Franka: la playa nudista de Moria Casán que rompió tabúes y terminó en escándalo
A mediados de la década del 90, Moria inauguró un balneario que fue un suceso y cerró diez años después en medio de una disputa económica
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Primero un poco de contexto. Promediaba la década del 90 y hacía rato que Moria Casán ya era Moria Casán. Es más, la imponente vedette de antaño se había reconvertido en actriz de marquesina, con una obra que abrazaría fuerte durante medio siglo y contando: Brujas. También por entonces se consolidaba la conductora televisiva mediante ciclos en los que de a poco se fue corriendo del sketch picaresco hacia nuevos formatos. Ni la morocha de almanaque ni la monumental, para entonces ya entrevistaba famosos entre las sábanas y estaba a punto de recibirse de Moria Banana.
En ese frenesí por patear el tablero, por no quedarse nunca quieta, por empujar los límites (de los demás), un día Moria entendió que a este país “de cabotaje”, como le gustaba llamarlo, le faltaba una playa nudista cerca de Mar del Plata. Y se propuso hacerla.
Su faceta empresarial venía del éxito del boliche Gaysoline, que a su vez era la concreción de otro sueño que había comenzado a finales de la década del 70, aunque entonces el emplazamiento iba a ser Carlos Paz y no Buenos Aires.
Playa Franka nació en el verano de 1993 como una oportunidad disfrazada de necesidad. No parece casual que el proyecto fuera inmediatamente posterior al debut y despedida de Juegos nocturnos, audaz propuesta televisiva de medianoche con secretarias en topless y baños de espuma, lapidado por el Comfer -el ente regulador de entonces-, y centro de un debate nacional apenas estrenado.
Con el mal sabor de boca de un levantamiento prematuro, Casán decidió llevar el mismo espíritu de libertad a la costa atlántica. Habló con su pareja, Luis Vadalá, para que fuera el brazo ejecutor de la idea y se lanzó a crear un emprendimiento único hasta entonces en nuestro país, por lo transgresor de su idea y por su turbio final.
“¿Por qué no puedo tomar sol en topless?”
Playa Franka nació de una pregunta que Moria se hizo a sí misma: ¿Por qué no puedo tomar sol en topless en mi país?”. De ahí en más fue solo cuestión de tiempo. Lo que iba a ser un deck tipo terraza en una zona convenientemente alejada del centro de Mar del Plata (la denominada Playa Dorada, parte de Mar Chiquita), se convirtió en todo un balneario que se lanzó el segundo lunes de enero de 1994. Con Vadalá a cargo de los papeles, la diva se dedicó a la promoción. Primero fueron notas y después acciones de marketing tan efectivas como el recordado “corte de corpiños”. Amigas de la vedette, compañeras, modelos en busca de cámara y desinhibidas veraneantes se prestaban cada temporada a una inauguración que consistía en que la anfitriona diera cuenta de la parte superior de sus bikinis, tijera mediante.
“Estamos muy estructurados -decía la diva en la inauguración-. Todavía faltan lugares donde la gente se distienda y se sienta realmente libre. Normalmente estas cosas se hacen afuera de nuestro país, y está bueno que se hagan acá. Ojalá que prospere la idea de un lugar libre para todo el mundo”.
Y prosperó. Franka fue un éxito que año tras año se reinventaba. Al corte de corpiños le siguió un parador que funcionaba 24 horas. Los medios comenzaron a poner el ojo en el emprendimiento, que no solamente motorizaba una propuesta única en su tipo, sino también la figura de Moria como ama y señora del espacio. Claro que con la exposición también aparecieron las críticas y las acusaciones que intentaron bajar a tierra el fenómeno. Por ejemplo, en la temporada 99 comenzaron a circular rumores de que parte de los ingresos del balneario se iba en pagarle a desconocidas aspirantes a famosas para que tomaran sol semidesnudas.
En una entrevista con el periodista Antonio Ricarte, Moria salió a contestar con los tacones de punta: “Es todo mentira lo de las chicas contratadas. Puede ser que un día que Playa Franka esté llena solo sean cinco o seis mujeres las que hagan topless, pero es mentira que les pagué. No todo el mundo hace topless acá, pero el éxito de Franka es total. Este año, cuando se hizo el corte de corpiños, vinieron famosas como Yanina Zilly, pero también chicas que se ofrecieron por su cuenta. Hasta tuve que hacer tres tandas”.
El verano del 99 coincidió también con la primera vez que aparecieron las primeras fotos de Moria haciendo topless en su balneario desde su inauguración. ¿Jugada de marketing o simple casualidad? Ella aseguraba lo segundo: “Siempre hice topless en Playa Franka, lo que pasa es que nunca me corto el corpiño cuando lo hacen las demás, pero siempre lo hago, en cualquier carpa, al lado de cualquier turista. Si recién ahora me hicieron las fotos es porque me engancharon, yo no posé. ¿Cómo no voy a hacer topless si yo lo propongo?”. Para entonces, el negocio estaba en su apogeo, y cuando mermaba siempre Moria sacaba algo de la galera para volver a ponerlo en valor. Sin embargo, lo que no sabía la diva es que un año después, con el cambio de milenio, comenzaría a emerger el lado B de Playa Franka. Una historia que ningún medio imaginaba entonces, y que precipitaría su abrupto final.
Un escándalo que llegó a la BBC
En su autobiografía, Moria Casán recuerda: “Empecé el nuevo milenio abriendo más cabezas que corpiños, y surfeando la ola de la tremenda polémica que se había desatado en torno a Playa Franka. El escándalo fue tan grande que incluso se expandió internacionalmente. Habían venido de la BBC para cubrir el festín que estábamos haciendo, y a nivel nacional no se hablaba de otra cosa que de Moria y sus chicas en tetas”.
El principio del fin llegó en el 2000, con la muerte de Mario Castiglione (padre de su hija Sofía Gala) y la separación de Luis Vadalá. Si bien la sociedad en la playa y en otros emprendimientos continuaba, algo se había roto entre ellos. La confianza no fue la misma y el escándalo mediático en torno a la ruptura no ayudó para nada. Previamente, en 1997, un temporal que azotó particularmente la zona de Mar Chiquita, Santa Clara y La Perla había destruido buena parte de la infraestructura del lugar. Se pudo rearmar después de una inversión muy importante que tuvieron que hacer los accionistas.
Uno, dos, tres, los veranos pasaban y la polémica se volvía cada vez más intensa. Playa Franka resistió hasta cerrar en la temporada de verano del 2004. A partir de ahí, a la moral y las buenas costumbres se sumó una deuda millonaria que terminó siendo el tiro de gracia del emprendimiento. Así lo consignaba Página 12 en su edición del 4 de septiembre de 2004: “El intendente de Mar Chiquita, Jorge Paredi, reveló ayer que caducó la concesión del balneario que estaba a nombre de Antonio Fraiese y Luis Vadalá –ex pareja de Moria–, a raíz de una deuda que asciende a varios miles de pesos. ‘Durante ocho años no pagaron el canon de 8 mil pesos anuales -tiempos de 1 a 1-. Ellos fueron intimados al pago pero nunca hubo respuesta’. La semana pasada el municipio cursó una carta documento a Fraiese, mediante el cual le daba un plazo de 72 horas para abonar la deuda. Ante la falta de respuesta, ayer Paredi anunció el cese de la concesión”.
Por su parte, medios locales recogían el sentir de los vecinos: “Los vecinos del balneario Playa Dorada agradecieron a las autoridades municipales por la excelente determinación puesta de manifiesto en la anulación de la concesión del balneario Playa Franka, al señalar que es inmensa la alegría y satisfacción de todos nosotros porque por mucho tiempo nos vimos rodeados de malísimos ejemplos de buenas costumbres, educación y moralidad”.
Así, por cuestiones que no tuvieron estrictamente que ver con su propuesta transgresora (aunque un poco sí), a Playa Franka y a sus corpiños se los llevó el viento. Sin embargo, marcó el camino de otras propuestas similares que llegaron a la costa atlántica poco después y todavía están vigentes. Claro que no tienen la cara visible de una estrella como Moria Casán, lo que las mantiene en un cono de sombra mediático, pero al mismo tiempo las resguarda de quedar en la mira tanto de aquellos que aman a la diva como de quienes la defenestran. Después de todo, Moria es Moria.
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