
Rehén de las viejas obsesiones
"Rock and roll, yo" es el flamante (y mutante) álbum del gran Charly García
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Siete años pasaron desde que Charly García dio el último paso hacia el abismo Say No More, el concepto total con el que desconcertó en 1996 y que aún continúa explicando para los que no pudieron seguir su línea de pensamiento desordenador. Siete años y cuatro discos con canciones nuevas: "Say No More", "El aguante", "Influencia" y el flamante "Rock and roll, yo".
Y allí, en ese universo musical craneado a mediados de los 90 (junto a la famosa Mónica García, origen de la disputa con Andrés Calamaro), Charly parece atrapado. Feliz de estar en ese lugar, enamorado de su concepto secuestrador (¿el síndrome de Estocolmo?), pero rehén al fin. De hecho, desde la tapa de "El aguante", con un Charly maniatado y maltratado, uno podía ya suponer lo que ocurría. Bueno, "Rock and roll, yo" no es otra cosa que la confirmación.
El modus operandi del disco es el mismo de sus últimos trabajos: unas pocas composiciones nuevas (con alguna que otra versión alternativa) y un par de covers en castellano de artistas admirados. Eso le basta a Say No More para demostrar que Charly está sano y salvo. La prueba de vida hecha disco que nos ofrece su secuestrador para que sigamos teniendo fe.
Charly está vivo y al tanto de la actualidad (le deben de haber dejado un televisor encendido). Por eso el grito desesperado de "Rock and roll, yo", entre tanto retro rock dando vueltas por el mundo y tan a la moda. Ahora, García dice que también él puede robarle a Led Zeppelin y subir el volumen de las guitarras. Ahora, "la vanguardia" es así, rockera.
Desde el arranque nomás, "Dileando con un alma (que no puedo entender)" resulta el fiel reflejo del espíritu mutante que domina las canciones del García versión 00. Es decir, las composiciones nunca están terminadas, ni siquiera cuando entran al estudio de grabación. O sí, pero al día siguiente ya son otras. La letra de "Dileando..." que figura en el libro interno del CD, García la cambia en más de quince versos y uno puede imaginárselo improvisando, sacando artículos y sustantivos sobre la marcha, cambiando palabras, pero no conceptos. ¿Se entiende?
También ahí ya aparecen los samples, las voces, las sirenas, los gritos, el caos que es música de fondo habitual para Say No More. Una especie de radio que permite que los tres primeros temas sean una obra conjunta, sin silencios, sin respiro. Un paquete poderoso y de palabras fuertes compuesto por "Dileando...", "Rehén" y "Asesíname" (tal como se iba a llamar el álbum, antes de que Charly pensara que podía ser un título literalmente premonitorio).
Amor prohibido
En ese pack García deja frases irónicas ("Si fuera un árbol, sería un Spinetta"), de horrorosa actualidad ("Denle lo que pida, también denle de comer. Cuiden sus pastillas, tengan el control. Nunca va a enterarse si es la luna o el sol... Ella es mi gran rehén") y semblanzas autobiográficas como las que nos tiene acostumbrados ("Por darte lo que te di, me transformé en un souvenir. Asesíname, asesíname").
Pero por sobre todas las cosas, este hombre secuestrado en su propia habitación habla de amor. Escudado tras la coraza de personaje desequilibrado que tantos sustos nos dio en estos siete años, Charly continúa cantándole al amor, a uno que ya fue, al que está por ahí y al que vendrá. "Remember... tanta fuerza y tanto amor hacen al mundo girar", dice desde uno de los dibujos que ilustran el arte del álbum (todos, hasta la estética de la tapa de la revista Rolling Stone, a cargo del músico).
Treinta años atrás, en aquel disco que adelantó el sonido del rock y el pop nacional de los años 80 bautizado "Clics modernos", García ya cantaba eso de "ella es menor, él es normal, y lo que están haciendo es un pecado mortal". Y ese amor prohibido sigue siendo una obsesión, ahora traducido en versos como "y yo sigo enamorado de la nena" y "me enamoré de la chica de la esquina, estaba loca como su mamá". O en el diálogo del film "Lolita", de Stanley Kubrick, incluido como separador: "Listen, did you have a daughter, did you have a daughter with a lovely name?" Sí, es su vicio. El vicio de la eterna juventud.
Hay amor en la dedicatoria de "Rock and roll, yo", para María Gabriela Epumer, y amor furioso y desenfrenadamente violento en el tema que da nombre al disco. Aunque a primera vista no parezca, García siempre pide y quiere amor.Los músicos homenajeados en esta ocasión son Michel Brown ("Linda bailarina") y Stevie Wonder ("Wonder"). El otro tema que no es de su autoría, V.S.D., compuesto por su amiga Mónica y Joaquín Sabina, tiene dos versiones. Una en formato rock y otra... hecha tango. Una canción dedicada a Charly García, el secuestrado: "Loco lindo que te comés las veredas, con tres pasos disparados al compás, y tu figura de largura interminable, y un bigote de malicia trabajado a sangre y sal... Vos sos Dios. Vos sos Gardel. Yo soy lo más. Ay Carlitos, ay qué día pasaremos hoy acá", se canta a sí mismo nuestro vicio, y ahora también nuestro rehén.
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