La dura historia de vida de Bettie Page: abuso, violencia y esquizofrenia
A mediados del 2000, Natalia Oreiro lanzó su segundo disco, Tu veneno, y sorprendió con un radical cambio de look: pelo lacio renegrido, brillante y flequillo de largo exacto, que le daba una imagen entre dulce y perversa. Para los entendidos, el homenaje a Bettie Page fue indisimulable. "Una amiga me había dicho que la próxima vez tenía que hacer algo distinto con las fotos porque las que tengo son todas iguales. Yo pensé: tengo que hacer Bettie Page. Me fanatiza. Siempre me pareció una mujer muy transgresora, sobre todo para su época. También me encanta Marilyn Monroe, pero ella me da una sensación de debilidad, de fragilidad. Bettie Page, en cambio, dentro de su sexualidad y su picardía era mucho más viva, más zarpada", explicó Oreiro a la revista Rolling Stone.
Natalia no fue ni la primera ni la última estrella que se inspiró en la reina de las pin-up, un ícono de la cultura pop que alcanzó el pico de fama sin saberlo, completamente alejada del espectáculo. Mientras el mundo tejía todo tipo de elucubraciones respecto a su vida, su verdadera historia era muy distinta.
La niña que soñaba con ser famosa
Segunda de seis hijos, con un padre que abusó tanto de ella como de sus dos hermanas y una madre sin educación, la vida de Bettie Mae Page comenzó duramente y con el correr de los años, empeoró.
En propias palabras: "Nací en Nashville, Tennessee, el 22 de abril de 1923. Mi madre era una persona muy complicada, ella no había querido tener ninguna hija, solo dos varones. Mi padre era un ‘demonio sexual’. Era capaz de tener sexo con cualquier cosa en la que pudiera meter su ‘ya sabes qué’. A fin de conseguir 10 centavos para ir al cine, yo lo dejaba tocarme. Él nunca me penetró, como sí lo hizo con mis dos hermanas. Mamá lo abandonó, ella era inculta, sólo tuvo educación hasta tercer grado y no tenía ningún oficio así que no podía hacerse cargo de seis chicos. A mis dos hermanas y a mí nos dejó en un orfanato por un año. Allí nos trataban muy mal, nos hablaban como a perros. Tenía solamente 11 años".
La válvula de escape de la pequeña Bettie a la tremenda realidad que vivía a diario era soñar con el glamour que despedía la pantalla de cine. Las actrices eran a sus ojos infantiles mujeres ideales, siempre bellas, siempre perfectas. Sentía que algún día podría ser una de ellas, e imitarlas se volvió su juego preferido, pero cuando la luz del proyector se apagaba regresaba al entorno hogareño, precario y opresor. Años más tarde, su hermano Jack ejemplificaba esta dicotomía: "Fue como una madre para nosotros. Se encargaba de la casa, cocinaba y nos daba las tareas. Cuando nos juntábamos a jugar con los chicos del barrio, a Bettie siempre le gustaba preparar alguna actuación, bailaba y se reía todo el tiempo".
Así llegó el secundario, que terminó como comenzó, con una Bettie muy preocupada por tener un excelente promedio, consciente de que a mayor conocimiento menos posibilidad de repetir el camino que había hecho su madre. Allí también conoció a su primer amor, que también fue quien más la hizo sufrir.
Violencia, abuso y violación
"Billy Neal era un chico del colegio que se destacaba por ser un gran deportista. Fue el que me enseñó a bailar, algo que siempre amé hacer. También me enseñó todo sobre el sexo, y lo disfruté, pero llegó la Segunda Guerra y fue reclutado. Antes de irse al frente me pidió que fuera su esposa. Nos subimos a un micro, fuimos hasta Galliton, y en cinco minutos estaba casada. Durante el viaje de vuelta pensaba: ‘¿Qué hice?'".
La pareja se mudó a San Francisco cuando Neal fue convocado, ella quedó sola en la casa. Gracias a un conocido consiguió acceder a un casting en la 20th Century Fox: "Aquella prueba fue espantosa. Me vistieron y me maquillaron para que me pareciera a Joan Crawford, no era yo. Cuando estaba en el estudio se detuvo un gran auto a mi lado y un tipo grande y gordo de aspecto muy feo me dijo que quería que fuera a cenar con él. Le dije que no y me contestó: ‘Te vas a arrepentir’. Era el que decidía sobre los castings así que me sacó del medio. Quedé desilusionada y triste".
En 1947, con Neal de regreso del campo de batalla, la relación entre ambos se volvió insostenible. Page fue víctima de violencia física y psicológica de parte de su marido, quien llegó a decirle que si lo dejaba la mataba, mientras le ponía un cuchillo en la garganta. Ella no se amedrentó y le pidió el divorcio.
"Me fui a Nueva York para reponerme de lo que había vivido. Una noche estaba muy triste caminando por Broadway y apareció un tipo muy lindo, atento y educado. Me preguntó si quería ir a bailar con un amigo de él y su novia, y yo le dije que sí. Entramos al auto, él y yo en el asiento de atrás. En un semáforo se subieron otros dos hombres con nosotros, y luego otros dos". Llevaron a Page a las afueras de la ciudad, y mientras el conductor y la otra mujer desaparecían, los cinco hombres la obligaron a que les practique sexo oral, "pudieron haberme matado, y dejarme tirada allí".
Un cambio de look que se convertiría en sello personal

Para mediados de 1950 la carrera de Bettie Page ni siquiera había comenzado. Descartada en varias agencias de modelos por tener demasiadas curvas y sin saber qué hacer, la chica estaba perdida. Volver a la casa materna no era una opción, aunque su trabajo de secretaría estaba muy lejos del sueño que cultivaba desde chiquita.
Caminando por la playa de Coney Island, Bettie se topó con un hombre haciendo ejercicios, se llamaba Jerry Tibbs. "Me dio su tarjeta y me dijo: ‘Soy policía de Nueva York y también fotógrafo aficionado, podrías ser una buena modelo pin up. Tengo un estudio, si querés podés pasar por ahí y te hago gratis un portfolio’. Fui y posé con un par de bikinis, entonces me dijo: ‘¿Alguna vez probaste usar flequillo? Tenés frente amplia así que podría quedarte bien’. Fui a casa, me lo recorté un poco y nunca más me lo saqué. Cuando empecé a modelar tenía 27 años pero parecía más joven. En las revistas salía que tenía 22, nunca dije nada. Los dejé creer lo que quisieran creer".
El paso siguiente en su camino al estrellato fueron los clubes de fotografía, pequeños estudios o ambientes acondicionados a los que diariamente acudían decenas de hombres de todas edades para fotografiar a modelos en trajes de baño, ropa interior o incluso desnudas. Muchas veces en las sesiones también se infiltraban algunos voyeurs que se excitaban viendo a las chicas posando. Un reflejo de la represión sexual latente en la sociedad norteamericana, en tiempos en los que no existía ni siquiera la revista Playboy.
"También había sesiones de fin de semana al aire libre -recordaría Bettie años después-. Disfrutaba muchísimo de las excursiones y recibía 25 dólares por jornada. Todos eran muy educados y corteses con nosotras. Era muy feliz posando y nunca tuve ningún problema pensando en qué hacer con mi cuerpo. A veces me imaginaba que la cámara era mi novio, y yo jugueteaba para él".
Muy pronto, Page se convirtió en la modelo preferida de los clubes de fotografía. Bastaba que se anunciara que ella iba a formar parte para que aparecieran más y más hombres intentando capturar sus expresiones, su belleza y su desenfado. Lamentablemente ninguno fue más allá, para poder apreciar su cultura general, un futuro prometedor como diseñadora que nunca encaró (ella creaba y cosía la mayor parte de sus bikinis y de su lencería) y su inteligencia.
Irving Klaw y las fotos por encargo

El editor Robert Harrison era famoso por sus revistas de fotonovelas para adultos. Se trataba de historias compuestas por una sucesión de imágenes acompañadas por un diálogo o mínima descripción a la manera de un cómic. El principal valor de venta de estos productos eran las chicas en paños menores que las protagonizaban; entre ellas, Bettie: "Eran revistas muy conocidas, él tenía cuatro o cinco escritores que inventaban toda clase de cosas locas que nosotras debíamos interpretar. El trabajo no estaba mal, pero había algo que odiaba y era que Harrison insistía en que nuestros pechos estuvieran encintados por debajo para levantarlos. Estaba obsesionado con los escotes. Yo tenía que sostener mis pechos juntos y me ponían una cinta gruesa muy grande".
Los hermanos Irving y Paula Klaw eran propietarios de Movie Star News, un negocio que se dedicaba a vender fotos de películas y de estrellas de cine. El local también contaba con un estudio fotográfico en el que se producía material con chicas que aspiraban a encontrar un lugar en la gran pantalla. Bettie Page los conoció gracias a su trabajo con Harrison.
Paula Klaw, que mantuvo una amistad con la modelo hasta el final de sus días, recordó en una entrevista para la televisión su primer encuentro: "Nos la presentó un fotógrafo amigo nuestro. Nos dijo que era una modelo muy buena y además una excelente persona. Le dimos una oportunidad y fue increíble, ese cabello negro, esa sonrisa, siempre dispuesta. Tenía todo el encanto, talento, glamour y belleza que se pueden desear. A nuestros clientes les encantaba su imagen y su personalidad. Fue grandioso trabajar con ella".
La química entre los tres fue inmediata. El vínculo fue tan estrecho, que los Klaw le daban después de cada jornada un juego completo de la sesión porque ella quería ver qué pose había quedado mejor y descartar aquellas que no favorecían al trabajo. Al mismo tiempo, los clientes de Movie Star News llegaban con ideas, y los propietarios las discutían con su modelo favorita aceptando sólo aquello que la hiciera sentir cómoda. Así de profesional y querida era Bettie.
Luego de meses de trabajo, y con clientes que cada vez pedían más, una mañana llegó una que significaba ir un paso más allá. Para la modelo no había misterio ni conflicto en posar en ropa interior, en bikinis minúsculas o incluso totalmente desnuda. Pero qué pasaría cuando a esta ecuación se agregara un componente mucho más oscuro y prohibido para la época: el sadomasoquismo.
Sogas, látigos y botas de cuero

Cortos filmados en 16 mm, tres películas amateurs -Striporama, Varietease y Teaserama-, y más de 1500 fotos. Para 1955, cualquier imagen en la que estuviera Bettie Page se agotaba, y los hermanos Klaw no daban abasto para producir suficiente material.
Incluso en enero de ese año, gracias a una producción que había hecho en Miami con la fotógrafa Bunny Yeager, Bettie logró acceder a Playboy. La foto publicada, hoy emblemática, fue de ella arrodillada frente a un árbol navideño, vestida solo con un gorro de Papá Noel.
La fama de los Klaw atraía a todo tipo de clientes. Cierta vez entró en el local un hombre muy prolijo y serio, y les pidió a los propietarios fotos en las que hubiera bondage (ataduras). Irving le vendió todo el material que tenía de films comerciales, pero el comprador quiso más. Así surgió la idea que Movie Star News comenzara a producir ese tipo de material, por supuesto, con Bettie Page como protagonista.
"Me dicen que soy famosa por ser ‘la reina del bondage’. La mayor parte del trabajo venía de solicitudes que Irving recibía de doctores, abogados, hombres de negocios, y personalidades de la alta sociedad. Incluso nos traían la ropa, mucho cuero negro y botas altas. Por alguna razón, a los hombres les gusta ver a una chica castigando a otra. También verlas indefensas, atadas. Nunca pensé que fuera algo extraño. Paula era la única que nos ataba. No nos lastimaba, era muy cuidadosa. En algunas fotos parece como si de verdad me estuvieran lastimando, pero no fue así".
Lo anterior no es del todo cierto porque en una ocasión, luego de una sesión de fotos en la que la modelo estaba atada y suspendida de los brazos a 15 centímetros del piso y con las piernas en tensión, Bettie quedó muy dolorida. Semanas después, mientras actuaba una lucha con una compañera sintió un crujido en su pierna derecha y no pudo enderezar la rodilla. El diagnóstico médico fue desalentador, tenía que operarse y la cicatriz resultante no la dejaría volver a posar: "Estaba acostada en la cama, sola, llorando porque ya no podría modelar más. Y entonces escuché la voz de un hombre que me decía: ‘Bettie, vas a enderezar ahora tu rodilla’. Y pude. Enseguida supe que había sido la voz de Dios". No fue el único delirio místico que tuvo. Años más tarde, por episodios similares terminaría acusada de asesinato e internada con trastornos mentales.
Persecución política y alejamiento
La cruzada del senador Estes Kefauver, que buscaba el apoyo de los sectores más conservadores de la sociedad vinculando a la delincuencia juvenil con la pornografía, golpeó de lleno en el próspero negocio de Irving y Paula Klaw. El productor fue acusado de pornógrafo y de perversión de menores entre otros cargos, siendo Bettie convocada para declarar en su contra, algo que nunca hizo: "Irving Klaw nunca había hecho desnudos ni permitido la presencia de un hombre como parte de las sesiones. Esos cargos eran falsos".
Kefauver llegó a un acuerdo con los Klaw, no los metería presos siempre y cuando quemaran todos los negativos que habían acumulado a lo largo de los años. Paula aceptó a medias, y escondió mucho material de su estrella principal. Hoy, esas fotos son el legado que queda del trabajo de Bettie Page con ellos.
Mientras su presente profesional se desbarrancaba, el personal pasaba también por una etapa oscura. La modelo comenzó a ser acosada en su casa por un fan, que le mandaba cartas amenazantes. Para ella fue demasiado. Con 34 años, Bettie Page se autoconvenció de que alguien de su edad ya no le podía interesar a ningún fotógrafo, así que de la noche a la mañana decidió desaparecer para siempre de los medios.
Comenzaron a tejerse las más absurdas (y en su mayoría trágicas) teorías sobre su paradero, pero en realidad Page había viajado a Florida para reencontrarse con Armond Walterson, con quien había tenido un breve romance cuando posó para Bunny Yeager. La pareja se casó, pero a los dos meses se divorciaron: "Me di cuenta de que había cometido un error. Lo único que teníamos en común era el cine, el sexo y las hamburguesas".
En la víspera de año nuevo de 1958, Bettie caminando sin rumbo llegó a una iglesia, escuchó en primera fila el sermón y tuvo una revelación: "Entré como si alguien me llevara de la mano, era el Señor. Entendí que él me despreciaba por haber posado desnuda. Entonces recibí a Jesucristo como mi salvador y entregué mi vida al Señor, comencé a predicar, acompañé al predicador Billy Graham y abandoné mi vida anterior. Durante tres años la única película que fui a ver fue Los diez mandamientos".
Voces en su cabeza e internación

Luego de que, por consejo de la iglesia, intentara volver con su primer marido Billy Neal, y este intentara estrangularla, Page encontró en 1966 la contención familiar en Harry Lear, un hombre mayor que ella, divorciado y con tres hijos. "Yo no podía quedar embarazada, lo intenté durante muchos años. Harry me atraía, solo quería estar con él y hacerle el amor. Fue uno de los mejores amantes que tuve, siempre pensando en mi placer por sobre el suyo. Nos casamos el día de San Valentín de 1967, con sus tres hijos como testigos de la boda. Ellos eran muy buenos conmigo, pero cuando me mudé a la casa de ellos, su exmujer me empezó a llamar de madrugada para insultarme. Me ponía muy mal, no dormía. Aguanté cinco años, pero me sentía cada vez peor".
Lear contó más tarde cómo su esposa retomó su obsesión religiosa: "Llegamos a ir a misa tres veces por semana, ella cantaba a todo volumen mientras lloraba. Estaba obsesionada, pero ¿por qué iba a frenarla si quería servir a Dios?". La pareja se divorció el 17 de enero de 1972. Page se mudó sola pero la tranquilidad no le duró porque empezó a escuchar voces: "Realmente pensé que eran Dios, los ángeles y el diablo. En ese entonces perdí mucho peso, no estaba comiendo porque me mantenían despierta hablando toda la noche. Se me había acumulado tanto en la mente que entré en crisis".
Ante la situación de fragilidad mental, Harry Lear la llevó a vivir nuevamente a su casa, pero la psiquis de la mujer ya estaba totalmente alterada: "Ella dormía en mi cuarto y yo en un sofá. No la podía dejar sola en ese estado. Un día llama a mis dos hijos varones y a mí al living. Tenía un cuchillo en la mano, y nos dijo que si dejábamos de mirar una imagen de Jesucristo que había allí nos mataría. Le dije que tenía que ir al baño, fui al dormitorio y llamé a la policía. Cuando se la llevaron estaba tranquila, pero con la mirada perdida". La reina de las pin up fue internada con diagnóstico de esquizofrenia paranoide, después de dos meses de tratamiento, que incluyeron electroshocks, le dieron el alta.
Bettie se mudó a California pero enseguida las voces en su cabeza volvieron, en su delirio llegó a atacar con un cuchillo a la mujer que le alquilaba el departamento donde vivía. Así fue acusada de intento de asesinato y condenada a diez años de confinamiento en un instituto psiquiátrico.
Mientras tanto, su mejor versión se convertía en un fenómeno cultural sin precedentes, conquistando a nuevas generaciones que la descubrían recién entonces. Los diarios y las revistas repetían su historia conocida, mientras se preguntaban qué habría sido de ella, el cómic la adoptaba como ícono mediante publicaciones independientes o historietas con mayor vuelo, como el caso de Rocketeer (que tendría su adaptación al cine en 1991). Diseñadores y nuevos íconos de la transgresión como Madonna se inspiraban en sus atuendos, modelos de BDSM recreaban sus imágenes y estilo, el merchandising crecía exponencialmente. Ella nunca recibió ningún beneficio económico de estas ventas millonarias.
Bettie Page murió el 11 de diciembre de 2008 a los 85 años de neumonía, luego de haber sido internada en un hospital de Los Ángeles. En sus últimos diez años de vida descubrió entre sorprendida y divertida la fama que había adquirido a nivel mundial: "Todavía me asombra que mis fotos sigan siendo populares después de 40 años, especialmente entre los jóvenes. Afirman que inicié la revolución sexual, pero tuve menos relaciones sexuales en ese tiempo que en el resto de mi vida. Todo lo que hice fue posar desnuda y no tener conflictos con mi cuerpo. Nada más".
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