El increíble Hulk: un éxito marcado por las polémicas que tuvo un inmerecido final
Actualmente las películas de Marvel triunfan, entre otras cosas, por el respeto que tienen por las historietas en las que se basan. Desde Los vengadores hasta Doctor Strange, los taquilleros films de esa productora intentan conservar el espíritu del material original, y ahí es donde radica gran parte de su encanto. Claro que esto no siempre fue así,y en los 70 una versión en formato televisivo muy libre de Hulk se convirtió en un éxito impensado.
Una sorpresiva inspiración
Kenneth Johnson era un prestigioso productor televisivo gracias a su trabajo en El hombre nuclear y su spin off, La mujer biónica. Con esos dos éxitos bajo el brazo, en 1977 recibió la llamada de Frank Pierce. El jefe del departamento televisivo de Universal le contó que había adquirido los derechos sobre muchos personajes de Marvel, y quería ofrecerle la posibilidad de convertir alguno de esos títulos en una serie. Johson rechazó la idea porque no le gustaban las historietas, y aseguró que no podía identificarse con los conflictos de esos superhombres en trajes de spandex. Pero poco tiempo después cambió de idea.
Por esa época, Johnson estaba leyendo Los miserables, y esa novela le disparó una idea sobre cómo podría llegar Hulk a la televisión. Al guionista le interesaba exclusivamente el drama humano del personaje, y no tanto sus vistosas peleas ni sus coloridos enemigos. Por ese motivo tomó una decisión muy importante: desentenderse de absolutamente todo lo que tenía que ver con la versión de Hulk en las historietas, y armar un planteo totalmente renovado. Ese camino, aunque lo llevó al éxito, también le significó tener varios enfrentamientos con uno de los creadores de la criatura, Stan Lee.
La indiferencia hacia Marvel, Stan Lee, y los polémicos cambios
Johnson descartó absolutamente todo lo que sucedía en los cómics, y solo tomó el planteo base de un hombre que al enojarse, se convierte en un gigante verde. En ese momento aparece en escena Stan Lee, que oficia como consultor de la serie, y si bien su poder era limitado, sí podía sugerir ideas de todo tipo. Inicialmente la relación entre Lee y Johnson fue diplomática, y el editor estrella de Marvel, que deseaba una inyección de popularidad para sus personajes, no tenía más remedio que confiar en la visión que Johnson iba a llevar a la pantalla.
Uno de los primeros cambios realizados fue el de quitarle a Hulk la posibilidad de hablar, ya que para Kenneth unos gruñidos eran más que suficiente. En las historietas, el héroe era de muy pocas palabras, pero solía mascullar frases del tipo "Hulk destruye". Esa modificación agradó a Stan, que en una nota expresó: "Cuando empezamos a preparar la serie, Ken me dijo: 'Stan, no creo que Hulk deba hablar'. Al instante en el que me comentó eso, supe que tenía razón. En las historietas ya no podía deshacerme de esas frases, que hubieran sonado tontas si eran pronunciadas en la televisión".
Otros cambios tuvieron que ver con la fuerza del monstruo, que en los cómics era prácticamente ilimitada, pero en la tele se reducía a revolear autos. Incluso se modificó también la profesión de Banner, físico en los cómics, y médico en la pantalla chica. Hubo solo un capricho que Johnson no pudo darse, y al que Stan Lee se opuso categóricamente, y era el color del gigante. El guionista quería que Hulk fuera rojo, un tono asociado con la furia, pero el editor de Marvel rechazó esa idea de cuajo asegurando que el verde del personaje era muy representativo como para cambiarlo. Poco a poco, Johnson empezó a desatender los comentarios de Lee, porque consideraba que le proponía ideas que quizá funcionaban bien en los cómics, pero que podían ser ridículas para la televisión.
El último cambio fue el más absurdo. El nombre original del protagonista, Bruce Banner, fue rebautizado como David Banner. En el film Comic Book Confidential, Stan Lee reveló el motivo de esa modificación: "Algún iluminado de la televisión consideró que Bruce sonaba gay, les insistí con no cambiar el nombre pero prefirieron dejarlo así. Simplemente no lo debían cambiar, porque su nombre fue el de Bruce Banner durante muchos años, pero ellos eran los tipos de la televisión, así que lo dejaron así". Por su parte, cuando eso llegó a oídos de Lou Ferrigno, su molestia fue mayor: "Eso fue lo más absurdo y ridículo que jamás escuché en la vida".
Finalmente, Johnson terminó moldear su versión de Hulk para la televisión. El protagonista era David Banner, un médico que después de someterse accidentalmente a una elevada exposición de rayos gama, sufría una extraña mutación que al momento de enojarse, lo convertía en Hulk. Luego de un confuso episodio en el que se suponía que el monstruo había asesinado a Banner y a otra mujer, él aprovecha la situación para escapar hacia nuevos destinos. De ese modo Johnson estableció una estructura que solía repetirse todas las semanas, basada en el héroe llegando a un nuevo pueblo, encontrando algún tipo de conflicto y solucionándolo a través de su transformación (dos por episodio, en la mayoría de las oportunidades). El rastro de gigante era seguido de forma obsesiva por un tenaz periodista llamado Jack McGee, que intentaba encontrar a Hulk para de esa manera consagrase como un profesional de renombre.
Lou Ferrigno, más grande que Hulk
A inicios de 1977 comenzó la producción El increíble Hulk, y Johnson sugirió al actor que consideraba ideal para el rol protagónico. Bill Bixby era un intérprete con vasta experiencia, pero no se sentía particularmente atraído por la propuesta. A él le sucedía algo muy similar a lo que inicialmente sintió Johnson, y es que no podía empatizar con un hombre que se convertía en un monstruo verde y solo se dedicaba a romper cosas. Sin embargo aceptó leer el libreto y discutirlo con el guionista, quien le mostró el costado más humano del héroe, su angustia y su necesidad por encontrar una solución a su dilema existencial. Y el actor aceptó. Johnson contrató para el rol del periodista Jack McGee a Jack Colvin, un veterano intérprete con mucho oficio a sus espaldas. Para Johnson, McGee era clave porque lo creó a partir de Javert, uno de los personajes de Los miserables, la novela que como ya se mencionó fue inspiración al momento de crear esta serie.
El gran reto era encontrar a Hulk. En una época muy alejada de efectos digitales, la misión de los productores era dar con un hombre de físico hercúleo, capaz de convertirse en la musculosa criatura. La primera opción fue Arnold Schwarzenegger, aunque durante una prueba de cámara fue descartado por no tener la altura deseada. Luego apareció en escena Richard Kiel, mejor conocido por interpretar a Jaws en la saga James Bond, y si bien él llegó a grabar algunas escenas maquillado de verde, el guionista pensó que su físico tampoco era el ideal. Johnson recordó en ese momento el nombre de un fisicoculturista a quien había recomendado Schwarzenegger, y así apareció el hoy icónico Lou Ferrigno. Lou tenía una presencia imponente, y más importante que eso, es que era un gran fan de Marvel y de los cómics de Hulk. Claro que su tarea no iba a ser fácil, ya que debía soportar sesiones de maquillajes de tres horas diarias y un agotador trabajo físico. Pero él estaba muy involucrado en el proyecto, y su amor por ese personaje se tradujo en una inolvidable interpretación que lo inmortalizó como el Hulk definitivo para varias generaciones de televidentes.
El piloto de El increíble Hulk llegó a la pantalla en noviembre de 1977 (en algunos países de Europa los capítulos iniciales se estrenaron en cine), y rápidamente se convirtió en un verdadero éxito. La mirada de Johnson, aunque irrespetuosa del material original, conectó con el público de todas las edades, y su idea de poner el acento en el drama de Banner le permitió a Bixby componer un ser atractivo y atormentado. No fueron pocas las voces que criticaron algunos aspectos de su trama, una estructura demasiado similar a El fugitivo, o una premisa que cambiaba todas las semanas pero que siempre era igual, la del héroe llegando a un pueblo y enfrentado algún tipo de problema. Sin embargo, a los más pequeños los apasionaba ver a Lou Ferrigno con la piel verde destruyendo todo a su paso, mientras los adultos conectaban con la angustia de Banner.
En una entrevista, Stan Lee expresó: "El increíble Hulk era un show inteligente. Ken Johnson era un brillante guionista, productor y director, y realizó una serie inteligente y adulta que los niños podían disfrutar. Eligió un personaje de historietas y lo hizo verosímil". Era el show perfecto para todos los públicos, pero ni siquiera su gran rating lo salvó de un trago muy amargo.
Un final inmerecido
El de Hulk no era un show económico. Los efectos, el maquillaje, las filmaciones en distintos lugares y otros elementos lo convertían en un programa costoso. Por ese motivo, desde Universal constantemente evaluaban de qué modo podían economizar recursos, y una de las decisiones más drásticas fue la de echar a Jack Colvin. Esa propuesta no agradó a Johnson, que sentía predilección por ese personaje, pero quienes lograron torcer el brazo de los ejecutivos fueron Bill Bixby y Lou Ferrigno. Entre los tres había una excelente relación (de hecho Bixby y Colvin solían reunirse a almorzar, para desagrado de los fans que veía cómo los enemigos en pantalla, eran amigos en la vida cotidiana), y los dos actores encargados de interpretar a Hulk anunciaron que si expulsaban a Colvin, ellos iban a presentar su renuncia. De esa manera, el periodista pudo seguir en pantalla.
Bixby y Ferrigno estaban muy comprometidos con sus trabajos, al punto que ninguno de los dos miraba el trabajo actoral del otro porque a fin de cuentas, Banner no tenía memoria sobre lo que hacía su cuerpo cuando se transformaba en Hulk, y viceversa. La obsesión por no romper la magia llegó al punto en el que Ferrigno, cuando estaba caracterizado como Hulk, procuraba jamás ser fotografiado junto a Bixby porque eso significaría ver al hombre y a la bestia juntos. Cuando eso trascendió, para los paparazzi se volvió una obsesión "robar" una foto de rodaje con ambos Banners. Algo que jamás sucedió.
Desde 1977 a 1981 el show se mantuvo con éxito al aire, por ese motivo fue una verdadera sorpresa cuando ejecutivos de la cadena anunciaron que levantaban el programa. Johnson hizo lo imposible para convencerlos de no hacerlo. Por su lado, Bixby comenzó a dialogar con otros canales la posibilidad de comprar la ficción para continuarla, pero tampoco tuvo suerte. Con solo siete episodios terminados de la quinta temporada, El increíble Hulk llegó a su fin en mayo de 1982, con un capítulo que no marcaba ningún tipo de conclusión.
Años más tarde Johnson reveló que si hubiera sabido con tiempo la decisión del canal, hubiera concretado el cierre que tenía planeado. En un episodio doble que jamás llegó a filmarse, Banner era sometido a juicio por la muerte de Elaina Marks, que fallecía en el primer episodio, y a lo largo de ese proceso encontraba la cura a su condición. Sin ningún tipo de festejo o broche final, El increíble Hulk se despidió sin pena ni gloria, difuminándose en la grilla de la televisión y dejando a una legión de fans más furiosos que el gigante verde.
Una tibia revancha
Finalizada la serie, Johnson avanzó en otros proyectos y logró su título más importante con V: invasión extraterrestre. Por sus parte, Bixby seguía obsesionado con darle a la ficción algún tipo de cierre. En 1984 llegó a dialogar con el actor Nicholas Hammond, que interpretaba a Spider-Man en la fallida serie de los setenta, para presentar una aventura en conjunto. Hammond se mostró muy entusiasmado, pero el proyecto no avanzó.
Eventualmente Hulk resucitó, y entre 1988 y 1990 se realizaron tres largometrajes para televisión: El regreso del increíble Hulk, El juicio al increíble Hulk, y La muerte del increíble Hulk. Sin Johnson al frente de los títulos, esta vez las tramas tuvieron una mayor dosis de aventura y hasta permitieron la participación de dos personajes de Marvel: Thor y Daredevil (en realidad, la idea era presentarlos en sociedad para luego lanzar sus respectivas series solistas, algo que no sucedió).
Con el último de esos especiales, la historia llegó a su conclusión, aunque lejos del esperanzador final pensado por Johnson en el que Banner encontraba una cura, aquí el sufrido héroe culminaba su recorrido de forma trágica (alarma de spoiler gigante, la resolución la adelantan desde su sugestivo título, el ya mencionado La muerte del increíble Hulk).
De esa manera las andanzas del gigante esmeralda llegaron a su fin. En los años posteriores, las repeticiones de la serie convirtieron a Ferrigno y a Bixby en figuras de culto, y nuevas generaciones de niños se entusiasmaban con las aventuras de David Banner.
El increíble Hulk tuvo un cierre que no estuvo a la altura de su importancia, pero eso no impidió que su popularidad creciera en los años posteriores, y que al día de hoy aún sea recordada como una de las mejores adaptaciones de un cómic Marvel a la pantalla chica.
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