Tonya Harding, de villana del patinaje a digna competidora en un particular reality de cocina
Considerada en la década del 90 como la mujer más odiada en los Estados Unidos, la vida de Tonya Harding es tan fascinante y tempestuosa que Hollywood la convirtió en una de las biopics más celebradas de los últimos años. Pero ahora, esta deportista acusada de pagarle a un matón para que le quiebre las piernas a su mayor competidora está escribiendo un nuevo capítulo en su vida, esta vez como la favorita en un reality show que premia al peor cocinero.
A los 49 años, la exdeportista es la inesperada sorpresa de El peor cocinero: Celebridades, un ciclo que en la Argentina pone en pantalla la señal Discovery Home & Health en el que distintos famosos deben realizar una comida en tres pasos y son juzgados por un panel de especialistas. A pesar de que reconoce que jamás se sintió atraída por el mundo culinario, la rubia sigue avanzando en cada emisión hacia la gran final.
Muchos creen que esta participación puede lograr cambiar la percepción de gran parte del público estadounidense hacia ella y sacar el foco del escándalo deportivo en el que estuvo involucrada en 1993 y que se reavivó con en 2018 con la película Yo, Tonya, del director Craig Gillespie, que fascinó a la crítica y al público y demostró lo gran actriz que es Margot Robbie, en un rol totalmente inesperado que le valió una nominación a los premios Oscar.
La cinta se centra en el vínculo de Tonya con su madre, LaVona Golden, quien desde chica la hostigaba diciéndole "gorda" y "fracasada" y que siempre sintió celos de su hija. En una casa llena de violencia y sin respeto por su individualidad y deseos, para esta niña nacida en Portland el patinaje se volvió una manera de escapar de la realidad.
La rubia se obsesionó así con el deporte y suplió con agallas y fuerza lo que no tenía de la supuesta delicadeza que este deporte requiere. Lejos de los parámetros de belleza de sus competidoras, que tenían costosos trajes y elaborados maquillajes, Tonya y su flequillo mal cortado entraron con prepotencia por la puerta de atrás. Y sorprendió a todos cuando, en 1991, se convirtió en la primera mujer estadounidense en ejecutar un triple axel, esto es, un salto con un giro de tres revoluciones y media.
Este logro le mereció el título nacional de la mejor patinadora de Estados Unidos. Pero pronto tuvo competencia, Nancy Kerrigan, una joven de Massachusetts que cumplía con el decálogo de lo que se esperaba de una patinadora: frágil, esbelta y con un aura casi de princesa. Las marcas se peleaban por auspiciarla y los medios no tardaron de hacer enfrentar sus estilos, en una suerte de lucha entre un cisne y un patito feo.
En 1993, Nancy le ganó a Tonya en la competencia nacional de patinaje de Estados Unidos, obteniendo el pase directo a los Juegos Olímpicos de Invierno de Lillehammer, en Noruega. Días después, en medio de un entrenamiento en el que se preparaba para este gran momento, la joven fue sorprendida por un hombre que, sin mediar palabra, la golpeó en las rodillas repetidamente con una barra de hierro antes de huir.
Las imágenes de la patinadora llorando de dolor y preguntándose "¿por qué?" mientras su padre se la llevaba en brazos a una clínica, inundaron los medios estadounidenses y todos comenzaron a tener sospechas de quién podía estar detrás del hecho. Cuando dos días después la Policía logró apresar al matón, quedaron pocas dudas. Se trataba de Shawn Eckardt, nada menos que amigo del esposo de Tonya Harding. Frente a la Justicia, él dijo que había sido ella la que había ideado el golpe.
De hecho, la rubia parecía la más beneficiada por las circunstancias: terminó clasificada para los Juegos Olímpicos de Lillehammer en la primera posición, dejando en segundo puesto a la herida Nancy y creando una nueva rivalidad que se vivió en los entrenamientos y en la misma pista de hielo en Noruega. El enfrentamiento fue seguido por 50 millones televidentes en los Estados Unidos y si bien una ucraniana se quedó con el oro, Nancy se llevó la medalla de plata. Tonya, por su parte, terminó en octavo lugar, humillada, y se retiró del deporte aunque siempre defendiendo que era inocente, ya que no se pudo probar que ella estuviera al tanto de la agresión.
Años más tarde se supieron detalles escalofriantes que ayudaron a comprender el infierno por el que vivía. Su esposo no sólo ejercía violencia física y psicológica sobre Tonya, sino también sobre su madre. Y cuando ella quiso hablar sobre esto en los medios, fue violada por él y dos amigos. Devastada, decidió pedir el divorcio y la respuesta de su marido fue vender a una revista pornográfica el video sexual de su noche de bodas.
Mientras Nancy Kerrigan se volvió una de las comentadoras deportivas más famosas del patinaje y se mantiene como una figura querida por el público, Tonya fue expulsada de la liga, estuvo encerrada largo tiempo y luego escribió su autobiografía, tratando de dar su versión de los hechos. Como el deporte era su pasión, se metió de lleno en el boxeo femenino y logró varias victorias.
A pesar de que jamás fue condenada por la Justicia, en el imaginario popular estadounidense no hay dudas de su culpabilidad: la deportista aparece con una barra de hierro en las manos en un episodio de Los Simpson y, en 2008, en plena campaña presidencial, el candidato Barack Obama negó que estuviera dispuesto a atacar mucho a su oponente. "No voy a hacer un Tonya Harding", dijo quien sería luego presidente de los Estados Unidos.
Ahora en El peor cocinero: Celebridades, llegó el momento de mostrar otra faceta de la atleta. Una faceta que Tonya ya había mostrado cuando hace dos años fue parte de una edición especial con exdeportistas de Dancing with the stars, la versión estadounidense del formato "Bailando por un sueño".
"Fui la mejor patinadora artística del mundo y me quitaron ese logro. No era mi carrera, era mi vida. Se me prohibió competir y tuve que soportar personas que me vieron como si no fuera nada, tanto que me creí que yo no era nada", aseguró una noche. Pero no fue lo suficientemente buena en la pista de baile. Tal vez en la cocina pueda tener su revancha.
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