El destacado investigador, próximo a publicar su tesis de doctorado en la Universidad de Buenos Aires, focaliza su trabajo académico en torno al cruce entre la “cuestión Malvinas” y el abordaje de dramaturgos, directores, actores y performers
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El investigador Ricardo Dubatti, licenciado recibido con honores en la carrera de Artes Combinadas de la Universidad de Buenos Aires, nació en 1988, seis años después del estallido de la Guerra de Malvinas, una de las últimas decisiones de la dictadura militar que gobernó la Argentina entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983.
Acaso por el extrañamiento que produce en las generaciones posteriores el conflicto bélico del Atlántico Sur, este prestigioso y joven académico canalizó su área de estudio sobre el teatro y las artes escénicas haciendo foco en el abordaje que dramaturgos, directores, actores y performers hicieron de aquel hecho sustancial en la historia reciente argentina y que la memoria colectiva rescatará con mayor énfasis al cumplirse, el próximo 2 de abril, el 40° aniversario del inicio de la contienda.
“Apareció el teatro como una posibilidad para meterse en ese territorio de incertidumbre, en un tema delicado y frágil, pero muy apasionante e inquietante. El trabajo de investigación implicó estudiar a fondo la Guerra por las Malvinas para luego poder cruzarla con el teatro”, sostiene Ricardo Dubatti en el inicio de la charla con LA NACIÓN.
“Estudié mucho la dictadura y ahí aparece, indudablemente, Malvinas, tema que emerge como un acontecimiento pensado por esa dictadura”, contextualiza el investigador, quien en agosto verá publicada su tesis de doctorado sobre el tema en el que se ha especializado en una tarea de acopiamiento y análisis del dato histórico: “Fue empezar a identificar elementos que para mí eran muy novedosos”, sostiene Dubatti, quien también se desempeña como docente de la Universidad Autónoma de Entre Ríos y tiene a su cargo el dictado de la cátedra Historia de las Estructuras Teatrales 1.
Malvinas y la escena
–¿Cómo trató el teatro el tema Malvinas y en qué cooperó con la cuestión?
–Hay dos elementos muy valiosos que el teatro le aporta a Malvinas: por un lado, lo corporal, al pensar el teatro como convivio. La idea es pensar el texto dramático como la receta para el acontecimiento escénico, con sus propias indicaciones de lo que sería una potencial puesta en escena. Ante esto, una de mis hipótesis es reflexionar sobre cómo el teatro le dio su propia respiración y cuerpo a Malvinas en cada uno de los acontecimientos escénicos conviviales frente al espectador.
–¿Cuál sería el segundo elemento al que hacías referencia?
–El segundo eje que trabajé tiene que ver con esa concentración en ciertos territorios que permite el teatro y que no serían privilegiados por otros lenguajes. Poner en escena Malvinas puede ser complejo, pero tocar temáticas como los afectos es un eje y una posibilidad de pensar la guerra desde otra óptica. De hecho, Malvinas es una guerra afectiva, basta pensar cómo nos repercute aún hoy. Malvinas es un suceso histórico que nos interpela aún a los que no lo hemos vivido.
–El concepto de “guerra afectiva” expande la temática hacia otras dimensiones de entendimiento.
–Poner la guerra en escena es desafiante y difícil, pero también se puede pensar en aquello que la rodea, por ejemplo, en las familias de los soldados o en lo que me gusta llamar “guerra desbordada” porque excede el teatro de operaciones Islas Malvinas, que es el espacio estrictamente donde se peleaba, para pasar a pensar en el teatro de operaciones que estaba en el continente. No hay que olvidar que la guerra también invade Buenos Aires.
–Se puede pensar el mapeo desde el punto de vista del origen de los soldados que pelearon.
–Ahí aparece algo fascinante que es cómo se ve diferente la guerra desde las diversas cartografías. No es lo mismo pensar la guerra desde el frente en Puerto Darwin, donde se produce uno de los combates más desiguales, que en Puerto Argentino trabajando en un rol administrativo o en Río Grande, donde se veían despegar los aviones y se podían contabilizar cuántos volvían.
–Regresando al tratamiento que hace el teatro sobre la cuestión Malvinas, es válido contemplar un plano social que se vincula al tema.
–El teatro permite pensar cómo la sociedad abordó la problemática y cómo la guerra afectó a las familias de los soldados y a las comunidades en general. Mi trabajo de investigación hace foco en estos temas, más que pensar en lo estrictamente vinculante al campo de batalla.
Dramatizar la guerra
–¿Existe alguna estadística sobre la cantidad de dramaturgia generada?
–Cuando comencé mi tesis, el listado incluía unas 30 obras, abarcando el período 1982-2017. Hoy, ese número se amplió a unas 100 piezas que hablan específicamente sobre Malvinas, pero hay varias más que mencionan el tema, algunas de ellas hablan sobre guerras vinculadas a Argentina y donde resuena Malvinas. Incluso, hay textos que tocaron el tema antes del combate y que luego fueron repensados. Además, podemos mencionar materiales de otros países.
–¿A qué nacionalidades corresponden?
–Hay varias obras inglesas, una venezolana y algunas uruguayas como El salto de Darwin de Sergio Blanco.
–¿Cuál es el material referencial a la hora de pensar el teatro inglés sobre Malvinas?
–Hundan el Belgrano, de Steven Berkoff, es uno de los títulos más conocidos, pieza que Diego Faturos hizo en Buenos Aires y existe una traducción de Rafael Spregelburd que publicó la Editorial Losada.
–¿Existe un espectador puntual interesado por la dramaturgia sobre Malvinas?
–En primer lugar, podemos mencionar al espectador excombatiente que sigue el circuito de las obras sobre Malvinas, de alguna forma para observar cómo se trata el tema y para estar al tanto de ese fenómeno. También existe un espectador muy interesante que es algo casual y tiene que ver con el que va a ver estas obras porque le interesa la temática, pero al que también le preocupa preguntar. A mucha gente le preocupa entrar en la temática a través de alguien que sepa, por eso recurre al teatro, para establecer un acercamiento lateralmente, sabiendo que se está viendo una ficción, un espectáculo que ofrece un marco de contención. Indudablemente se trata de un espacio donde el espectador interesado en el tema puede hacerse preguntas. En ese sentido, ese es uno de los rasgos más efectivos de Campo minado.
Campo minado, pieza de Lola Arias, es un proyecto que reúne en escena a ex combatientes argentinos e ingleses, buscando ahondar en los resabios emocionales y aquellas marcas que subsisten de la traumática experiencia de 1982. “En la obra se da un montón de información en la que uno es el responsable de poder organizarlo”, sostiene Dubatti.
–En tanto experiencia, Campo minado implica llevar la temática al paroxismo teatral.
–Es una experiencia alucinante, una obra que captura muy bien cierta posibilidad del teatro. Sé que uno de los intereses de Lola Arias es que se convierta el teatro en un proceso de aprendizaje, un teatro que se va enriqueciendo en su propio desarrollo, un dispositivo para pensar el tema. La directora se documentó muy bien y estableció un ida y vuelta muy profundo con los soldados, como también se puede observar en la película Teatro de guerra.
–Proceso de aprendizaje, ¿sólo para quien es el hacedor de la pieza?
–No, también es válido para el que mira.
En el caso de Campo minado, los ex combatientes se plantan en un rol performático donde aparecen los elementos biodramáticos atravesando la escena. Más allá de esta posibilidad, en torno a la cuestión aparece otra área de interés conformada por los teatristas ex combatientes, tal el caso de Pedro Benítez, el prestigioso actor y director de la ciudad de Mar del Plata que lleva adelante una tarea ineludible: “No son tantos los casos, también podemos mencionar a Daniel Fernando Cabral de Río Gallegos que produjo una obra preciosa que se llama Silencio ficticio, donde, como ex soldado, retoma su experiencia de la guerra, pero armó un dispositivo que le permite tomar algo de distancia para poder contarla. otro de los ejemplos emblemáticos es Museo Miguel Ángel Boecio, de Federico León, donde el espectador espera una memorabilia de la guerra a través de un ex piloto, pero el protagonista hace foco en la posguerra y en situaciones más pequeñas o mundanas, sobre cómo le cuesta reinsertarse y hasta pensando en su permanencia en el Hospital Borda y cómo la guerra lo afectó emocionalmente. También podemos mencionar al excombatiente veterano Julio César Sotelo y su obra Malvinas”.
En Mar del Plata, Marcelo Altable creó 74 días, una experiencia de expectación con visión anulada y fomentando los sentidos auditivos, olfativos y táctiles, sumando una nueva posibilidad expresiva al amplio catálogo de obras sobre el tema. El teatro sobre Malvinas también se expande con piezas dirigidas a los niños y adolescentes, confirmando esa posibilidad de espejar una realidad desde las más diversas estéticas: “El corpus sobre Malvinas es amplio, también aparece el teatro musical como un lenguaje posible”, explica Ricardo Dubatti, quien, además de su trabajo académico, es bajista de la banda de rock progresivo Rinoceronte “el nombre también remite al teatro”, explica sobre ese mote de la agrupación que rápidamente se asocia con la poética de Eugène Ionesco.
Ricardo Dubatti, quien es hijo del notable académico, crítico, investigador y teatrólogo Jorge Dubatti, actual vicedirector del Teatro Nacional Cervantes, y de Nora Lía Sormani, el gran referente a la hora de pensar en el teatro para las infancias y juventud: “Mis padres siempre me apoyaron. Son guía, en ellos busco un modelo por seguir, tanto teórico como en la forma de manejarme”, sostiene este joven erudito que planea profundizar su corpus académico buceando en las posibilidades del teatro en el territorio de Malvinas”.
Motivos
–¿Qué te impulsó a abrazar la causa Malvinas desde la investigación teatral?
–No es un evento que haya vivido directamente y no tengo familiares que hayan ido a combatir, pero hay dos grandes patas que me llevaron a estudiar el tema. Por un lado, mi viejo, que nació en 1963, si bien no fue a la guerra, tiene muchos amigos que participaron de la misma. Eso genera cierta intriga en cuanto a cómo habrá sido ser joven en esa época. Por otro lado, me atravesó la experiencia de Novísima dramaturgia argentina, donde reunimos a dramaturgos menores a 35 años y, si bien no habían vivido la guerra de forma directa, lo interesante era que había como una marca generacional, algo común que generaba mucha incertidumbre.
En el marco de Novísima dramaturgia argentina, proyecto que lo cuenta a Ricardo Dubatti como compilador, aparecieron tres obras vinculadas a la temática: Isla flotante de Patricio Abadi, De los héroes que no aterrizan en las islas de los cuentos, de Pilar Ruíz, y Los hombres vuelven al monte, de Fabián Díaz.
Tensiones
“En realidad, se confunde Malvinas, a secas, con la guerra, pero Malvinas tiene muchísimas hebras. Está la guerra, paro también aparece lo que podemos llamar la ´cuestión Malvinas´, que implica la extensa historia que nuclea a todos los reclamos en torno a la soberanía. Estudiando el tema, uno percibe que todo comienza prácticamente con el descubrimiento de América, entonces hay que entender que es una historia mucho más larga y que no se circunscribe a la guerra. Estudiando esta tensión aparecen las contradicciones más interesantes.
–La guerra, ¿fue la última decisión de los militares del Gobierno de facto?
–Fue una de las últimas determinaciones, aunque, erróneamente, se piensa que la guerra es un manotazo de ahogado de la dictadura, pero, en realidad, es algo que se viene macerando de larga data.
–¿Hubo otros gobiernos que fantasearon con la idea?
–Muchas veces se dijo que el peronismo tenía un plan para recuperarlas.
–¿Eso es cierto o es parte de una mitología?
–El primer peronismo lo que hace es incorporar, sistemáticamente, el tema Malvinas en las escuelas. También circula un rumor que afirma que, en 1973, cuando Perón vuelve al poder, había un plan para devolverlas por parte de los británicos, pero tenemos que pensar que hay muchas especulaciones sobre esto. De todos modos, hay hechos concretos como el acuerdo sobre comunicaciones de 1971 que permitía un intercambio más fluido entre Malvinas y el continente. Fue en ese momento cuando nuestro país construyó la pista de aterrizaje de Puerto Argentino y se incorporan algunos servicios como el correo argentino e YPF y se hace la carta blanca que permitía cruzar de las islas al continente y viceversa sin tener que sellar pasaporte, una forma de agilizar el intercambio.
Ricardo Dubatti, además de su tarea como investigador, crítico y docente, es dramaturgo. En el volumen Pájaro Tiresias incluye seis de sus obras, aunque hay otro tanto sin publicar. “Aún no escribí sobre Malvinas, la temática es un objetivo desde el punto de vista académico”. Es en ese campo donde desde hace varios años bucea en las tensiones entre la escena y la historia y en cómo el teatro se ocupa de explicar uno de los sucesos más traumáticos de la historia de nuestro país.
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