en tu intelecto. Hoy en día es todo carteras, autos pero yo nunca le di bola a eso.
-¿Y en qué gastás la plata?
-Bueno, me compré mi casa. Vivo en un piso muy lindo que me lo compré con mucho sudor; fueron temporadas para poder comprarme mi vivienda. Y después me doy el gusto de viajar. Me gusta mucho viajar, conocer otras culturas, otras idiosincrasias, otra gastronomía.
-¿Te quedan muchas cuentas pendientes?
-Bueno, espero que sí porque eso quiere decir que todavía hay mucho para carretear. Y se van renovando también, así que sí me quedan.
-¿Con Norberto te gustaría tener una linda charla?
-Vos sabés que sí... Yo creo que nos debemos una linda charla pero no sé si es el momento. La vida es tan corta... Yo no tengo nada para reprocharle. Sí en su momento me dolieron cosas pero ya está, ya pasé la página, ya arranqué la página como digo yo (risas). De verdad me quedo con lo mejor.
“La mujer del presidente”
-Hablemos de tu noviazgo con Javier Milei… ¿Fue difícil ser la mujer de un presidente?
-Creo que todo el mundo hizo como una cosa enorme y yo realmente lo naturalicé. Fue una pareja, somos dos personas normales. En mi caso, me toca ser artista y lo acompañé en ese proceso tan importante que es pasar de una vida medianamente normal a que te elijan los argentinos para ser Presidente de la República. Lo acompañé, lo contuve en un momento tan difícil, pero yo lo viví con mucha naturalidad. En ningún momento me cambió la vida porque seguí trabajando exactamente igual, con las mismas funciones, no modifiqué ni mi vestuario ni mi forma de hablar. Yo soy Fátima y a mí no me modifica nada ni nadie. Y a mí me quisieron así.
-La vida te puso en lugares que nunca hubieses imaginado como, por ejemplo, una asunción presidencial. ¿Cómo la viviste?
-A veces soy muy naif o inconsciente en muchas cosas pero cuando me pongo a pensar, digo: “Wow, estuve en la asunción siendo la mujer” y es fuerte. Mucha gente hablaba de “Primera dama” y eso es algo que nosotros no lo hemos hablado nunca; siempre dijimos que nos parecía algo completamente anacrónico o de otra época.
-Después se vino la temporada, donde él ya siendo presidente te fue a ver y ese famoso beso que revolucionó todo…
-Es que yo soy muy besuqueira (risas). Yo soy una mujer muy pasional. A mí no me conocen tanto porque con esto de los personajes y el humor es como que de alguna manera me ven asexuada. Y no es así para nada. A mí me gusta disfrutar de la vida y la verdad que la disfruté mucho en ese momento.
-O sea, con Javier tenían buen sexo…
-Yo siempre que estuve en pareja tuve muy buen sexo porque soy una mujer de armas tomar. De hecho, el primer día que vino a mi casa estuvimos hablando mucho hasta que le dije: “¿Pero acá viniste solo a hablar?... Vení” y le di un beso (risas).
-¿Cómo se conocieron?
-Por Instagram. Él me seguía hace mucho tiempo y yo lo empecé a seguir también como una cosa de empatía. Él siempre fue muy fanático de mí como artista, siempre ponderó mucho mis trabajos. De hecho, una de sus imitaciones preferidas es Cher. Y bueno, la charla empezó un poco en base a lo artístico y después derivó en todo lo demás.
-¿Te enamoraste?
-Yo siempre me enamoro. Soy una mujer muy pasional y eso me encanta porque uno vive esos momentos con maripositas en la panza.
-¿Hubo momentos difíciles al estar en ese lugar? Porque muchas veces la mirada estaba puesta en si Karina, la hermana de Javier Milei, te quería o no te quería, la seguridad alrededor…
-Yo siempre viví todo muy natural. Además yo tampoco era una persona que estaba con seguridad. Nosotros teníamos seguridad en el teatro pero eso lo ponen los productores porque siempre se junta mucha gente a la salida. Pero lo viví súper tranquila.
-La famosa foto de la mancha en la sábana… ¿Qué fue?
-Yo puedo explicar perfectamente lo que fue esa famosa mancha en el famoso acolchado violeta, además se veía una mano (risas). Nos divertíamos mucho, siempre tuvimos mucha libertad y conexión entonces estábamos tomando el té -porque ninguno de los dos toma alcohol- y yo tengo a mis gatitos que son muy traviesos y salvajes y estaban ahí dando vueltas con nosotros en la cama. Y bueno, de pronto tiraron el té, se mojó la frazada y quedó como una connotación sexual. Le saqué una foto porque me dio mucha risa y a veces soy medio Susanezca y sin querer se disparó. Eran las 2 de la mañana y me empezaron a llegar mensajes de periodistas diciendo: “Fátima, anda circulando una foto de un acolchado…”, no se animaban a decirme (risas). Enseguida la bajé pero ya se había armado un lío impresionante.
-¿Javier se rió de eso?
-Totalmente. Él tiene mucho sentido del humor.
-¿La bata del león la seguís teniendo?
-Sí, también se había armado mucho ruido con eso. Yo tomo todo muy natural y por ahí tienen connotaciones mucho más fuertes. Me puse la bata porque estaba en la casa de él, no había llevado ropa y no quería estar vestida desde la mañana. Me dijo: “¿Cuál querés?”. Elegí esa y después me la regaló.
-Hasta que un viernes a las 23 hubo un comunicado de prensa que decía que la pareja se había roto… ¿Lo decidieron así?
-La verdad que pasó tanto tiempo… Yo estaba en Disney porque después de Miami me había ido de vacaciones y fue en ese momento. Fue un poco shockeante pero está bien.
-¿Vos no querías separarte?
-No me acuerdo. Yo venía de una relación muy larga entonces no es que era una experta en relaciones que empiezan y terminan. Me faltaba un poco esa gimnasia, que rápidamente la adquirí (risas). Yo no lo compartí el comunicado porque en mis redes no comparto cosas personales. Mis redes son más artísticas, de ensayos o cuestiones de teatro y televisión, pero es mi forma de mostrar mis redes. Me parece que está bien porque era una relación muy fuerte. Después con otras relaciones no se dieron comunicados (risas).
-¿Por qué con vos sí y con Yuyito no hubo comunicado cuando se separaron?
-Y bueno, porque estaba Fátima de por medio (risas). Ay, tengo ganas de bromear, perdón. No, la verdad no tengo idea. Yo soy una mujer muy relajada, pero resiliente.
-Muchas veces he dicho que se volvieron a ver, que la relación no había terminado. ¿Hoy seguís teniendo vínculo con Javier?
-No, yo estoy soltera. Lo que pasa es que cuando te llevás bien ya empiezan a decir estas cosas. Yo puedo tener muchos amigos pero no voy a andar contando.
-¿Pero hablás con él?
-Sí, pero no quiero que se malinterprete.
-¿Volverías con él?
-Yo estoy muy bien como estoy. Soy una mujer que desde hace un tiempo vivo el momento absoluto. Ahora estoy enamorada y aferrada a mi carrera y a lo que va a ser el verano. Estoy con toda la libido puesta ahí. Cuando yo la pongo ahí, las cosas terminan saliendo muy bien y yo deseo en este momento que me vaya muy bien, deseo dar lo mejor de mí arriba del escenario.
-¿Te irá a ver este verano a Mar del Plata?
-Bueno, no sé. Las puertas están abiertas pero va a ser sin beso, obviamente (risas).
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