La celebración tuvo lugar en el parque de más de 18 hectáreas y fue oficiada por el mismo reverendo que los casó hace una década en Portofino y que bautizó a sus hijos
Rod Stewart (72) y Penny Lancaster (46) volvieron a celebrar su amor, a diez años de haber intercambiado sus votos matrimoniales en un monasterio medieval de Portofino mientras un coro infantil italiano cantaba. Ahora, la pareja –Sir Rod y Lady Stewart desde que el legendario músico fue nombrado caballero el año pasado– renovó esos mismos votos en un perfecto día de verano, en los jardines de su casa de Essex. Los acompañaron sus hijos, Alastair (11) y Aiden (6).
“Penny es mi mundo. Qué chica”, dice Rod a ¡Hola! “No estamos demostrando nada, simplemente compartimos nuestro amor con amigos y familiares”, cuenta Penny, mientras agrega que la ceremonia salió “tal y como la imaginaba”. Junto a la pareja, que se conoció hace dieciocho años por casualidad en una fiesta de Navidad en el hotel Dorchester, de Londres, estaban la hija de Sir Rod, Kimberly (37), con su propia hija, Delilah (5); y su hijo Sean (36), que volaron desde Los Ángeles. También los acompañaron dos hijos más del cantante, Renee (25) y Liam (22), que trabajan en el Reino Unido. La otra hija de Sir Rod, Ruby (30), tenía un compromiso profesional –actuaba en Nashville con su banda, The Sisterhood– y no pudo asistir ese día.
“Estaba claro que iba a llorar, todo el mundo lo esperaba de mí”, dice Penny sobre el momento en que repitió su promesa de amar a su marido para siempre. “Y entonces, cuando Rod soltó una lágrima, todos lo hicieron. Era como un efecto dominó”. “Me hizo llorar y estoy orgulloso de eso”, dice Sir Rod.
FELICIDAD CONYUGAL
En el centro de su mundo están Alastair y Aiden, que querían desempeñar papeles clave en el gran día de sus padres. Penny cumplió su deseo de incluir detalles de su boda en Portofino. Intercambiaron los mismos votos tradicionales en una ceremonia oficiada por el reverendo Ian Gilmour, que también había presidido el servicio en Italia (y bautizó a sus dos niños). Y utilizó el mismo florista, fotógrafo de bodas y peluquería.
“Quería estar con la gente que podía crear el mismo sentimiento mágico para mí”, dice. Incluso su vestido tenía una conexión con su boda. Mientras buscaba algo informal, ella vio el vestido de encaje blanco en la tienda de Barneys en Los Ángeles. “No me quedaba en absoluto ajustado y sabía que me sentiría realmente cómoda”, explica. Cuando llegó a casa y miró la etiqueta descubrió, por coincidencia, que se hizo en Portofino. El plan original era volver a Italia para la ceremonia, pero decidieron celebrarla en la casa del siglo XVIII a la que se mudaron y que renovaron hace tres años. “Pensamos: ‘¡Qué increíble sería hacer una fiesta aquí!’”.
Reflexionando sobre los últimos diez años, Penny confiesa que se ríen mucho. “Me encanta el Rod torpe y divertido”, ella sonríe. “Y el hecho de que es un caballero. Él tiene todo, pero es su romanticismo y la pasión lo que más me gusta”. También vio a Sir Rod cambiar con el tiempo. “Aprendió a escuchar y recibir consejos mucho mejor que antes”, dice. Y lo que ella le dio a Sir Rod es inconmensurable. “Penny me trajo todo en la vida, pero, sobre todo, la alegría”, dice.
Justo después de la ceremonia, los invitados regresaron por el jardín a una carpa donde tuvo lugar la recepción. El cocinero británico de la pareja, Hamish Barron, se encargó junto a Bobby Cole, su cocinero de Los Ángeles, donde tienen otra casa, de crear el menú que comenzó con una ensalada italiana seguida de risotto de cebada perlada. El postre, un enorme milhojas de fruta de verano, fue montado en la pista de baile cuando los invitados estaban cenando. En sus discursos sin guion, la pareja recordó los recientes ataques terroristas en Manchester y Londres y el devastador incendio en la torre Grenfell. “Tener a la familia y amigos ahí lo fue todo”, explicó Sir Rod. “Te hace pararte a pensar lo afortunado que eres. Con tanta agitación, violencia y pérdida en este mundo, la familia lo es todo”. Se realizó una colecta después de los discursos para la Evening Standard Dispossessed Fund en ayuda a las víctimas de la tragedia en el incendio de la torre Grenfell, que Rod cuadruplicó con su propio dinero y con los beneficios por este reportaje.
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