Programas con nombres propios
Por Adriana Schettini
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"La noche del domingo tiene nombre: Gerardo (R)". Esa fue la frase del aviso publicado en los diarios con el fin de promocionar el ciclo que conduce Sofovich por América. El texto era un disparo certero en el blanco de la competencia: "Nico (R)", el nombre con que Nicolás Repetto bautizó el ciclo con el que el domingo último regresó a la TV tras dos años de ausencia. El mensaje era por demás elocuente. Si Telefé invitaba al espectador al encuentro con un nombre al que presenta como una marca registrada, América le recordaba que "La noche del domingo" lleva marcada a fuego la impronta de su creador. La anécdota, engendrada en la batalla por el rating, tiene su miga. En la era del zapping se necesitan espectadores fieles, identificados con un estilo, devotos de una marca registrada. ¿Qué mejor que personalizar esa oferta en un nombre propio? Nico y Gerardo. Dos nombres, dos modos de hacer TV. Basta mencionarlos para que el televidente intuya la forma y el contenido de las respectivas ofertas. A esta altura de la experiencia televisiva, quien dice Nico dice juegos, dice esmerado desenfado, dice cánticos con letra y música simplona, dice un estado permanente de frenética algarabía catódica. Quien escucha Gerardo, decodifica corte de manzanas, apuestas por electrodomésticos, verborragia.
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En los tiempos en que se multiplican las relaciones virtuales, la tele se empeña en crear una ilusión que sabe redituable: establecer lazos de apariencia personal entre el espectador y las caras visibles de su programación. ¿Qué mejor que empezar el acercamiento desde el título? "Almorzando con Mirtha Legrand" ha comenzado su tercera década de éxito con la receta de una señora que invita al público a compartir su mesa como un invitado más. El viernes próximo, Antonio Gasalla retoma su tarea televisiva en el ciclo de Canal 9 titulado "Gasalla en libertad". Su apellido es sinónimo de personajes corrosivos. Tras haber perdido en millonario juicio el derecho al título "Hola Susana", la dama del divorcio bullanguero cortó por lo sano: llamar a su propuesta televisiva "Susana Giménez". ¿Para qué andar con vueltas si a nadie se le escapa que el atractivo de la emisión es ella misma, su personaje del hada rubia de amores contrariados, perro fiel, megadespistes y una envidiable aptitud para hablar por teléfono con los participantes como si fuera una tía de la familia? Puesta a oficiar de conductora, Moria Casán lo hizo con "Amor y Moria", por América.
"Mediodía con Mauro", alcanza con esas tres palabras para que nadie abrigue ilusiones de presenciar allí un debate entre titanes de la gimnasia intelectual y los buenos modales. Tan claro como que ningún desprevenido podrá pedirle a "El mundo de Ante Garmaz", de ATC, un show con la estética de Armani. "Movete con Georgina", propone la mañana de América. ¿Cómo no usar el nombre de pila de Barbarossa si ella se dirige a la audiencia, a la que imagina fundamentalmente femenina, con el apelativo de "gorda"? Canal 13 puso a Santo Biasatti al frente del noticiero del mediodía al que denominó, precisamente, "El noticiero de Santo", es decir, el noticiero de un periodista creíble, el del profesional que a pesar de las amenazas no ha olvidado a José Luis Cabezas.
La tele ha decidido llamar a los ciclos por su nombre. Después de todo la gente de la tele es poca y la conocemos mucho.





