Jimena Monteverde: su temprano abuelazgo, su historia de amor, la competencia entre cocineros y por qué le dijo que no a Playboy
La chef que no reniega de ser popular debuta este jueves con su propio programa de televisión, por las tardes de Elnueve
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Después de un año sin pantalla, Jimena Monteverde vuelve a la televisión con Escuela de cocina, que debuta este jueves 27, a las 17.30, por El Nueve. Es tan graciosa, ocurrente y conversadora como se la ve delante de cámaras, y ahora su alegría está potenciada porque va a ser abuela. “¡Es una nena y va a nacer en primavera!”, detalla.
En diálogo con LA NACION, Monteverde habla de esta primera oportunidad que tiene al frente de un programa, explica por qué se siente una cocinera popular y no de elite y habla también sobre la historia de amor con su marido, el expolista Mariano Monteverde, catorce años mayor que ella. “Hasta hace un año estuve en Como todo, en Kuarzo, y en estos meses me dediqué a cocinar y, si bien no hice televisión, trabajé dando clases en ferias y festivales gastronómicos. Descansé y viajé también”, cuenta.
-De cocinar no parás nunca…
-Jamás. En casa también cocino yo, y hago hasta el asado, aunque mi marido prende el fuego, me trae un vinito y me pregunta si falta mucho (risas). Y mis hijos cocinan, pero me piden el asadito a mí.
-¿Tus hijos viven con ustedes?
-Mis hijos viven con sus parejas y voy a ser abuela de mi hijo Victorio y su mujer, Josefina. Va a ser una nena y la fecha del parto es el 28 de septiembre. Siento mucha alegría porque un bebito renueva la vida. Fui mamá muy joven, a los 20, y hace mucho que tengo chicos grandes. Seguramente la beba va a ser parte del programa, voy a cocinar para bebitos y alguna vez vendrá a visitarme. Todo el mundo me dice que es un amor diferente. Además tenemos muy linda relación con mi nuera, que hace 12 años que está con mi hijo; se fueron a vivir juntos hace tres y ahora llega esta hermosa noticia. Bueno, decía que me encanta comer, aunque no tanto lo que yo preparo. Me gusta cuando cocina otro o voy a un restaurante. Pero nadie me agasaja (risas). ¡Y eso que todos cocinan! Mi hija Amparo estudia ingeniería en alimentos y su novio es chef; mi hijo está con su mujer que es abogada, pero hizo un curso de cocina en el IAC.
-Todos, de algún modo, ligados a la alimentación...
-Yo vengo de una familia tana y la comida siempre es un disfrute. En mi casa tiene que haber comida, quizá porque vengo de una familia muy humilde, y somos cinco hermanos. Vivíamos en Pilar cuando todavía era campo y teníamos huerta, frutales, gallinas, huevos. Y por ahí estábamos una semana comiendo zapallitos porque es lo único que había.
-Tu papá tenía un vivero, ¿ahí conociste a tu marido?
-Sí. Era amigo de papá, que se dedicaba a hacer diseños de parques y jardines, y Mariano trabajaba en un club de polo en ese momento. Papá le lleva siete años, y Mariano es mi marido de toda la vida, mi único hombre. Llevamos 30 años juntos y me bancó en muchas porque terminé de estudiar cuando ya estábamos casados y fui mamá, entonces él me llevaba al bebé para que le dé de mamar. Además, trabajaba en el Alvear haciendo trainings, tuve restaurante durante siete años y Mariano siempre fue un apoyo.
-¿En ese momento fue un problema que estuviera más cerca de la edad de tu papá que de la tuya?
-No. Mi familia lo aceptó enseguida. La que tuvo algunas dudas fui yo cuando me dijo que era separado y mis viejos, que son re modernos, me dijeron que no lo catapultara por eso. Le di una oportunidad y acá estamos. Se ve que mucho no me importó el “qué dirán” (risas). Mariano es muy divertido, y eso te salva de muchas cosas.
-Y adoptaste su apellido…
-Sí. Yo soy Jimena Olleac, que es vasco francés. Con los años me enteré que mi tatarabuelo había sido chef en el Hotel Plaza y además los Olleac tuvieron alguna vez viñedos en Mendoza. Y de eso nos quedaron solamente las etiquetas de los vinos (risas). Mariano fue polista, réferi oficial de la Asociación Argentina de Polo, manager de equipos, y ahora es manager de dos clubes de polo.
-¿Creés que ese carácter divertido de los dos los salvó de la pandemia y del síndrome del nido vacío?
-Totalmente. De todas maneras, no sufrimos mucho el síndrome del nido vacío del que todos hablan. Nuestros hijos son muy presentes y mi hija, por ejemplo, viene a casa tres veces por semana y hacemos gimnasia juntas. Al contrario, con Mariano tenemos más momentos juntos, salimos a comer, o a la noche vemos una peli. Nos llevamos muy bien los dos.
La escuela de Jimena
-¿Cómo llegó la propuesta de Escuela de cocina?
-De la mano de Kuarzo y El Nueve, que me vio nacer en De 9 a 12, en el 2004, con Maby Wells y Macu Mazzuca. Vengo esperando mi propio programa hace mucho tiempo. Sentía que nadie confiaba en que lo podía hacer y me convocaban para panelista o para acompañar, pero no era yo la conductora. Esta es la primera vez, aunque hace unos años hice un infomercial Expertas TV y en Como todo quedé como conductora cuando se fue Mariano Peluffo. Nunca había tenido mi programa armado como yo quiero y con la gente que me gusta.
-¿Qué podés adelantar del programa?
-Escuela de cocina tiene de todo y no sé cómo vamos a hacer para que entre en una hora y media (risas). Quiero que sea ameno, divertido y es un desafío porque tiene un horario difícil, a la tardecita. Proponemos cocina fácil, rápida, económica, con el mismo equipo de Como todo: con Coco Carreño tenemos una química increíble y somos amigos, Mariana Corbetta es una pastelera buenísima que da muchos tips y Paco Almeida va a hacer las carnes y es muy divertido; Renzo Berecoechea estará en el móvil buscando precios y productos, y Javi Ponzone va a hablar de espectáculos y a recomendar serie y pelis que nos conecten con la cocina. Vamos a tener un recreo y además hago un personaje que es una abejita muy zarpada.
-Hay muchos programas de cocina en los últimos años y los cocineros ahora son celebrities, ¿por qué?
-Creo que hay un boom de la gastronomía mundial y casi todos los cocineros en el mundo son una especie de rock stars. Yo no me siento así, la verdad. Ese boom de la gastronomía potenció los programas de cocina y creo que la pandemia ayudó mucho a que la gente se vincule a la cocina porque era lo único que podíamos hacer: buscar recetas, desafiarnos con el marido. Me parece que cocinar nos salvó de esa depresión de estar encerrados. Solo podíamos comer rico y tomar un buen vino y distendernos. O separarse (risas). Todo eso potencia los programas de cocina y a los cocineros.
-¿Hay competencia entre los cocineros?
-Sí, creo que hay competencia. Pero yo me mantengo muy al margen de eso porque me parece que no me ven como competencia.
-¿Por qué?
-Porque hay cocineros más elitistas y o soy de la popu (risas). Mi público es muy variado y me ven todos, pero hay cocineros que son un ghetto y después estamos los que no pertenecemos a ningún ghetto. Hay varios de la popu que estamos en la misma (risas). Yo jamás fui elitista en mi vida y no lo voy a hacer, y si tengo que arremangarme y pelar papas o lavar los platos, lo hago con una sonrisa y feliz de la vida. Agradezco todos los días de mi vida lo que me pasa, que es una especie de lotería que quizá no busqué, pero la energía hace que te vengan cosas buenas.
-¿Un sueño por cumplir?
-Hacer un pequeño personaje en alguna ficción. Sería divertido. Una vez me llamaron para hacer cine como protagonista, pero el libreto era un divague y mi marido me dijo “rescatate en una” (risas). Porque ya había hecho el “Cantando”, el “Bailando….”. Me llamaron para hacer Playboy y me querían pagar, pero mis hijos eran adolescentes y no daba. Mi familia me dijo “hasta acá te bancamos” (risas).
Agradecimientos:
@rominasavastano, @Livingsnet, @soltatenow, @marianapaz.makeup
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