Recuerdos de una vida
"El libro de Ruth" , de Mario Diament. Intérpretes: Lydia Lamaison, Gerardo Baamonde, Alejandra Darín, Fabiana García Lago, Lidia Catalano, Christian Felippa, Melina Petriella, Irene Almus, Rubén Mariño, Noemí Morelli, Alberto Percia, Jorge Marcucci, Oscar Trussi, Ignacio Gadano, Natacha Delgado. Diseño de sonido: Gerónimo Pujal. Música original: Gabriel Goldman. Diseño de iluminación: Roberto Traferri. Diseño de escenografía: René Diviu. Diseño de vestuario: Maribel Solá. Producción general: Hernán Gleizer. Dirección: Santiago Doria. Duración: 98 minutos. En el Regina. Estreno: 4 de junio de 2004.
Nuestra opinión: bueno
La memoria de Ruth es como ese desván adonde ella sube a buscar algo que ya no recuerda qué es. Cientos de objetos se acumulan en forma desordenada, casi como si fuera su memoria que, a veces, le juega malas pasadas. Pero, aunque ella no lo sabe, sus recuerdos están ahí, acumulados durante varias décadas de existencia. Sólo necesita pequeños estímulos para que su pasado vuelva para crear más confusión. Y no lo hace como una forma de desvarío, sino que va proyectando su vida a través de los personajes que fueron importantes: su madre, su verdadero amor, su marido, su amante, su hermana y hasta ella misma logra exteriorizarse en el personaje que fue. Mejor dicho en los tres seres que se distinguieron en distintas etapas de su vida: Ruth, a los diez años, cuando su infancia transcurría en forma inconsciente en su Varsovia natal; a los 20, cuando debe renunciar a su amor para embarcarse hacia el destino incierto que representaba ser judía en la Polonia invadida por los nazis. Y está también Ruth, a los 40 años, casada sin amor y con un hijo, que no puede encontrar la felicidad en este nuevo país, la Argentina, que le fue impuesto para sobrevivir.
Todos sus sueños de juventud quedaron atrás, aniquilados, como su familia, víctima del Holocausto. Ahora a los 80 años, Ruth trata de reconstruir su historia a través de los seres que integraron su mundo personal. Son ellos los que van contando su historia.
Esta es la trama que propone Mario Diament en "El libro de Ruth", donde se perciben muchos referentes autobiográficos que él mismo reconoció.
Valioso soporte
Sacando retazos de vida de roperos y arcones, tal como se expone en la puesta, el autor va recomponiendo pedazos del pasado de Ruth. Y lo hace con emoción y también con humor. El fluir de la narración se sucede con agilidad intercalando el presente y el pasado. El reparo se encuentra en la reiteración de algunas escenas (las del médico, la del presentador) que no aportan mucho más, pero sí atenta contra el ritmo que se va ralentando.
El soporte real de esta puesta es la interpretación femenina que tiene a su cargo el peso del drama.
Lydia Lamaison refirma su capacidad para conjugar el drama y la comedia sin permitirse caer en la tentación del melodrama. Con un interesante despliegue de recursos diseña a esta mujer que parece estar más allá de los conflictos domésticos.
Junto a ella, Lidia Catalano, acertada en el papel de una idishe mame que no vacila en alejar a su hija del inminente riesgo de muerte. El mismo reconocimiento para Irene Almus y Noemí Morelli.
No quedaron rezagadas en este sentido Alejandra Darín, Melina Petriella y Fabiana García Lago, que compusieron con valiosos recursos al personaje protagónico en las diferentes etapas de su vida. En cuanto al elenco masculino, donde se puede destacar a Gerardo Baamonde y Alberto Percia, tuvo un desempeño correcto.
El marco ideal lo dio la escenografía de René Diviu con el diseño de un desván donde se almacenan trastos inútiles pero que son momentos de un pasado, algo similar al resultado del vestuario de Maribel Solá, bien aplicado a cada época. No resultó lo mismo la iluminación de Roberto Traferri que tuvo conos de sombra molestos.
Finalmente, la puesta de Santiago Doria, que, además de la dirección de actores, armó el rompecabezas cuidando el tiempo de la narración, a pesar del reparo mencionado.
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